¿Será posible que Cristo divida la familia? Pues pareciera que sí. “No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra” (Lc. 12, 49-53).
¿Y Cristo no vino a traer la Paz? Sí, pero explicó cómo es esa Paz que Él nos trae: “La Paz que Yo les doy no es como la que da el mundo” (Mt. 14, 27).
La Paz de Jesús no es como la del mundo. En el mundo la paz puede ser la ley del más fuerte. O provenir del acuerdo en unas conversaciones. En el mundo la paz puede ser una aparente serenidad.
Pero la Paz que Cristo nos vino a traer es muy distinta a la del mundo. Cristo vino a traer la salvación. Y la salvación puede trastornar la paz según el mundo, porque hay unos que buscan a Cristo y su causa -la salvación de la humanidad- y hay otros que no. Por eso es que Jesús habla de división en este Evangelio: los que están con El y su causa, y los que no.
Y esa división puede darse en una nación, entre amigos … o en una familia. La Fe une, pero cuando hay algunos que no tienen Fe, más bien divide. “¡Estás muy fanático!” “¡Has perdido objetividad!” “¡Ya no hablas sino de Dios!” puede escuchar como crítica aquél que de veras está en el bando de Cristo. Entonces puede darse el distanciamiento, la separación, la división.
Ahora bien, ¿quién es el que se está separando? ¿Quién está causando la división? ¿El que sigue a Cristo o el que no? El que se divide es aquél que no está siguiendo a Cristo.
Entonces … ¿nos quedamos sin familia? ¿Nos quedamos sin padres, ni hermanos, ni hijos? La respuesta es otra sorpresa del Señor: “‘¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?’ E indicando con la mano a sus discípulos, dijo: ‘Estos son mi madre y mis hermanos’. Porque todo el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’” (Mt. 12, 48-49).
“Familia” entonces termina siendo los que hacen la Voluntad de Dios. Son todos los que siguen a Cristo en su entrega a la Voluntad del Padre. Puede ser que en esa “familia” estén incluidos algunos o todos los miembros de mi familia. Puede ser que por un tiempo no estén mis familiares y luego más tarde sí. Lo importante es saber -porque así nos lo dice Cristo- que la familia de Dios, su “familia”, está formada por aquéllos que hacen su Voluntad. De otra forma, la división es inevitable.
Isabel Vidal de Tenreiro
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