En el siglo XIX, durante los tiempos de independencia, venezolanos y colombianos luchamos juntos contra el yugo español para alcanzar nuestra libertad y construir una República. Si bien hemos tenido altibajos importantes a lo largo de las décadas, Venezuela y Colombia son dos naciones unidas con grandes lazos de hermandad. Somos dos pueblos semejantes que comparten una magna historia, una rica cultura y una idiosincrasia única en el mundo.
La reapertura de la frontera entre Venezuela y Colombia es una nueva oportunidad para hacer verdadera política, esa que existe para ayudar a las personas, para solucionar los problemas sociales y promover el desarrollo y el progreso social. Para hacer política es necesario entender que es lo mejor para nuestros países, para la gente, apartando la ideología, los intereses personales y las ambiciones propias. El norte de nosotros los políticos debe ser siempre el bienestar de las personas.
Millones de venezolanos y colombianos que viven en la zona fronteriza han recibido la noticia con mucho entusiasmo, esperanzados de que sus vidas puedan ser más llevaderas gracias a esto. Los pasos fronterizos no solo podrán reactivar ciertos sectores económicos que nos beneficiarán a todos, sino que permitirán que muchas familias que han estado separadas por tanto tiempo puedan reencontrarse, y también que los venezolanos podamos hacer conexiones a otros países de manera más fácil.
Los venezolanos y los colombianos somos hermanos que nos hemos tendido la mano en los tiempos de dificultad. Durante los años de mayor desestabilidad política y social en Colombia, Venezuela sirvió de refugio a millones de migrantes colombianos que vinieron a nuestras tierras buscando un nuevo hogar y un futuro. Ahora, cuando los venezolanos atravesamos una emergencia humanitaria compleja como consecuencia de un modelo político fracasado, la nación neogranadina ha hecho lo propio recibiendo a millones de migrantes venezolanos, brindándoles oportunidades que lamentablemente no encuentran en Venezuela en este momento. Esos son vínculos irreemplazables que nos unen y que no pueden ser olvidados.
Nuestras fronteras nunca debieron estar cerradas. Esa decisión solo causó problemas y dificultades a la vida de los venezolanos. En Venezuela necesitamos de la verdadera política, que permita la toma de decisiones correctas para garantizar la calidad de vida de las personas y poder reconstruir el país que queremos. En unidad y con intercambio de ideas, podremos transformar nuestra realidad y finalizar esta tragedia que vivimos, dando paso a una mejor nación.
Stalin González