Sin signo monetario así estuvo Venezuela por un largo período de tiempo cuando la economía llegó a lo denominado por especialistas en la materia como híper inflación, que es un aumento desmedido en la frecuencia inflacionaria por mes, llegando incluso a los dos dígitos. Deformación que casi coloca al trueque como método de mayor sentido para adquirir bienes y servicios, esto en contraposición a una fijación de costos en la moneda nacional sin un valor fiable por lo tanto no se podía fijar costos que permanecieran más de un día en vigencia, razón por las cual se tomó el dólar como un salvavidas para la economía en general.
De aquellos días difíciles hoy queda una economía flotante, que resguarda su valor en una moneda sin marco legal en el país, pues su única ley fue derogada el dos de agosto del año dos mil dieciocho, vía decreto de la Asamblea Nacional Constituyente de ese momento, ente no facultado para tal fin, pero desde ese momento el gobierno envió un mensaje para la economía privada y dejó sin efecto la penalización en el uso de las divisas. Asimismo, el mercado comenzó a reajustar costos según un valor dual entre el precio del dólar en bolívares y sus costos fuera del territorio, a la fecha actual los embates inflacionarios y el subsidio que el gobierno mantiene al precio del dólar han creado un espiral de complicaciones que ya dejan al billete de color verde con menos valor semana tras semana.
De igual forma, el dólar sigue generando estabilidad porque facilita las transacciones de altas sumas y aún es capaz de ser un instrumento útil para el ahorro, cualidad desaparecida en nuestra moneda de curso legal que para el tercer trimestre del año en curso ya comienza a padecer los síntomas culpables de las tres últimas reconversiones monetarias, aunque el gobierno parece haber aprendido la importancia de un medio de pago eficiente, quizás por esta característica no termina de generar la liquidez que acostumbraba cuando por medio de políticas sociales de bonos no productivos solo generaba grandes cantidades de bolívares sin respaldo en oro o divisas como establece la ley vigente del banco central en su artículo ciento trece.
Por otra parte, es pertinente recordar que el poseer una moneda de curso legal propia es de suma importancia en cualquier economía, porque la misma te permite financiar a mediano plazo el gasto público que en un país en crisis como Venezuela sin acceso a créditos internacionales es vital mantener las nóminas públicas productivas siempre y cuando la justicia sea eficiente, así como la seguridad esté garantizada ello sin hablar de la educación en todos sus niveles y la salud que como servicios necesarios deben contar con un financiamiento del Estado, que sin control de una divisa como el dólar no puede emitir dinero. Así reza la letra pequeña de la dolarización; “los países que establecen como su moneda de curso legal solo dólares están destinados a no crecer al ritmo de sus vecinos que sí posean una dualidad monetaria, entre su propia moneda y una extranjera”.
Al mismo tiempo es preocupante ver como la burbuja comercial de inicios de año se comienza a desinflar y el ritmo de apertura de más locales que generen empleos bien remunerados se paraliza, nadie debe apostar a un regreso de los malos tiempos, quienes aman su terruño esperan lo mejor para su patria, así como para sus connacionales que en todo el territorio se reinventan para recuperar lo que una camarilla destruyó. En consecuencia, el escenario futuro en lo económico ya se siente difícil, queda en manos de los grandes capitales privados seguir sorteando los errores macroeconómicos del grupo gobernante para mantener vivo los sueños de un mañana mejor, lleno de oportunidades y donde cada gota de sudor valga en bienestar colectivo.
Eduin Adjunta
@Adjunta90
