… un rey que llega. Temas diversos, como la vida. Nada tienen que ver la una con el otro, como no sea el continente donde ambos nacieron, pero ni siquiera en el mismo país. Ella en el Reino Unido, él en España. Los une el momento histórico: ella parte el 8 de septiembre y tres días después, el 11, él surge. ¡Cuánta distancia en edades! La reina se marcha con 96 años a cuestas y el rey aparece con la leve carga de sólo 19. Por supuesto, estoy hablando de Isabel II de Inglaterra y del campeón del último gran campeonato de tenis del año, el US Open, Carlitos Alcaraz, quien también amaneció al día siguiente como el tenista Nº1 del mundo, el US Opennglatera y el uno con el otro Alicia º 1 del mundo.
A mí me ha venido muy bien el triunfo de Alcaraz, porque estaba un poco decaída y alerta por la muerte de mi contemporánea. Como escribí hace poco en la revista digital Pluma, ella ha sido un icono a seguir en mi vida por esa coincidencia de edad. Desde muy pequeña la veía en la prensa y noticieros cinematográficos, una niñita como yo, vestida y calzada a mi manera, que era la de la época. Después, crecer, ser adolescente, muchacha joven y ahí nos empezamos a separar en la moda, muy diferente la de la monarquía femenina inglesa a la del resto del mundo. Por aquí no usamos ese absolutismo de color del sombrero a los zapatos. Vino después su matrimonio, sus hijos, su coronación, sus viajes y actuaciones. Dije decaída y alerta porque al mismo tiempo que me pega la ausencia de la vieja amiga, aunque yo invisible para ella, siento como un campanazo: Alicia pronto te toca a ti. Es inevitable. Siempre hacemos comparaciones, lo que no quiere decir que Dios tenga aún planes para mí. ¿Llegaré a centenaria? Lo dudo.
El logro de Alcaraz me ha disipado el decaimientos. Cuando apareció en el panorama del tenis lo vi como el sucesor de mi ídolo Rafael Nadal. El mismo físico, el mismo empuje y ese coraje en busca del triunfo. Lástima que no pude seguir el campeonato. Problemas técnicos me impiden ver los canales deportivos extranjeros por TV, tengo que conformarme con enterarme de los resultados y ver el video del algunos momentos de los juegos. Penitencia que no está de más en mi camino hacia la eternidad.
Carlos Alcaraz y el noruego Casper Ruud, los finalista del US Open 2022, representan el relevo. Ya va quedando atrás la brillante generación de Federer, Nadal y Djakovic. Claro, los que hemos seguido a éstos con entusiasmo y fidelidad, sentimos nostalgia. Todo pasa, todo se va. La sentirán los ingleses de no exclamar como durante 70 años: ¡God save the queen! Ahora tendrán que pasar a God save the king, al cambio en la moneda, billetes, sellos y papeles, de la efigie de Isabel por la de Charles. Por mucho que viva el hoy Carlos III de Inglaterra, su figura no alcanzará jamás a permanecer tanto en esos elementos de uso diario, como la de su madre, quien con su larguísimo reinado le economizó bastante al Estado la erogación para realizar esos cambio. Tampoco parece posible que el nuevo rey de Inglaterra pueda rivalizar con su madre en dar esa total majestad al trono de su país. Vida privada intachable en ella, en él…
Cambian los tiempos, cambia la gente, cambiamos todos. Es la dinámica de la vida y de la muerte, es lógico y hermoso que así sea. No debemos aferrarnos al pasado, eso enquista los corazones. Vivir el presente con entusiasmo y energía; encarar el futuro -para los que lo tienen- con optimismo y coraje. Yo no tengo futuro, pero sí un rico pasado que me ha proporcionado un alegre y eficaz presente. Acabo de terminar el libro de mis memorias: 96 años de historia personal y de la contemporánea del Venezuela y del mundo. Como testigo presencial de tantos hechos y mi excelente memoria, sentía la deuda de dejar mi visión personal de lo acontecido. El libro, Mi largo paso por la tierra, ya está en la imprenta. Será una edición de 100 ejemplares, regalo generoso de mis queridos primos dobles, Gustavo y Juan Guillermo Álamo Álamo. Estoy cumplida.
Una reina de nación que se fue y un rey del tenis que nace, han sido el motivo de las reflexiones de este artículo. Espero no sea el último.
Alicia Álamo Bartolomé