El papa dijo el sábado que ya no puede viajar como antes debido a sus problemas en los ligamentos de la rodilla y señaló que su viaje pastoral de una semana a Canadá fue “una prueba” que le demostró que necesita bajar el ritmo y, posiblemente, retirarse algún día.
En una conversación con periodistas en el vuelo de regreso desde Nunavut, el pontífice argentino, de 85 años, indicó que no había pensado en renunciar pero apuntó que “la puerta está abierta” y que no hay nada malo en que un papa dimita.
“Esto con toda honestidad: no es una catástrofe, se puede cambiar papa, ¡no hay problema!», dijo durante la conferencia de prensa de 45 minutos que ofreció sentado en una silla de ruedas dentro del avión.
Francisco dijo que, aunque no se había planteado la posibilidad de renunciar hasta ahora, es consciente de que, como mínimo, debe bajar el ritmo.
“Creo que a mi edad y con esta limitación, tengo que ahorrar un poco (de energía) para poder servir a la Iglesia o, por el contrario, pensar en la posibilidad de dar un paso al costado”, manifestó.