#OPINIÓN Sabores tuyeros en las manos de Fulgencio Aquino #20Ago

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El punzante sonido de las cuerdas metálicas del arpa y el permanente repiqueteo de las maracas que acompañan a una voz cantante se constituyen como la marca inconfundible del joropo que se interpreta en la región central del país, especialmente en el eje que conforman los Valles del Tuy, las regiones limítrofes con el estado Aragua así como algunos puntos de los estados Carabobo y Guárico. Quizás sea el llamado “golpe tuyero” la expresión más conocida del joropo central gracias a que a principios del siglo XX muchos músicos oriundos de los valles del río Tuy emigraron a Caracas, estableciéndose en las zonas populares de la capital a donde llevaron con orgullo la forma tan particular de interpretar el joropo.

Con letras cargadas de humor, picardía y chispa criolla, pero a la vez portadoras de elementos que el saber popular transmite de generación en generación, muchas de las piezas que forman el repertorio tuyero nos recrean el día a día de sus habitantes dejándonos información relevante acerca de sus tradiciones, costumbres, geografía, toponimia, personajes populares y hasta de los amoríos de los trovadores que cargaban a cuesta su arpa, sus maracas y sus versos. El componente gastronómico aparece como uno de los temas recurrentes en muchas de las composiciones que se interpretan habitualmente en las fiestas y bailes populares de Ocumare del Tuy, Cúa, Charallave, Santa Teresa, Santa Lucía y San Francisco de Yare, así como en poblados más pequeños de la subregión. 

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Fulgencio Aquino fue uno de los cultores del joropo central más conocidos y populares a lo largo de casi 70 años de vida artística. Nacido en el caserío Sabaneta del estado Miranda un 1 de enero de 1915 se destacó como arpista y compositor de golpes tuyeros, pajarillos, Mariselas, refalosas, revueltas y demás géneros de esta manifestación cultural, llegando a ser distinguido como Patrimonio Cultural Viviente del municipio Guaicaipuro del estado Miranda.

Conocido como el Rey del Arpa Tuyera, compuso numerosas piezas inspiradas en el hecho gastronómico en asociación con cantantes y letristas como Margarito Aristiguieta, Manuel María Pacheco (el Turpial Mirandino) y Silvino Armas, entre otros. En una rápida revisión de su discografía se encuentran al menos cinco temas vinculados con elementos comestibles, utensilios de cocina, actividad pesquera e ingesta de alimentos y bebidas. En el golpe titulado La patilla, le pone voz a un vendedor ambulante que al grito de «patillero», va ofreciendo los suculentos frutos:

De las frutas que he comido me gusta más la patilla.

Y dicen que el mango es bueno, pero más bueno el melón,

pero como la patilla no tiene comparación. (…)

Si tú vas a hacer un regalo no lo hagas de jugo de pera

Puedes hacerlo de patilla que verás que bueno te queda. (…)

Yo no como la naranja porque me pela la boca.

Yo lo que como es patilla porque eso sí me provoca.

La cereza es bien sabrosa, la granada gusta más,

pero como la patilla, el patillero se va.

También le dedica un tema a La tarraya, una especie de red redonda usada para pescar en aguas poco profundas de los ríos y quebradas que atraviesan la región mirandina, en donde abundaban para la época peces como la guabina o el corroncho que formaban parte de la dieta de los pobladores de la zona.

Tengo una tarraya en casa que me la dio mi mamá,

si la tarraya se rompe quién me la va a remendá (…)

Voy a zumbá mi tarraya en el medio de la quebrá

que seguro que si hay corronchos, más de uno voy a agarrá (…)

De los artefactos usados en las cocinas rurales durante buena parte del siglo XX encontramos citados en la obra musical de Aquino al pilón y al budare. El primero servía para retirar la cáscara que cubre al maíz por medio de sucesivos golpes con un pesado mazo. Se trata de un “Mortero de gran tamaño, de 1 metro de alto aproximadamente, hecho de madera que se utiliza para majar o triturar con un mazo o mano distintos tipos de grano, especialmente maíz”, de acuerdo a lo que describe el profesor Rafael Cartay en el Diccionario de alimentación y gastronomía en Venezuela. 

Pílalo, pílalo Juana pila bien en el pilón

que cada golpe que das lo siento en el corazón.

En un pilón de “majomo” estabas pilando un día

y me prometiste un beso que algún día me lo darías.

Anoche me dio una arepa la negrita Encarnación,

me la dio de pan pelao porque no tenía pilón.

Yo tenía mi pilón en la orilla de la quebrá

pero ella creció en la noche y se lo vino a llevá.

El que se roba un pilón o una piedra de amolá

no se le dice ladrón sino guapo pa’ cargá

Pílalo, pílalo negra pílalo, pílalo ya.

porque si tú no lo pilas yo no tengo que almorzá.

Con letra de Alfonzo Gómez, este golpe tuyero recopila anécdotas vinculadas al pilón, sus características y usos. Elaborados con maderas del árbol de Majomo (Lonchocarpus crucisrubierae Pittier), cuyo tronco muy recto era muy apreciado para labrar o tallar no solo pilones sino también morteros de diversos tamaños. En cuanto al Pan pelao nos precisa el profesor Cartay que se refiere a una “Arepa hecha con maíz entero, «pelao» en ceniza, molido con cutícula y pico”. La faena en el pilón estaba llena de cantos que permitían a las mujeres, que generalmente pilaban en pareja, compartir historias y vivencias a través de versos cantados. 

El otro utensilio de nuestra cocina incluido en el repertorio de Fulgencio Aquino es el budare, complemento perfecto de un buen pilón. Se trata de una plancha circular elaborada con una pieza de metal, de barro en épocas ancestrales, que aún hoy se utiliza principalmente para cocinar las arepas, aunque como vemos en la letra de la canción también es utilizado para cocinar cachapas y casabe.

Yo tengo un budare en casa donde me tienden la arepa

y el casabe con melaza que me hace María Chepa.

Las mejores cachapas criollas son hechas en mi budare,

las que llaman de olla solo vienen de Marare. (…)

Échale cebo María, que como la tarde está fría ya no quiere calentar.

Es por eso María Chepa quiere tanto a mi budare,

porque me voltea la arepa cuando me voy a Ocumare

Delicias de nuestra gastronomía regional como Casabe con melaza o Naiboa, la Cachapa de olla también conocida como Cachapa de hoja, vinculadas a poblaciones de los valles del Tuy como Marare y Ocumare, cuyos nombres nos remiten a ancestrales sonoridades indígenas.

Por último, comparto la historia de El Comelón, un personaje que alardea de su capacidad de ingerir diferentes comidas y bebidas. La letra de este pasaje es de Margarito Aristiguieta quien atribuye la falta de apetito del protagonista de su historia a cierto maleficio que requiere de los servicios de un “curioso” o brujo para poder deshacerse de él:

Ando buscando, curioso, me han echado brujería

porque yo ahora no como lo que yo antes comía.

Yo soy poco de comer me he sentido desganado

mi almuerzo es un toro asado y mi desayuno es un buey

Cuando digo a beber, me bebo cualquier negocio

bebiendo soy bien sabroso y comiendo regular.

Yo me estoy sintiendo mal me voy a buscar un curioso

La historia se traslada hasta las fiestas navideñas por lo que se hace menciones a las hallacas, el cerdo horneado, los dulces criollos, el sancocho de gallina y las bebidas espirituosas más consumidas durante esas fiestas.

La nochebuena de pascua creo que ni hallacas comí.

Me comí unas cuatro mil para pasar una rasca.

Y de dulce una de lata como una chuchería

y en la casa de mi tía me comí un cochino horneado-

Yo me siento desganado me han echado brujería

Cuando reventó el cañón, ya anunciando el Año Nuevo,

yo como casi ni bebo me tomé un barril de ron,

y de vino un garrafón. Me dio un hambre del demonio

y para ponerme en tono de gallina hice un sancocho,

me comí setenta y ocho porque yo ahora no como.

Fulgencio Aquino falleció en julio de 1994 en la población de Guatire cuando tenía 79 años de edad. Su legado musical descansa sobre los hombros de figuras emergentes como Jorge Félix Ramos, Julio Serrano, Pancho Prin, Edward Ramírez y Rafa Pino, quienes no solo mantienen el compromiso en la difusión del joropo tuyero sino que también se han nutrido del ámbito gastronómico para mostrarnos su chispa e ingenio así como las delicias de la cocina de los valles del río Tuy.

Miguel Peña Samuel

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