Su color puede variar desde el rosa pálido hasta un carmesí o bermellón, dependiendo de la zona donde viva y de la cantidad de crustáceos con altos contenidos carotenoides que consuma.
Tiene un largo y flexible cuello, que mantiene recto en vuelo y arqueado en reposo. El singular pico curvado tiene la base superior blanquecina y la inferior rosada, con la punta negra en ambas mandíbulas. Posee unas largas patas rosadas que terminan en dedos palmeados.
Es monógamo y junto a su pareja selecciona un sitio para anidar, incubar y criar crías. Aunque algunas veces se ha visto como uno de los integrantes de la familia puede llegar a copular con otros flamencos.
Al momento de buscar pareja es el macho quien corteja, pero, la hembra es quien lleva el control de la decisión.
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Durante el cortejo realizan movimientos sincronizados hasta que un miembro aborta este proceso. Cuando se establecen como pareja, a menudo conviven, duermen y comen muy cerca.
Cuando quiere sustento, se traslada en grandes bandadas. Se especializa en alimentarse en lagos con grandes concentraciones salinas o alcalinas.
Al igual que otras especies de flamencos, cuando su área es perturbada, el tococo migra distancias cortas pero seguras donde pueda obtener suficiente alimento. Si bien sus vuelos no son tan largos como los de otras aves migratorias, puede hacerlo por largos períodos sin comer.
Para alzar el vuelo dan grandes pasos a manera de carrera dentro del agua y vuelan en formación en “V”.
La longevidad esperada del flamenco es de 40 años, una de las más largas dentro de las aves.
En tamaño solo es superado por el flamenco común (Phoenicopterus roseus).