El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se mostraba el jueves como posible mediador y emplearía su primera visita a Ucrania desde el inicio de la guerra hace casi seis meses para ampliar las exportaciones de cereal desde el granero de Europa para los necesitados del mundo. Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se centraría en contener la inestable situación en una central nuclear ocupada por Rusia.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, recibía a los dos hombres lejos del frente, en la ciudad occidental de Leópolis, donde también se abordarían los esfuerzos diplomáticos por poner fin a la guerra. Las autoridades ucranianas informaron de al menos siete muertos en más ataques en la segunda ciudad más grande del país, Járkiv, y sus alrededores.
Erdogan, preside un país miembro de la OTAN y que apoya a Ucrania en la guerra, pero con una maltrecha economía cada vez más dependiente del comercio con Rusia. Ese contexto hacía de las reuniones del jueves en Leópolis un delicado ejercicio diplomático. El mandatario turco se reunió este mes con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, para tratar los mismos temas.
Estaba previsto que Erdogan se reuniera durante una hora con Zelenski antes de que ambos se entrevistaran con Guterres.
Turquía y la ONU ayudaron el mes pasado a mediar un acuerdo para permitir que Ucrania exporte 22 millones de toneladas de maíz y otros granos bloqueados en sus puertos del Mar Negro desde la invasión rusa del 24 de febrero. Otro acuerdo entre Rusia y la ONU pretendía despejar el camino para que los envíos rusos de comida y fertilizante lleguen a los mercados internacionales.
La guerra y las exportaciones bloqueadas agravaron de forma considerable la crisis global de los alimentos, ya que Rusia y Ucrania son importantes proveedores de comida. Turquía está en posición de ayudar a acelerar las exportaciones, que por ahora han sido escasas e intermitentes.
Los precios del grano tocaron techo tras la invasión rusa, y bien algunos han vuelto a sus niveles previos a la guerra, siguen significativamente más altos que antes de la pandemia del COVID-19.
Los países en desarrollo se han visto especialmente afectados por la falta de suministro y los altos precios. Aunque los barcos ya salen de Rusia y Ucrania, la crisis alimentaria no ha terminado.