Aquel Cristo carcomido que fue hecho de madera,
En momentos de tristeza, entre suspiros y oraciones,
Es el mismo que fue pintado, fue pulido y fue regado,
Con suspiros, con lágrimas de amor y de nostalgia,
Hoy un palo más a la vera del abismo…
De aquel hombre, ¡Oh bardo peregrino!
Cuyos cantos alegraban el camino,
Han quedado solos, detenidos, sin sentido y yertos,
Los versos de sus últimos crepúsculos,
Ocultos en el brillo del último lucero…
Entre las piedras y hierbas al borde del abismo,
El recuerdo grita y suspira invocando al cielo,
No la esperanza del que siempre espera,
Sino la oración del que nunca olvida…
Amanda N. de Victoria