Esta semana, Nicolás Maduro decidió regañar a la alcaldesa del municipio Libertador de Caracas y al jefe del Gobierno de Caracas, por el pésimo estado del asfaltado y de las alcantarillas en el sector de Catia. Es cierto que la gestión en el municipio Libertador ha sido paupérrima y los caraqueños, al igual que en el resto del país, debemos hacer esfuerzos para sobrevivir entre tanta precariedad y miseria. Pero esto no es nuevo, toda Venezuela tiene años viviendo una situación de miseria y desigualdad y no se debe solo a la mala gestión de alcaldías sino al mal modelo que el régimen ha impuesto.
Desde su llegada al poder, se han dedicado a desmantelar y atacar la descentralización, haciendo que todas las instituciones e instancias del Estado dependan de su control central y desde ahí se tomen todas las decisiones del país. Lograron que las gobernaciones y alcaldías dependieran cada vez más del Ejecutivo Nacional, al punto tal que hoy no tienen casi margen de acción. No existe la autogestión ni la fuerza suficiente para la recaudación de ingresos que puedan servir para obras públicas.
La culpa del estado que hoy tiene Caracas no es solo de la alcaldesa. El principal responsable de la tragedia que vivimos a diario es precisamente el régimen, que durante tantos años se ha encargado de destruir a Venezuela en todos los sentidos posibles, tomando malas decisiones políticas y económicas y llevando al país al desastre en el que está sumergido. No se puede tener tanto descaro para seguir intentando engañar a los venezolanos.
La culpa de la crisis siempre es de otros y solo han demostrado una alta capacidad para evadir la responsabilidad de sus actos y repartir culpas a diestra y siniestra. Fingir en televisión jalones de orejas no mejorará a nuestro país ni le dará bienestar a toda la población.
A Venezuela le urge un cambio de modelo, necesita reconstrucción nacional, respeto a la descentralización, un plan económico acertado y sostenible en el tiempo. Venezuela necesita un gobierno democrático, que se retome la discusión e intercambio de ideas para solventar los problemas de la población. Hacen falta alcaldes y gobernadores trabajando en beneficio de los venezolanos. Venezuela necesita más que discursos y palabras vacías. Los cargos públicos existen para ayudar en el desarrollo nacional y el progreso social, para ser un empleado en pro del beneficio colectivo y no de unos intereses personales.
Los que soñamos con ese cambio, debemos seguir trabajando para salir del pozo en el cual nos han hundido. La unidad y el acercamiento con los venezolanos es la clave para lograr esta meta. Debemos recorrer el país, conocer a profundidad las distintas realidades que aquí se viven, entenderlas y proponer soluciones que se ajusten a ellas. Los venezolanos quieren un cambio de rumbo y para ello debemos ser esa respuesta que buscan porque sin su apoyo, no hay objetivo que se pueda cumplir.
Stalin González
