Trabajo de: www.lanacionweb.com
El 25% de los comerciantes que siguen activos en San Antonio del Táchira, prefieren ser cautelosos al momento de hablar sobre la reapertura de frontera. No quieren llenarse de expectativas frente a un proceso que auguran lento.
El equipo reporteril de La Nación sondeó la opinión de un grupo de ellos para conocer de cerca qué tan motivados están frente a los más recientes pronunciamientos del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, y de su homólogo venezolano, Nicolás Maduro.
Quizá el miedo de llevarse otra decepción, los empuja a tener ciertos matices de escepticismo al instante de hacer estimaciones sobre el posible crecimiento de un sector que ha sido fuertemente golpeado desde el 2015, año en el que se cerraron los tramos binacionales.
Yarima Suárez tiene un almacén de ropa para dama y bisutería. En este local, situado en pleno casco central, suma dos años; sin embargo, ha permanecido por más de 20 años en el nicho. “Al comienzo no creo que vayan a darse muchos beneficios para nosotros, creo que primero va salir ganando un grupito”, añadió.
Suárez estima que, a partir del 8 de agosto, la reapertura fronteriza va a ser lenta. “Esto les va a llevar un tiempo prolongado, pues tenemos siete años con los puentes cerrados. No va a ser fácil”, indicó.
Y es que el 75% del comercio, en San Antonio del Táchira, sigue inactivo, según datos aportados por la Cámara de Comercio del municipio Bolívar. Ir al centro de la jurisdicción, permite constatar, con facilidad, la cifra.
Entretanto, Luis Fernando Marciani, joven barbero, puntualizó que no tiene grandes esperanzas en la reactivación de la zona, pues “hay muchas cosas que van más allá, y creo que la mejor solución es seguir poniéndole la fuerza que requiere nuestro negocio; creer en nosotros mismos”, detalló.
Una apertura total, desde el punto de vista de Marciani, podría ayudar a dinamizar la zona, a que muchos negocios abran del lado venezolano; no obstante, el hecho de que el puente internacional Simón Bolívar pueda quedar solo para el paso peatonal, le hace pensar que el panorama no va a ser tan prometedor.
Suárez paga 300 mil de alquiler. “Lo que más salen son las camisas de 15 a 20 mil pesos. Las otras, las de 30 a 40 mil pesos, casi no se venden; por eso me motivé a incluir ropa más económica”, especificó quien trae toda su mercancía del vecino país.
En el caso del barbero, negocio que montó en asociación con su hermano hace aproximadamente tres años, la pandemia hizo que los clientes bajaran mucho. “Hoy en día, la situación ha mejorado en algo, pero seguimos registrando pocas visitas”, lamentó.
La dama nunca ha migrado, pero Marciani sí. La comerciante ve más viable continuar dando la batalla desde su frontera, lado venezolano, mientras el caballero no se niega a volver a experimentar el éxodo.
“Hay que ver cómo se comportan las autoridades, ya que en muchas ocasiones, como ha pasado, solo buscan beneficiar a unos pocos y no a todo el comercio formal. Sería mucho mejor si el puente de San Antonio es activado también para el paso de vehículos”, subrayó Marciani.
Un tercer consultado, quien prefierió no ser identificado, trajo a colación el gran deterioro que hay en muchos locales, lo que amerita inversión para que sean reabiertos. “Hay varios puntos que se deben tratar. También deben darse algunas exoneraciones con los pagos de los impuestos”, dijo.
“Muchos dicen que luego del 8 inicia la reapertura. Ojalá y sea así y no se convierta nuevamente en una falsa expectativa que termina desinflando nuestro optimismo”, acotó.
Los tres esperan que, una vez Gustavo Petro asuma la Casa de Nariño, el domingo 7 de agosto, afloren las muestras e intenciones de la reactivación comercial e industrial de los municipios fronterizos Bolívar y Pedro María Ureña.
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