El Primer Mandatario Nacional Nicolás Maduro ha puesto pañitos de agua tibia a los venezolanos haciendo varios anuncios para reconquistar el afecto de sus compatriotas, en un momento apremiante para el régimen con protestas en diversos sectores de la sociedad.
Venezuela está al borde de un sacudón, de un nuevo 27 de febrero de 1989. Este acontecimiento viene siendo anunciado desde hace un tiempo para acá.
Ese día marcó para siempre a muchos hogares en el país, fecha en que el pueblo de Caracas se levantó contra un sistema que lo había sumido en la pobreza y desesperanza durante muchos años.
Maduro lo sabe y anda como el marido que quiere rescatar a su esposa.
Por tercer año consecutivo, el mandatario venezolano anunció el adelanto de las celebraciones típicas de fin de año y lo hará a través de la firma de un decreto.
A partir del primero de octubre, comenzarán las celebraciones, tal como ha pasado en 2020 y 2021, “con toda esa actividad de compartir, de solidaridad, de rumba, de comercio, de regalos”, dijo durante una alocución, transmitida en televisión nacional. Raro que no ofreciera los perniles de todos los años y que nunca llegaron.
De traerlos ahora, desfilaríamos por el riesgo de que sean adquiridos en la hacienda “La fortaleza” del Estado Cojedes, de 80 mil metros cuadrados propiedad de Maxiorisol “Mayi” Cumare, o uno de sus amantes, donde cientos de porcinos deglutiendo y engordaron, disfrutando las fiestas decembrinas del año 2020, con los restos del líder revolucionario Carlos Lanz, mandado a asesinar por ésta, según señalan las crónicas de éste grotesco acto, e incluso, reseñado por el Fiscal General de la República Tarek William Saab.
En el 2020 Maduro también ofreció navidades felices, y el año pasado en su cuenta de Twitter, publicó un vídeo paseando por el Palacio Presidencial de Miraflores en el que decretó igualmente las navidades desde octubre, con la decoración navideña en la sede del gobierno venezolano.
Para este 2022, reiteró el Presidente, igualmente tendremos «unas navidades felices, brillantes llenas de luces y colorido”.
En respuesta a la bondad expresada, las reacciones de los venezolanos señalan que no es un buen momento para adelantar la Navidad, sino que se debería poner hincapié en proponer soluciones a los problemas sociales y económicos por los que surca el país, ya que la situación económica es precaria e inestable.
Maduro no ha hecho mención a la posibilidad de un pago adelantado de las bonificaciones de fin de año, a partir de septiembre, como parte de la estrategia Estatal, que aunque ha sido asumida en años anteriores, igualmente en esta oportunidad se daría con mayor anticipación con el objetivo de mitigar las presiones sobre el tipo de cambio y la inflación.
Pero para inyectar mayor felicidad, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela estableció el pasado viernes 5 “una meta de gran trascendencia con carácter de urgencia y proyección para todo el país, debido al alto índice de escasez que representa para una gran cantidad de hogares en todo el territorio nacional.”
El Jefe de Estado repitió enfáticamente que para el 31 de diciembre de este año debe estar el 95 por ciento de cobertura de agua en los hogares del país.
“El 31 de diciembre quiero ver la recuperación ya lograda del 100 por ciento de los consultorios de salud, de escuelas y liceos”.
Habló por supuesto sobre cada una de sus órdenes en cuanto a temas esenciales como la salud, educación, agua, gas, electricidad y telecomunicaciones.
Pareciera una estrategia para aliviar las tensiones que están produciendo las protestas que ha encabezado el sector salud, así como el personal docente y jubilados en el país, exigiendo el pago y la reactivación de algunos beneficios que fueron suspendidos tras la autorización del aumento salarial en marzo, y que hasta ahora ha recibido como respuesta la falta de presupuesto para cubrirlo.
Entre tanto jolgorio, Maduro dijo también que “vamos rumbo a la patria potencia y al vivir viviendo”.
Aseguró el mismo día viernes que el país se encamina a la “prosperidad”, reiterando que en la actualidad la nación experimenta una mejoría económica.
“Venezuela se perfila como una potencia ante el mundo, no solo por el modelo económico surgido del compromiso y el esfuerzo del pueblo, sino por los recursos naturales que posee”, dijo.
“Caminamos con paso firme hacia la patria próspera y victoriosa”.
¿Qué va a alegra eso?
La pregunta, muy común en casi todo el país que denota asombro, sorpresa, susto, algo inesperado, busca una realidad de las nuevas promesas del gobierno, porque en este mundo surrealista que estamos viviendo, no se sabe si es que uno padece de algún tipo de desorden mental, o es que la realidad funciona como una caja de sorpresas en donde lo inimaginable tiene cabida.
Porque no es menos cierto que las desacertadas políticas económicas del gobierno, por no decir ausentes, vienen impactando, de manera letal, en la población venezolana.
El aumento de precio del dólar en forma anárquica sin ninguna razón aparente, la inflación descomunal, desabastecimiento, falta de control en la producción, han desembocado en una tímida pero importante acción del pueblo que puede salir a saquear los abastecimientos para proveerse de la comida y productos que están fuera del alcance de sus bolsillos.
Esos “felices” anuncios hechos por el Primer Mandatario Nacional Nicolás Maduro, me ha traído a la memoria un curioso caso de presciencia o anticipación histórica.
Desde alrededor de 1610 nos viene verseando uno de los Argensola, o Bartolomé o Lupercio, en un célebre soneto cuyo final habla del título que otorgó a este artículo, cuyo contenido nos recuerda que “las apariencias engañan”.
Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese Cielo azul que todos vemos,
ni es Cielo ni es azul: ¡Lástima grande
“que no sea verdad tanta belleza”!
¡Pero Venezuela se está arreglando!
Orlando Peñaloza