Continúo con lo que he considerado una zaga de artículos, para que los concatenan a fin de puedan sacar sus propias conclusiones, son la transcripción de un trabajo, presuntamente realizado por Yolaiza Boada (a quien no conozco). Lo recibí de un amigo, compañero de ideales, luchador social y soñador político. Trabajo al cual califico como excelente, motivo por el cual le agradezco la deferencia de habérmelo hecho llegar…
Lo que describe este relato es inaceptable para quienes amamos a Venezuela; inadmisible para todo aquel que ama la libertad y tiene conocimiento de que existen los “Derechos Humanos” y que, entre ellos están…
«El DERECHO A LA VIDA Y A LA PROPIEDAD”.
El hato El Frío representa una parte de la historia patria, aposento de José Antonio Páez, y se convirtió en el punto de partida para la elaboración de planes de desarrollo sustentable. La gran diversidad biológica, contentiva de diferentes ecosistemas propios de la región llamó la atención de varios científicos de las más destacadas universidades, institutos de investigación y ONG, quienes se unieron para explorar las maravillas ocultas en esta parte de la geografía del estado Apure.
En el Hato El Frío se practicó con éxito un modelo de manejo sustentable que combinaba la conservación del ambiente con actividades ganaderas, turismo científico y ecológico más la investigación científica. En este hato, conformado en gran medida por tierras inundables y pantanales, el eco desarrollo sostenible era una realidad. Podía considerarse una reserva privada donde habían permanecido protegidos singulares ecosistemas y en especial una fauna abundante y plural.
El Hato El Frío lo conforma una extensión de alrededor de 60 mil hectáreas, donde se albergaban decenas de anacondas, caimanes, babas, chiguires, osos hormigueros, monos aulladores entre otras muchas especies de fauna silvestre que convivían en armonía con 319 especies de aves. Los investigadores y especialistas identificaron, estudiaron y registraron 58 familias de aves que agrupan esas 319 especies entre las que se encuentran: patos, cotúas, arucos, tautacos, halcones, guacharacas, paujíes, chenchenas, nictibios, Martín pescador, carpinteros, paraulatas, tordos, semilleros, entre muchas otras. La densidad de especies de aves en el hato y su presencia colorida junto a los otros animales que allí habitaban, más el espectacular paisaje poblado de lagunas y vegetación, hacían de El Frío un singular paraíso para la diversidad biológica.
Ese lugar privilegiado en naturaleza, que era cuidado con conciencia ambiental por sus trabajadores y propietarios, fue destino de los pasos de decenas de científicos que desde nuestras universidades y otros centros de conocimiento del mundo se inclinaron a llegar a esas tierras para ampliar sus saberes en materia de fauna, vegetación, ecología y otras áreas.
En el Frío se realizaron proyectos de conservación para la cría en cautiverio del caimán del Orinoco, la protección de la nutria gigante, el jaguar, el puma y el delfín de agua dulce, especies en peligro de extinción.
Fueron muchas las instituciones que confluyeron en la labor científica y de conservación del Hato para desarrollar de manera exitosa programas de conservación, investigación, dedicación ambiental y uso sostenible de los recursos y bienes naturales. La Universidad Central de Venezuela UCV y la Fundación La Salle, la asociación española “Amigos de Doñana” en colaboración con organismos internacionales como la Agencia Española de Cooperación Internacional AECIB, el Comité Español del Programa Hombre y Biosfera MAB de la UNESCO son algunas de esas instituciones.
Los habitantes y trabajadores del hato El Frío eran diversos; había obreros de campo, llaneros de oficio y tradición, profesionales, investigadores y gente de la zona que hizo de ese lugar su destino. Muchos encontraron allí la oportunidad de realización personal y el orgullo del logro alcanzado en esfuerzo colectivo. Una escuela dentro del hato y un Centro de Investigaciones con carácter de Estación Biológica eran testimonios de inusuales desarrollos dentro de un hato que también se dedica al negocio ganadero.
Los niños en la escuela del hato reconocían la flora y fauna en su entorno inmediato y llevaban hacia el futuro la convicción de la importancia de preservar la naturaleza como garantía de calidad de vida para los humanos. A ellos, como a cualquier mortal medianamente informado de asuntos ecológicos, les debe haber resultado insólita la expresión…
“Los chiguires y los caimanes son importantes… Pero más importante es la gente”. Lamentablemente muchos no entienden que la conservación del ambiente, la protección de un área como esa, su fauna silvestre en nada compite con la gente, sino todo lo contrario complementa y fortalece la viabilidad de las economías locales sustentables al potenciarse como motor de desarrollo; garantizando bienes naturales colectivos de libre acceso como el aire, las aguas, el paisaje, etc. que dan calidad a la vida de los humanos.
Un hato dedicado a la conservación es un hato en plena producción de bienes colectivos y su productividad es mesurable. El hato El Frío además de generar conocimientos, garantizaba la inhalación de aire puro, calidad de aguas y el mantenimiento de la red de complejas relaciones de interdependencia en las que está inserto el ser humano.
CONTINUARÁ…
Maximiliano Pérez Apóstol