Según efemérides del domingo 31 de julio, hace 108 años, en 1914 reventó “Zumaque I”, el primer pozo petrolero en Venezuela.
En el mismo, ubicado a 120 kilómetros al sureste de Maracaibo, hay puesta una placa que indica al público que está ante “el pozo que inició la era de la producción comercial en el país” ese día. Pero ¿es esto cierto?
Para algunos historiadores, en esa fecha comenzó todo al pie del Cerro “La Estrella” en el sector conocido como el Campo Mene Grande del Estado Zulia.
Con una profundidad de 135 metros y producción diaria de 264 barriles de crudo, subrayan, se dio inicio oficial a la producción petrolera de nuestro país en pleno mandato del General Juan Vicente Gómez, bajo contrato de explotación a la transnacional Gulf Oil Corporation, seguido por la empresa Shell. A este campo se le sumarían otros en Venezuela, lo que rápidamente la convirtió en una nación exportadora de petróleo.
Pero el 8 de abril de este año, el periódico digital “frontera viva” relata que hacía 36 años antes, el 18 de mayo de 1875, un terremoto con epicentro en la ciudad colombiana de Cúcuta, sacudió fuertemente las cercanas poblaciones venezolanas en el fronterizo Estado Táchira.
El movimiento telúrico trajo consigo la novedad de que en la hacienda “La Alquitrana”, propiedad de Manuel Antonio Pulido Pulido, ubicada en las cercanías de la población de Rubio, brotara petróleo, cundiendo el agua de una de sus nacientes.
Su amigo, el doctor Carlos González Bona, revisó el líquido oleoso y concluyó rápidamente que se trataba de petróleo, por lo que le recomendó a Pulido iniciar las diligencias necesarias para su explotación.
Fue de esta manera como el 3 de septiembre de 1878, éste comunicó al gobierno del entonces Estado Los Andes, seccional Táchira, el hallazgo y pidió formalmente una concesión para la explotación del mineral, que fue concedida.
José Gregorio Valera, un militar y político venezolano, fue el Presidente de Venezuela desde finales de 1878 hasta febrero de 1879 cuando fue derrocado por Antonio Guzmán Blanco. Un nombre muy poco conocido en la historia de Venezuela a pesar de haber ocupado el mayor cargo público del país.
Ya para el 12 de octubre de aquel mismo año, agrega la narración, fundó junto a sus amigos José Antonio Baldó, Ramón María Maldonado, Carlos Gonzáles Bona, José Gregorio Villafañe y Pedro Rafael Rincones, la primera empresa petrolera de Venezuela.
Presentada ante el Registro del Distrito San Cristóbal un 31 de julio de 1882, bajo el nombre de “Compañía Nacional Minera Petrolia del Táchira”, su capital fue de 100 mil bolívares, dividido en mil acciones de 100 bolívares cada una, donde el gobierno nacional poseía únicamente, por fuerza de ley, 40 acciones. Este hecho hizo que fuera la primera empresa de capital privado nacional que se creó en Latinoamérica.
“La Petrolia” además sería, con la producción obtenida del pozo “Eureka 1”, pionera a nivel nacional en explotación industrial de petróleo, uso de sistemas de producción por bombeo mecánico, refinación de crudo, y exportación de productos derivados.
En ella se produjo kerosén, carbolíneo (líquido usado para proteger la madera de la putrefacción), gasolina, y alquitrán (brea).
Los productos eran vendidos, desde 1883, en las poblaciones cercanas como Rubio, Santa Ana, San Cristóbal, Michelena y San Antonio. Y fuera de las fronteras llegaban hasta Cúcuta y Pamplona, como cuenta Pablo Villafañe en su libro, “Apuntes históricos del Táchira” 1883 – 1983.
El primer pozo de “La Petrolia”, el “Eureka”, movió cerca de 230 litros de crudo por día; ya para 1884 la producción alcanzó 954 litros diarios, abriéndole el camino a la industria petrolera venezolana.
Se resalta que no sólo fueron pioneros en la explotación, sino que también desarrollaron un complejo proceso de refinación y distribución en la zona occidental del país, e incluso en buena parte de Colombia.
No exportaban la materia prima sino que la transformaban en productos refinados que luego comercializaban, añadiendo un destacado valor agregado a cada barril de crudo producido.
La importancia de “La Petrolia”, con asiento a la orilla del asentamiento Santa Ana del Táchira, radica en que no sólo fue la primera empresa petrolera fundada por un grupo de venezolanos, sino que además, desplegó todas las actividades de la industria, tanto aguas arriba como abajo, al extraer, procesar y comercializar los hidrocarburos en nuestro país.
Durante muchas décadas se dice que el primer barril producido en Venezuela provenía de “Zumaque 1”; sin embargo 31 años antes, la “Petrolia” había producido los primeros del pozo “Eureka”.
Pedro Rafael Rincones, socio de la compañía, fue reconocido como el primer técnico petrolero venezolano que tuvo el país.
El viaje que realizó en 1879 a Pensilvania, Estados Unidos, con la intención de hacerse con la maquinaria requerida, le permitió también adquirir conocimientos de los procesos de producción de la industria petrolera.
La compañía realizó sus labores de manera oficial hasta el 8 de abril de 1934, fecha en que venció la concesión otorgada por 50 años.
Durante el funcionamiento llegó a tener 14 pozos productores, una refinería para 13 barriles diarios, un camión para la distribución de productos llamado “El Putumayo”, una revista institucional, “The Petrolia Star”, y 8 estaciones de servicio, según relata Carlos Lisson Pulido en “Los Pulido”, boletín número 4.
Dice la reseña de “Frontera Viva” que lamentablemente, pese a las diligencias hechas por Dolores Pulido de Brown, desde 1934 ante los entes competentes, el Ministro de Fomento, Manuel R. Egaña, comunicó vía telegrama de diciembre 28 de 1938 que no había posibilidad de renovar la concesión, por lo que la compañía fue cesando en sus labores, acto que terminó de completarse en 1945.
De esta manera concluyó la vida de la primera empresa petrolera venezolana, la misma que impuso la marca inicial en cuanto a producción de barriles de petróleo a nivel nacional con 990 entre 1905 – 1907, y con cuya gasolina se llenaron los tanques de los primeros automóviles que llegaron a San Cristóbal y Rubio. Todo un ejemplo de emprendimiento y función empresarial criolla que vale la pena rememorar.
No obstante, está establecido en la dudosa conmemoración que, “Zumaque I” fue el primer pozo productor de petróleo en territorio venezolano, porque el primero de enero de 1976, el entonces Presidente Carlos Andrés Pérez decretó su nacionalización y develó una placa conmemorativa en el lugar.
A partir de ese momento la explotación y comercialización pasó a las empresas filiales de Petróleos de Venezuela (PDVSA), aunque en 1996, durante el segundo gobierno de Rafael Caldera se dictó la apertura, por lo que el campo pasó al control de Repsol (de España), y en 2007 el gobierno de Hugo Chávez Frías, con la renacionalización la convertiría en una empresa mixta entre Repsol y Venezuela.
En 1936 el escritor venezolano Ramón Díaz Sánchez publicó la novela “Mene” en la que a modo de crónica periodística se trasluce la condición de los campesinos que entre 1914 (reventón del “Zumaque I” en Mene Grande), y 1920 (explosión del Pozo “Barrosos”), son desplazados por la mano de obra requerida por las empresas petroleras, y abre la discusión de la gloria o la desgracia producto de la explotación petrolera en la margen oriental del Lago de Maracaibo.
En 1961 el escritor Miguel Otero Silva publicó “Oficina N° 1”, una novela que recreaba 1935 y 1936 en alusión a los procesos de sindicalización y burocratización de los trabajos petroleros y las transformaciones sociales.
La historia de “La Petrolia” no difiere de la de muchas firmas estadounidenses de la época. La trayectoria y el ánimo de sus hombres se asemejan a las expectativas que acariciaban muchos petroleros de Pennsylvania, Nueva York o de Ohio y que, por circunstancias más allá de sus esfuerzos, no se hicieron realidad perdurable.
A pesar de lo intermitente de sus actividades, estos hombres del Táchira, tierra con extensas llanuras, rica en flora, fauna y ríos de fuertes caudales fueron los pioneros del petróleo en Venezuela.
En septiembre de 1975 se promulgó en Venezuela la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos, conocida como Ley de Nacionalización Petrolera.
“La Alquitrana”
El apacible lugar, de clima muy frío en la región de Los Andes, Estado Táchira, tiene una altitud de 800 metros. Está situada al suroeste de Cerro Negro, y al oeste de El Quince Rojo, muy cerca de un pueblo llamado Santa Ana.
Es un complejo recreacional e histórico ubicado en el municipio Junín del estado andino.
Santa Ana se encuentra en las márgenes del río Quinimarí, en la cordillera de los Andes, al sur del municipio San Cristóbal entre las montañas y valles de estribación de la Sierra El Tamá.
Su pueblo conserva la tipología que rememora el estilo colonial con sus largas calles, viejas casas de corredores, techos de coloridos, tejados y baldosas de barro cocido.
Para llegar hasta allí es paso obligado el sector “La Alquitrana” donde en la carretera persiste el olor a carburante.
Santa Ana se comunica con el resto del país por la carretera que enlaza las ciudades de Barinas y San Cristóbal. Es un centro agrícola dedicado principalmente al café y las hortalizas, así como a la horticultura comercial de piso alto.
En la zona se localiza el Centro Penitenciario de Occidente.
Parque Nacional El Tamá
Se encuentra rodeado de áreas verdes y la quebrada “La Alquitrana”, que atraviesa el lugar y de la que tomó nombre la hacienda cafetalera en donde se emplazaron los pozos petroleros.
Actualmente en el plano se encuentran el parque homónimo y un museo donde se conservan reliquias históricas y piezas que formaron parte importante del Táchira de antaño.
Se pueden encontrar algunas máquinas de extracción de petróleo de la época y el emplazamiento original de esta primera explotación, en un país que habría de convertirse en uno de los principales exportadores del hidrocarburo.
Orlando Peñaloza