#OPINIÓN Gaveta azul: De la verdad #22Ago

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En la historia de la civilización, no existe un tema más importante, más discutido que el llamado problema de la verdad y su relación con la contraparte opuesta, la mentira. Filósofos, pensadores, líderes religiosos, conductores de pueblos, se han enfrentado constantemente con la tarea de convencer que sus decisiones, sus realizaciones, sus palabras, contienen exactamente la verdad. Se dice al respecto que ninguna verdad humana es absoluta y que existen tantas versiones e interpretaciones de la verdad como criterios e intereses estén en juego en un momento dado.

Es evidente que donde surge con más fuerza el enfrentamiento de la verdad con los hechos es en las relaciones de los gobernantes con sus pueblos, no hay conductor o líder político que no haya justificado como únicas y precisas verdades solo sus palabras, si bien afloran por cualquier parte y lugar hechos y sucesos cuestionando esa verdad pregonada por el líder. 

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Observemos ahora lo que nos ha dicho el libro sagrado acerca del tema, un concepto esencial surge a primera vista expresando que solo la verdad desenmascara a los escribas y fariseos. En el Año Segestésimo del primer templo, en Lydia nuestro cronistas y letrados estudian los rollos y pergaminos procedentes del ágora celebrada en la última vendimia, donde un torneo de hablantes, sabios, escribas, doctos y otros hombres de letras, precisaron materias en torno a la verdad.

La ponencia inicial partió de la premisa asentada por Moisés en su decálogo, donde expresa en octavo orden :

“No darás falso testimonio contra tu prójimo” (Éxodo 20/16)

Posteriormente en el primer debate, hubo énfasis en recordar que Salomón, hijo de Daniel en la mujer de Urias, Rey de Israel consideraba que algunos hechos de la conducta del hombre merecen especial reprobación. Aaron Radamis, llamado El Docto, asintió a esa formulación, citando los proverbios para expresar :

  • Hay 6 cosas que detesta Yahvé, y 7 que su alma abomina; los ojos altaneros, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que trama designios perversos, los pies que corren presurosos al mal, el falso testigo que profiere calumnias y el que siembra discordia entre hermanos. (Proverbios 16/19)

Una pausa sirvió para definir las llamadas intenciones de Salomón; y seguir citando :

  • El que dice la verdad proclama la justicia, más el falso testimonio muestra la perfidia, los labios veraces permanecen siempre pero la lengua mentirosa dura un instante. (Proverbios 12/17, 12/19)

Hubo después la historia de Salomón en detalle como homenaje recordatorio de su sabiduría. El lector puntualizó para la consabida nota de cierre que reinó “Cuarenta años en Jerusalén sobre todo Israel…le sucedió en el reino Roboam, su hijo”.

Cumplidos los debidos respetos se concedió la palabra a Mateo, el Evangelista. Dijo éste :

  • Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas que pagáis el diezma de la menta, del anís y del comino y descuidan lo más importante de la ley; la justicia, la misericordia y la buena fé. Es necesario hacer una cosa, sin descuidar la otra “!Guías ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello!” …

!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que sois como sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, mas por dentro están llenos de huesos, de muertes y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera parecéis justos antes los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. (Mateo 23/23-24; 27-28)

La última sesión del día, después de tan duros apóstrofes, correspondió  a quien se presentó como hermano de Mateo, igual en carácter de evangelista, llamado Lucas, de gran fama en aquellos contornos. Era nacido en Antioquia y de vastas luces, médico cultísimo que se expresaba en varias lenguas.

Su personalidad dominó pronto al auditorio, particularmente por el énfasis universalista que supo dar a cada uno de los lineamientos morales ofrecidos en su disertación, cuyos particulares al referirse a la honestidad integral, con lo que fue cerrado el ágora estuvieron expresados en estas bellas frases :

  •  ¿Qué tienes tú que mirar la paja en el ojo de tu hermano si no adviertes la viga en el tuyo?
  • ¿Cómo puedes decir a tu hermano : deja que saque la paja de tu ojo tú que no ves la viga en el tuyo? Hipócrita arroja primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver para quitar la paja del ojo de tu hermano (Lucas 6/41-42)

Aquellos hombres, doctos, evangelistas y letrados se rindieron un último homenaje mutuo de gentileza y grata camaradería, para convocar a posterior fecha en tierras medas.

Quién tenga ojos para ver, vea. Quien tenga oídos para oír, escuche.

Pedro J. Lozada

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