En los últimos tres meses, el precio del petróleo acumula un declive de 25% en un mercado donde la preocupación por una menor demanda pesa más que los temores a la contracción de la oferta. El debilitamiento del barril aumenta la incertidumbre en la frágil economía venezolana, que tiene en el petróleo su principal fuente de dólares.
El precio del Brent, el barril marcador en el mercado internacional, se ubicó el 15 de septiembre en 92 dólares, un nivel más terrenal en comparación con los 124 dólares del 8 de junio, en un entorno signado por las señales que apuntan a una menor demanda en China, Estados Unidos y Europa.
La economía de China, uno de los países que más consume petróleo en el mundo, pierde impulso por los confinamientos para enfrentar el rebrote del COVID-19 y la crisis del mercado inmobiliario que deprime la producción en las empresas ligadas a la construcción.
En Estados Unidos, otro consumidor clave en el negocio petrolero, la aceleración de la inflación obligó a la Reserva Federal a incrementar las tasas de interés, una medida que impacta el consumo y el crecimiento de la economía.
“Las tasas de interés más altas, el crecimiento más lento y las condiciones del mercado laboral más débiles reducirán la inflación, pero también supondrán cierto dolor para los hogares y las empresas”, admitió el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, el pasado 26 de agosto.
En Europa, la guerra también se libra en el mercado energético. Rusia condiciona el suministro de gas al levantamiento de las sanciones que Occidente impuso al Kremlin tras la invasión a Ucrania. El resultado es la disparada del costo del gas, esencial para producir electricidad y mantener a la economía en buen estado.
En julio, la producción industrial en los 19 países que utilizan al euro como moneda se redujo 2,3% respecto a junio en una clara señal de que la recesión toma cuerpo. Capital Economics afirma que el alza de los precios del gas golpeará con más fuerza que el aumento del petróleo en las crisis de 1974 y 1979 y “ambas fueron seguidas de recesiones”.
El soporte del barril
A la par de las preocupaciones por el debilitamiento de la demanda se mueven factores que dan soporte al barril, e incluso, podrían impulsar un rebote en el mediano plazo. Un elemento a tomar en cuenta es que, ante el aumento de los precios del gas y la electricidad, está creciendo el uso del petróleo en la generación de energía.
“Los precios del gas natural y de la electricidad se han disparado hasta alcanzar nuevos récords, incentivando el cambio de gas a petróleo en algunos países” dice la Agencia Internacional de Energía, que espera que por esta razón aumente la demanda de petróleo en 700 mil barriles diarios durante los próximos seis meses.
En China, los confinamientos han desencadenado escasez de alimentos y medicinas, por lo que analistas no descartan que el gobierno abandone su política centrada en alcanzar “cero COVID” y permita una mayor movilidad que se traduciría en más consumo de petróleo.
Al mismo tiempo, se desvanece la posibilidad de un pronto acuerdo entre Estados Unidos e Irán en el que Teherán limitaría su programa nuclear a cambio de un alivio importante en las sanciones económicas que le permitiría aumentar su oferta de petróleo.
“No estamos tan cerca de un acuerdo como antes”, dijo la semana pasada el coordinador de Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, en conversación con periodistas.
Estados Unidos ha utilizado parte de sus reservas estratégicas de petróleo para aumentar la oferta, pero esta estrategia culminará en octubre. Además, el G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) anunció que colocará un tope de precio al petróleo ruso que aumentará la distorsiones en el mercado.
El plan es colocar un tope al precio al que los países compran el petróleo ruso para disminuir los ingresos del Kremlin y así ayudar a Ucrania sin reducir la cantidad de barriles en el mercado. Pero el presidente de Rusia, Vladimir Putin, adelantó que no suministrará petróleo a los países que decidan acatar esta iniciativa del G7.
Otro elemento importante es que la OPEP ha dejado en claro que está dispuesta a defender el precio del barril, al anunciar un recorte de 100 mil barriles diarios que entrará en vigencia el primero de octubre.
El ministro de energía de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, explicó que la OPEP cuenta con el “compromiso, la flexibilidad y los medios” para hacer frente a un mercado que catalogó en “estado de esquizofrenia”.
Los escenarios
Los analistas no ocultan las dificultades para proyectar qué ocurrirá en el mediano plazo. En un reporte reciente, BofA Securities señala que los precios del petróleo podrían aumentar o bajar en un rango de hasta veinte dólares en los próximos meses. “Hay demasiada incertidumbre en torno a los fundamentos”, explica.
UBS considera que los precios aumentarán en lo que resta de año y proyecta que el barril Brent se cotizará en torno a los 110 dólares impulsado por el fin del uso de las reservas de Estados Unidos y los esfuerzos para disminuir las ventas de Rusia.
Por su parte, Eurasia Group considera “poco probable que los precios petroleros se recuperen con fuerza de su banda actual de 90-100 dólares el barril, a menos que se produzca una importante interrupción inesperada del suministro”.
En julio, Citigroup estimó en 40% la probabilidad de una recesión en la economía global, es decir, dos trimestres consecutivos de descenso en el PIB mundial. En ese caso, sus proyecciones contemplan que el petróleo caiga hasta los 65 dólares el barril.
Piso de cristal
Para la administración de Nicolás Maduro es crucial que el valor del petróleo no continúe debilitándose. Las exportaciones petroleras son la principal fuente de los dólares que cada semana el Banco Central vende para tratar de mantener estable el tipo de cambio y por esta vía contener la inflación que en los últimos doce meses acumula un salto de 114%.
Tras seis años de aumentos de precios de tres dígitos, la confianza en la moneda se ha perdido y para las empresas y la mayoría de los venezolanos “no hay dólar caro”. En este entorno la demanda de dólares irá en aumento a medida que el gobierno incremente los pagos en bolívares en el cuarto trimestre.
Un aspecto clave es que la producción de petróleo se estancó en niveles ínfimos, entre 600 mil y 700 mil barriles diarios. Además, para evadir las sanciones de Estados Unidos, el gobierno exporta petróleo a través de intermediarios que exigen un descuento que operadores estiman entre 30 y 40 dólares por debajo del precio del Brent.
A la lista de inconvenientes se añade que una parte de los barriles exportados no genera caja porque se envían a China e Irán para pagar deudas y a Cuba por el tratado que Venezuela mantiene con la Isla.
Síntesis Financiera indica en su informe El Tesorero que las exportaciones petroleras promediaron 600 mil barriles diarios en los primeros ocho meses del año y “aproximadamente el 46% de ese volumen no ha generado caja: 10% ha ido a Cuba, 24% a pagar a Irán por el suministro de diluentes y 7% al pago de deuda con China”.
El tanque de dólares que tiene el Banco Central para intervenir en el mercado cambiario tiene niveles históricamente bajos. Apenas cuenta con cinco mil millones de dólares de los cuales solo 800 millones son en efectivo y el resto corresponde a barras de oro.
Las estadísticas del Banco Central muestran reservas por el orden de diez mil millones de dólares porque incluye unos Derechos Especiales de Giro en el Fondo Monetario Internacional que no puede utilizar ya que este organismo no reconoce al gobierno de Nicolás Maduro como legítimo.