La pintura del siglo XX en Lara encadenada al pasado #16Ago

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Las artes plásticas comienzan el siglo XX en el estado Lara en un panorama de estancamiento. Es muy escaso lo avanzado si tomamos en cuenta que en Europa han surgido los movimientos del impresionismo y la abstracción. En Barquisimeto lo que se reciben son escuetas noticias por los medios impresos de lo que sucede en el Viejo Mundo. Los ismos hacen furor en las principales capitales mundiales del arte mientras la región se mantiene ajena a los mismos en lo que desde 1826 se conoce como Cuarta República que finaliza en 1999. 

El nuevo siglo se inicia políticamente con Cipriano “El Cabito” Castro en el poder quien es sustituido en 1908 por su compadre Juan Vicente Gómez. Ambos gobiernan en forma autoritaria. Gómez lo hará por el lapso de 27 años en lo que constituye la dictadura más larga del siglo XX. En sus agendas de trabajo muy poco cuenta la educación, cultura y arte. Durante el gomezalato a ese sector le sería asignado el ínfimo presupuesto del 5%. 

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Lenta evolución

En Barquisimeto en materia educativa apenas funcionaba el Colegio Federal que graduaba bachilleres en educación media. Luego en 1913 es fundado el Colegio La Salle, de orientación religiosa católica, por los Hermanos Cristianos de La Salle, también abocado a similares actividades. Pero aquel era un ambiente poco propicio para el cultivo del arte pictórico. Lo demuestra el hecho de que la dictadura gomecista al principio fue reacia al ingreso de los padres lasallistas, evidencia de su poco interés en el progreso de la educación. 

En la capital larense el cuadro de las artes plásticas es similar al del siglo anterior. Las concepciones pictóricas imperantes son una rémora del pasado anclado en el estancamiento. Paletas, espátulas y pinceles siguen pigmentando retratos, paisajes, bodegones, cotidianidades, santos, costumbrismo 

El advenimiento del nuevo siglo nos consigue sin un centro educativo y cultural formador de recursos humanos en las artes plásticas.  En 1888 había dejado de funcionar la Escuela de Artes y oficios que cumplió por el lapso de seis años tales funciones con la impartición de clases de pintura, dibujo y platería artística. En contra juega la existencia de regímenes autoritarios, caudillistas y dictatoriales sin ningún interés en el fomento del arte al que le huían como al Diablo mismo.

Sin tradición pictórica

Estamos en una ciudad históricamente sin tradición pictórica. Una urbe donde los eventos del arte y la cultura como la pintura forman parte de lo extraordinario.

Un evento pictórico es prácticamente exiguo. Forma parte de lo extraordinario por lo ocasional. De suyo no figura en la agenda de los barquisimetanos para el disfrute del tiempo libre

La gente se entretiene con la música, las funciones de cine principalmente en los teatros Arena y Bolívar y las diversas actividades en el Teatro Juares y los encuentros en plazas, clubes y botiquines, los cuales abundan. De hecho, los eventos de arte brillan por su ausencia en la ciudad. Ese es un hecho que conspira en contra del florecimiento de una actividad de este tipo con emisores y receptores minoritarios. 

Así los 4 primeros decenios del siglo XX en este campo artístico transcurren en la entidad a un ritmo muy lento. Se sigue prácticamente liado al siglo anterior en cuanto a corrientes, concepciones, estilos y técnicas de los pocos artistas existentes.

Para las 3 primeras décadas del siglo XX Rafael Monasterios, Julio T. Arce y Eliecer Ugel representan lo más avanzado de la plástica larense. Estos habían viajado a Europa donde se nutren de los recientes conocimientos de la pintura, sobre todo el impresionismo que luego aplican a su regreso al país.

Es lo que hace monasterios en el tratamiento subjetivo de sus paisajes. Ello sorprende y produce extrañeza en R. D. Silva Uzcategui en Barquisimeto y Leoncio Martínez en Caracas, quienes lo califican de “extraño”. Ello pese a lo tímido y conservador aún de sus planteamientos en el cuadro. Monasterios aplica en estas latitudes del caribe y  el trópico, los conocimientos  asimilados en Europa del impresionismo con su carga de luz. En las primeras de cambio eso colide con el clima mesurado imperante en la pintura venezolana. Es el inevitable choque entre lo viejo y lo nuevo.

Este arte lo cultivan en esos tiempos en esta ciudad crepuscular, entre otros Rafael Monasterios, Eliecer Ugel, Julio T. Arce, Emisael Vásquez. En la década de 1940 tenemos a: Octavio Alvarado, Rafael Ramón Rojas, Jesús María Galero, Ezequiel Giménez. Juan Ramón Barrios, Amabilis Cordero. Francisco Reyes García, Piña Daza, Argimiro Gabaldón, dirigente regional del PCV, quien cursa estudios de arquitectura en Brasil. Todos cierran filas en las corrientes del paisajismo y lo figurativo.

Entre las causas de aquel clima de parálisis de las artes plásticas en la entidad, tenemos el prolongado retraso por el lapso de 27 años en que la dictadura gomecista sumió al país. A la tiranía poco le interesaba la sensibilidad de los artistas y el impulso del conocimiento.

Llega la Escuela de Artes Plásticas 

En 1936 el país estrena gobierno democrático tras la muerte del tirano Juan Vicente Gómez. Se registra en consecuencia una apertura en materia cultural y artística. En ese contexto el gobierno del general José Rafael  Gabaldón crea la Escuela de Artes Plásticas el 20 de junio de 1936. Su primer director es Rafael Monasterios en quien se concentra lo más avanzado de la pintura en ese momento pues venía de cursar estudios en Europa. Es notoria la participación de Luis Ordaz en la creación de la nueva institución siendo su principal promotor. Precisemos que es posteriormente, por iniciativa de José Requena, que asume el nombre de Martín Tovar y Tovar.

Habían discurrido 5 décadas  desde que el gobernador del estado Jacinto Fabricio Lara había creado una escuela de artes y oficios. La nueva institución de las artes plásticas llena el vacío existente en medio de una amplia expectación. La matrícula sobrepasa los cien alumnos. Aunque los que culminan los estudios son muy  pocos. Por lo que la apertura de la EAP en 1936 le cae del cielo al tiempo que constituye un acontecimiento pocas veces visto que rompe la cansona rutina cotidiana.

La dirección la ocupa  hasta 1940 Rafael Monasterios, el indicado, pues venía de cursar estudios en Europa. Luego lo sustituye en la misma,  Francisco Reyes García a quien le sigue José Requena hasta 1967. Pese a ello persisten las concepciones y gustos por lo tradicional.

Con el surgimiento de la escuela ya existe en la ciudad un proyecto sistemático y formal para la enseñanza de las artes visuales que evolucionará paulatinamente hacia inevitables  fases superiores. Son los signos del progreso educativo en una ciudad todavía rural que ha estado alejada de la modernización.  

Su enseñanza fundamental es la del academicismo francés con énfasis en el paisajismo que imperará por las próximas 3 décadas. La pintura de la primera mitad del siglo XX transcurre en la región subordinada a las concepciones academicistas heredadas de Francia. Los cambios son muy pocos y leves hasta el estallido de la crisis en el seno de la EAPMTT en 1967 por un nuevo pensum de estudio. La apertura a lo nuevo y el cambio se registra lenta y tímidamente. 

Estamos en un ambiente aferrado a lo existente en el campo de las artes plásticas. Una evidencia de ello es la concepción y actitud moderada de Don Chío Zubillaga Perera cuando, en la tercera década del siglo XX, visita el Museo Louvre de París. Le sorprenden los cambios experimentados por la pintura en Francia para expresar  que se queda con  Leonardo da Vinci.  

Por lo que la primera promoción de la EAP se forma en los cánones del academicismo por medio del paisajismo, retrato, bodegón y chispazos de impresionismo que trajo de Europa Monasterios.  La conforman: Lya Daza, Ramón Díaz Lugo, María Lourdes Gonzáles, Arístides Arena, José Chemaría María Jiménez, Argenis Madrid Nava. De esa primera camada destacan  Lya Daza, quien  gana una medalla de oro en reconocimiento a su obra. También  Chemaría Jiménez y Arístides Arena, ambos excelentes paisajistas con una relevante obra en la plástica larense.

Dos eventos pertinentes

La pauta reinante entonces es la falta de empuje de la actividad con uno que  otro evento de cuando en cuando. Vale decir, la supremacía de la paralizante rutina cotidiana. Así entre 1940 y 1943 se registran dos actividades trascendentes vistas por primera vez en la capital larense que se abre lentamente  al exterior. 

En 1940 ocupa la gobernación del estado Lara Honorio Sigala. Entonces, en diciembre de ese año, se realiza la Gran Feria Exposición de Barquisimeto donde se registra un evento pictórico de trascendencia. Se trata de una muestra plástica donde Lya Daza, egresada de la EAP, gana una medalla de oro en reconocimiento a la calidad de su obra.

Ésta sería la segunda exposición pictórica realizada en Barquisimeto. Pues, la primera el cronista Hermann Garmendia la ubica cronológicamente el 5 de julio de 1935, cuando muestra sus obras el artista figurativo Castor Vásquez, proveniente de Caracas,  en el Centro Social.  

Con posterioridad en abril de 1943, por iniciativa de José Requena, se efectúa en la capital larense la exposición del IV Salón Anual Oficial de Arte Venezolano. Un verdadero acontecimiento visto por primera vez en la urbe crepuscular. El sitio del evento es la Biblioteca Pública Pío Tamayo en la calle 26 entre 20 y 21. 

Los rasgos

Algunos rasgos de aquel  ambiente artísticos local creemos son los siguientes:

  • Existencia de una estética  condicionada por lo cotidiano
  • Predominio del confesional academicismo francés
  • Visión local del arte sin pretensiones universales
  • Se trata de un arte profundamente realista en consonancia con lo aprendido en la institución
  • Sobresale Rafael Monasterios con su descubrimiento del paisaje larense con su singular azul condicionado por la luz y atmósfera de la planicie barquisimetana.
  • El artista plasma lo que observa en su entorno en una repetición sin mayores pretensiones creativas. Es lo que Carlos Cruz Diez describe como repetición o calco de la realidad que sepulta la inventiva.

Aquella era una pintura a tono con la naturaleza conservadora de  una sociedad distante de lo más avanzado del arte en el mundo, como el impresionismo y el  abstraccionismo.  Los ismos aún lejanos en aquel Barquisimeto bucólico que todavía no llegaba a los 100 mil habitantes. La apertura al nuevo arte universal es tardía lo cual ocurrirá posteriormente.

Freddy Torrealba Z.

Twitter: @freddytorreal11

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