Por: Jorge Ramos Guerra
Cuando Juan Carmona naciera en Carora, el 22 de febrero del año 1900 no se imaginó al estudiar Ciencia Jurídicas, egresando de la Universidad Central de Venezuela en 1921, que ya el complejo mundo de aseguradoras estaba contemplado en el Código de Comercio desde 1862, y ¿a qué viene esto? sencillamente, que el abogado Carmona se especializaría en la rama del derecho, civil y mercantil, destacándose no solo como profesional, consultor, sino docente, con la publicación de una extensa bibliografía entre los cuales se destacan “En defensa del hijo Natural”, ”Caducidad de una Acción”, “Anotaciones Profesionales”, “La Excepción de Juego en el Código Civil Venezolano” y en materia de Seguros “El Seguro de Vida en Venezuela”, “El Seguro de Vida en Venezuela” “El Contrato de Reaseguro” conociendo su evolución que hoy requiere su especialización, en el mundo globalizado. Previo a sus estudios de derecho Juan Carmona, recibiría una esmerada educación, como hijo del fundador del diario “El Impulso” y en aquel modesto taller de 1904, correría y jugaría escuchando las conversaciones no solo propia del sitio donde se imprimía un diario, para informar y pinar, sino de toda una élite intelectual de médicos, sacerdotes, maestros, políticos, poetas, pintores, experiencia recogida en un libro suyo, quizás el más ameno por lo humano “Nuestra Carora del 900” que trata de una charla en el Club Lara, con motivo de desvelarse un retrato de su padre Don Federico Carmona en 1954. Efectivamente, es una reseña de la Carora de sus afectos infantiles, juveniles y universitarios, que bien puede calificarse como una autobiografía, retratando el ambiente y personajes en que se desarrolló su vida de escritor con la fibra periodística heredada y transmitida después a sus hijos.
En “Nuestra Carora del 900” nos enteramos de la vocación pública y espiritual de caroreños que desde la medicina, la iglesia, educación, ganadería, artesanía, pintura, música la poesía, el periodismo, deporte y cultura en general pondría todo su empeño personal por el colectivo caroreño y en medio de todo ello cuenta que si teníamos dias de dolor, también tenemos nuestras grandes fiestas. Y eran aquellos dias de San Juan y San Pedro, con sus cabalgatas disfraces y cepos de campaña y las navidades con sus pesebres y aguinaldos y aquellas Semanas Santas en que los párrocos se desviven por el mayor esplendor de sus dias peculiares y aquellos domingos de Resurrección….
Emociona oírle decir de aquella noche angustiosa del 18 de mayo de 1900. Habían anunciado los profetas agoreros que la tierra sería incendiada por la cola espectacular de Comte de Halley que había sido durante los dias del mes de mayo después de los ejercicio consagrados a la Virgen, motivo de sabrosas noches sus paseo populares. Pero había llegado el día terrible para esperar algo resignado la catástrofe, rezando el trisagio bajo la dirección fervorosa del doctor Zubillaga. Allí permanecimos hasta altas horas de la noche, cuando las personas mayores dieron por espirada la hora del peligro y volvamos al reposo sereno e nuestras cálidas noches de verano interminables.
Hay unos hechos trascendentes en el caroreño, escritor, historiador y abogado Juan Carmona., quien fallecería el 12 de abril de 1975. Primero, su historia del general Juan Jacinto Lara, logrando con epónimo la declaratoria de su fecha de nacimiento como Día del estado. Segundo, el asesinato de Monseñor Salvador Montesdeoca, como fue entregar a la Diócesis de Valencia los restos de quien fuera su Obispo y segundo interponer ante el gobierno alemán la indemnización por los daños morales causados y en ese mismo orden, demandar por ante la “Junta de Reclamaciones Contra los bienes del general Juan Vicente Gómez” por los sufrimientos y muerte de Rafael Arévalo Cedeño y Pío Tamayo, que merecen capítulo aparte y a la Historia voy, Victoriosa o vencida…
Jorge Ramos Guerra