Cuatro ediciones del libro de Luis Oropeza Vásquez:
Vida y sacrificio del General Pedro León Torres
Lo primero que debemos resaltar es que el autor de esta destacada obra sobre el General Pedro León Torres, Luis Oropeza Vásquez, es que se trata de un meritorio historiador y periodista caroreño autodidacta, formado al margen de los centros académicos dedicados a la ciencia de Clío. En tal sentido Oropeza Vásquez con su pluma nos recuerda a otros dos egregios escritores autodidactas torrenses: don Cecilio “Chío” Zubillaga y Rafael Domingo Silva Uzcátegui. Quizás guiados por estos hombres de pensamiento se anima Oropeza Vásquez escribir tan eminente biografía del Prócer de la Independencia a la que le da el sugerente título de Vida y sacrificio del General Pedro León Torres. Durante muchos años fue un colaborador del Diario de Carora, donde firmaba sus artículos como Lor Vaz. Se le considera discípulo aventajado de Cecilio “Chío” Zubillaga Perera, nuestro pensador de hamaca y zaguán, honrosa condición que ha sido pocas veces reconocida.
Primera edición (1974)
La primera impresión de esta obra de Luis Oropeza Vásquez es del año 1974, momento cuando gana meritoriamente el concurso literario Juan Jacinto Lara, el otro epónimo caroreño, promovido por el Instituto Universitario Politécnico de Barquisimeto, veredicto que emite un jurado calificadísimo: el humanista y poeta barquisimetano Pascual Venegas Filardo, el historiador tocuyano Carlos Felice Cardot, Luis Acosta Rodríguez y Monseñor Críspulo Benítez Fontúrvel, máximo jerarca de la Iglesia Católica en el Estado Lara. La edición la realiza la Oficina Central de Información, Caracas, Venezuela.
La primera edición está estructurada en apenas tres partes: I. La familia procera. II. La Campaña en Venezuela, III. Comandante en Jefe en el Sur. En 241 páginas, de las cuales la vida militar y en campaña ocupa, no podía ser de otra manera, la mayor parte del libro, unas 190 páginas. Se trata, en consecuencia, de una biografía de un hombre a caballo y en permanentes desplazamientos y encuentros armados. Los partes y órdenes de guerra, informes de tácticas de combate y la relación de Pedro León Torres con los jefes patriotas serán de la atención permanente del autor: Bolívar, Sucre, Urdaneta, Páez, Mc Gregor, Santander. Se trata, en atinadas palabras de Luis Oropeza Vásquez, de un Caballero de la guerra.
Tres momentos desgraciados en el desarrollo del conflicto anticolonial merecen la atención de Luis Oropeza Vásquez: primero, la insubordinación y el posterior fusilamiento del General curazoeño Manuel Carlos Piar, doloroso suceso acontecido el 16 de octubre de 1817. El General Torres aprueba el paso por las armas del héroe de la Batalla de San Félix por desconocer el mando supremo del Libertador, pero se opone obstinadamente a que fuese degradado “en respeto y homenaje final a los laureles conquistados en la lucha por la Independencia.”.
El otro momento difícil vivido por el General Torres tiene que ver con un malentendido con una orden dictada por Bolívar, quien atribuye a cobardía del General Torres la detención de su marcha, quien le quitó en el acto el mando de la División. “Torres echó pie a tierra, y con los ojos que parecían dos rayos, le dijo: No, estas divisas que quiere Vuestra Excelencia empañar las debo a mi valor y no son de V. E. sino de la patria, que es el objeto de mis sacrificios: la sangre de mi familia derramada casi toda en esta gloriosa guerra, me reclama en este momento la vindicación del ultraje que en mi persona quiere hacérsele. Sino sirvo como General, serviré como soldado y nadie podía impedirme este servicio más a mi patria, y al proferir estas palabras lo hizo arrebatando el fusil a un soldado. Y más adelante agrega Oropeza Vásquez que “El Libertador, no sé si admirado de aquella gentileza, o complacido por la idea de que en aquella exaltación era seguro que encontraría el sepulcro ese mismo día un republicano tan temido como Torres le escuchó lleno de asombro y como procurando satisfacerle le dijo: “Bien, General, vuelva usted al mando y marche usted al enemigo.”
El desgraciado tercer momento no es otro que el terrible y doloroso sacrificio del General Torres en la fatídica y en extremo costosa Batalla de Bomboná, el 7 de abril de 1822: “Bolívar lamentó la preciosa sangre que había costado.” En esa muy difícil batalla es herido mortalmente el General Torres, quien es conducido a un hospital militar del enemigo, y tras 167 días de terrible agonía fallece el héroe caroreño el día 22 de agosto de 1822: La muerte y gloria en Yacuanquer. En este poblado colombiano limítrofe con Ecuador reposan sus restos mortales en espera de su justa y merecida repatriación este año de 2022.
Segunda edición (1988)
En ocasión del Bicentenario del Nacimiento del héroe caroreño, es decir en 1988, saldrá a la luz la segunda edición de Vida y sacrificio del General Pedro León Torres, una bien cuidada edición, promovida por la Municipalidad de Carora, Municipio Autónomo Torres y la Junta del Bicentenario del Natalicio del General Pedro León Torres que presidió el mismo Don Luis Oropeza Vásquez, con prólogo de Gerardo Pérez González, acompañado de los siguientes miembros: Alberto Álvarez Gutiérrez, Alejandro Barrios Piña, José Numa Rojas, Rosario D´amelio, Haydée Álvarez Díaz, Manuel Infante de La Cruz, José Luis Malavé, Pedro Salazar, Chiquinquirá Figueroa, Gabriel Cabrales, Rito Ramón Rodríguez. Su portada rescata el óleo del epónimo que pintara en 1922 Tito Salas, y que hogaño se haya en lamentable condición de deterioro.
Como verdadero “lugar de la memoria” (Pierre Nora), esta inestimable y valiosísima pintura merece de toda nuestra atención y respeto. Es patrimonio cultural de la nación venezolana, semejante al Miranda en la Carraca.
Este extraordinario óleo refleja admirablemente el momento en que Simón Bolívar degrada y quita el mando al General Torres, momentos antes de la dificilísima y fatídica Batalla de Bomboná del 7 de abril de 1822, en la que encontrará las heridas que le ocasionarán la muerte cinco meses después tras larga agonía en Yacuanquer, al sur de Colombia. En un gesto un tanto histriónico, Tito Salas retrata al héroe caroreño desafiando, valido de su coraje y arrojo en combates, la autoridad suprema del Libertador Simón Bolívar, quien no aparece en la pintura sino como reflejo de su sombra en el piso del afamado óleo.
La segunda edición conserva la estructura y el contenido de la primera impresión del libro de Oropeza Vásquez, solo que se le agregaron interesantes anexos que reflejan la opinión de los críticos sobre la obra. Allí están las opiniones de Pascual Venegas Filardo, Adolfo Salvi, L. Pérez Jil (Eleazar Pérez Piñuela) Antonio Crespo Meléndez, Guillermo Morón, Augusto Mijares, Hermann González Oropeza S. J., Carlos Gil Yépez, el propio Luis Oropeza Vásquez. Ojalá que la venidera edición de Monte Ávila Editorial Latinoamericana conserve tan interesantes y eruditos anexos.
Tercera edición (2022)
Treinta y cuatro años después, en 2022, hará su rutilante advenimiento la tercera edición de la obra sobre el epónimo de nuestro Municipio, quien fallece bajo las órdenes del Libertador Simón Bolívar en la Campaña del Sur en Nueva Granada. Será excelente edición que correrá a cargo del Gobierno Nacional del Presidente Nicolás Maduro Moros y de la incomparable Monte Ávila Editores Latinoamericana, en ocasión de conmemorarse el próximo 22 de agosto de 2022 el Bicentenario de la Muerte y Paso a la Inmortalidad del General Pedro León Torres, una auténtica y necesaria reafirmación de lo nacional venezolano y suramericano en tiempos de agresiva y disolvente globalización neoliberal. Será a no dudar una edición de lujo que tratará de enmendar el olvido histórico que ha sufrido el Héroe de la Batallas de San Félix y de Bomboná, cuyas cenizas esperan desde Yacuanquer, Colombia, ser repatriadas a su país luego de larguísimas dos centurias de espera.
Cuarta edición (2022)
Y no podía estar ausente una cuarta edición de la obra salida de las manos y el estro inspirado de Luis Oropeza Vásquez, esta vez auspiciada por el licenciado Javier Oropeza, Alcalde del Municipio General de División Pedro León Torres, auspicioso anuncio que hizo el burgomaestre el pasado 25 de junio de 2022, en ocasión del 134° Natalicio del Héroe de San Félix y Bomboná, conmemoración celebrada en la vecina población de Los Arenales, localidad cercana a la ciudad del Portillo de Carora, hogar de la familia Torres Arriechi.
Su presentación y prólogo estará a cargo del presbítero abogado Alberto Álvarez Gutiérrez, escritor que ya cuenta con una meritoria y resaltante obra historiográfica. Saldrá esta bienvenida edición cuarta de los destacados y responsables talleres de la Tipografía y Litografía Horizonte, sita en Barquisimeto, Estado Lara, República Bolivariana de Venezuela. Será una edición de 5.000 ejemplares, todo un acontecimiento, puesto que vencerá el magro límite del millar de ejemplares a los que estamos acostumbrados los venezolanos.
El General Pedro León Torres y el Arquetipo Mesiánico del Hermano Mayor
En 1961 publica un joven médico psiquiatra caraqueño, Francisco Herrera Luque, una interesante y muy polémica obra titulada Los viajeros de Indias. Es una obra influida por el pensamiento filosófico de Wilhelm Dilthey, Edmund Husserl y la fenomenología, así como de la psicología analítica del psiquiatra suizo, discípulo de Sigmund Freud, el médico Carl Gustav Jung (1875-1961).
Ahora bien, preguntémonos qué son los arquetipos. Los arquetipos de Carl Jung representan el inconsciente colectivo que compartimos todos los seres humanos independientemente de nuestra cultura, de nuestro sexo biológico o del periodo de la historia en que hayamos vivido, según la teoría desarrollada por este psicoanalista suizo y discípulo rebelde del controvertido Sigmund Freud.
Es Francisco Herrera Luque quien nos habla de los arquetipos jungianos en las páginas iniciales de Los Viajeros de Indias, de la siguiente manera: “…hay fantasmas históricos que constantemente se hacen sentir, como es el arquetipo mesiánico del Hermano Mayor, que nos carcome, de ayudar a los pueblos hermanos (…) arquetipo que parece venirnos de nuestros padres libertadores, pero que si hurgamos un poco más nos damos cuenta que esa voluntad de transformación es mucho más vieja: procede de la conquista. Los libertadores sólo la continuaron …”
Los arquetipos son dinamismos psíquicos muy arcaicos que inconscientemente motivan las conductas humanas. Los hay de distintas formas: el amigo, el inocente, el cuidador, el explorador, el amante, el creador, el bufón, el sabio, el mago, el gobernante, y el que acá nos interesa particularmente: el héroe, que va acompañado del arquetipo del Gran Padre, emparentado con el arquetipo del Hermano Mayor del que nos habla Herrera Luque. Este arquetipo representa a un guardián del orden y la cordura en un mundo caótico.
Este arquetipo se combina con otro complejo psicológico muy presente en los pueblos hispánicos: el mesianismo. En nuestra cultura se dan cita tres potentes mesianismos: el judaico, el cristiano y el islámico. En 1980 escribió en francés el antropólogo Jacques Lafaye una obra que tituló Mesías, cruzadas, utopías, con el subtítulo El judeo-cristianismo en las sociedades ibéricas. Escribe Lafaye que “el radical personalismo hispánico es causa de que la conciencia y la proeza colectiva sólo llegan a cuajar donde hay un héroe individual que las despierte y las sepa encabezar y cifrar en su inspirada personalidad.”
Es este arquetipo mesiánico quien empuja a los Libertadores a la Campaña del Sur, estrategia continental anticolonialista que lidera Simón Bolívar, el personaje más conectado con este arquetipo mesiánico y de impronta romanticista, lo acompañan fervorosos y entusiastas los muy jóvenes patriotas José Antonio Sucre, Rafael Urdaneta, José Antonio Anzoátegui, Francisco de Paula Santander, Manuel Valdés, José de San Martín, y nuestros coterráneos Jacinto Lara, y Pedro León Torres.
Estos serán los hombres que encarnan el arquetipo mesiánico sacrificial, pues tendrán un final apresurado, una vida excesivamente breve y un desenlace trágico, lo cual fortalecerá aún más sus estaturas mitológicas al fragor de una contienda brutal, que aparecía como interminable: el Mariscal Sucre será vilmente asesinado a los 35 años, perseguido y desilusionado morirá el Libertador Simón Bolívar a los 47 años, a los cortos 39 años morirá José Félix Ribas, decapitado en una plaza pública termina José María España a los 38 años, nuestro General Pedro León Torres dejará la vida terrena a los 34 años en un hospital militar de los realistas en Yacuanquer, Colombia. La hecatombe de la guerra impide que ellos se acerquen siquiera a la media centuria de vida.
Una inspiración mesiánica al calor del romanticismo envuelve a estos magníficos seres humanos, quienes dejan atrás una vida de privilegios y comodidades para dar auxilio al ser humano caído, una como voluntad que se encuentra en los textos bíblicos y que anima la acción en la búsqueda afanosa y apasionada de la veterotestamentaria redención de los oprimidos.
Luis Eduardo Cortés Riera