La ciudad que pervive en nuestros días no es la misma visualizada en los recuerdos de antier; todo ha cambiado, el paso del tiempo desgastó las estructuras y no fue posible actualizarlas porque la crisis carcomió todo lo visible, incluyendo a sus habitantes quienes hoy en día debieron reinventar sus modos de vida para levantar un potencial comercial aún vigente, el cual reviste a las calles de vitalidad, donde personas de diferentes nacionalidades pueden conducir negocios con inventarios tan variados que la palabra escasez ya no tiene cabida, lo que redunda en vitalidad ciudadana de un territorio que se negó a su extinción.
En Barquisimeto, la política fue puesta a un lado y no por el hecho de que las organizaciones con fines políticos dejaran de cumplir con su rol, sino porque todos los ciudadanos cegados por unas narrativas sin basamentos reales obviaron lo público y ese espacio fue cubierto por la desidia hoy día maquillada con pintura, aplicada con el fin de proyectar una gestión de gobierno que no existe. Solo la quietud cívica regala los espacios de todos a la nula administración, circunstancia hoy superada por el arduo trabajo de las ONG y demás iniciativas con la suficiente determinación para enrumbar de nuevo a la ciudad y a sus habitantes en una senda diferente donde exista la posibilidad de futuro.
Asimismo, todos estos años de anomia social sólo produjeron una clara demarcación entre tres clivajes hoy vigentes en Barquisimeto, esto dado a que existen diferencias notables entre la población que vive más al este de la ciudad, quienes sí pueden costear el precio de unos servicios privatizados por un sistema fallido, en contraposición con unos ciudadanos cuyas viviendas quedaron rezagadas a la periferia donde un cisterna es un lujo de años pasados, quedando en el centro de estos dos polos una población que pudo profesionalizarse, pero que no percibe ingresos cuantiosos en moneda extranjera. Todo este panorama genera un mapa humano construido sin la justicia que solo la política es capaz de consolidar.
Por otra parte, en estas fechas festivas para la ciudad es fundamental hacer hincapié en esa fórmula humana transformadora de realidades como es la POLÍTICA, actividad necesaria para lograr encarrilar los destinos de todos al futuro, porque las acciones que se comienzan a idear en el presente y se ejecuten con motivo, dirección y sentido lograrán convertirse en vectores de cambio solo si parten del poder delimitado por la política, y es que esta actividad humana es el arte de lo posible, donde los individuos con determinación pueden lograr arropar con su energía una metrópolis como la soñada por todos.
De igual forma, no podría quedar completo un acercamiento a lo que es Barquisimeto sin abordar las potencialidades del territorio, porque esta ciudad donde muchos llegan por instrucción académica terminan por ser adoptados por las buenas costumbres de su gente, así como también quedan atrapados por su orden numerado que convierte a cada dirección en una coordenada precisa. Estas circunstancias hacen de la ciudad un atractivo, y siempre está aceptando nuevos naturalizados con ideas para enriquecer el comercio, asimismo seguirán llegando individuos con la determinación de generar bienes terminados en los espacios de la zona industrial, lugar donde reside el futuro de este territorio bajo las circunstancias que su gente posibilita.
Finalmente, es un deseo colectivo que la ciudad sea de nuevo dirigida por líderes con pensamiento posmoderno, hombres y mujeres herederos de rebeldía que nieguen las dificultades del ahora para con su trabajo cosechar frutos exóticos aprovechables por todos sus habitantes, donde las barreras del progreso sean un recuerdo amargo de una realidad que no debió ser. Ese es el futuro que los autóctonos y los naturalizados imaginan para esta tierra de progreso y que seguro será protagonista de los cambios venideros en el tiempo presente.
Eduin Adjunta
@adjunta90