#OPINIÓN Venezuela en su laberinto #26Jul

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A 2 años para otro proceso electoral que defina un nuevo mandatario, Venezuela está desbaratada política y moralmente, desdibujada y sin brújula a merced de un régimen que durante 22 años ha hecho trizas sus recursos con una indetenible corrupción en medio de la cruel dictadura que ha sacado a miles de habitantes del país quienes buscan un mejor status de vida, pero lo que han conseguido es la muerte.

Parafraseando el título de la magnífica novela del laureado escritor Gabriel García Márquez, “BOLÍVAR EN SU LABERINTO”, he colocado el título de esta nota. Se refiere a un Bolívar acosado por las angustias que le generaban las dificultades como líder en la lucha por la independencia. 

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Revolución bolivariana es como se define el proceso político, ideológico y social del régimen desde 1998 con la elección de Hugo Chávez Frías.

El divorcio de los partidos políticos con millones de venezolanos ha generado un vacío de liderazgo con opciones sin rostro ni nombre, de acuerdo a lo que se observa en muchas encuestas.

La cifra de compatriotas que se está marchando puede ser una respuesta a eso. Gente que ya no cree en el gobierno, tampoco en políticos y se siente desalentada, pero más que en contra, decide que ya no le importa nada y se va. “Lo dejo todo y lo pierdo todo”. 

¿Tendremos tiempo de recuperarnos? ¿De devolver la seguridad, el decoro y derecho a los venezolanos? 

Hay dudas si Nicolás Maduro, desconocido como mandatario por al menos 50 gobiernos del mundo desde 2019 buscará su reelección, mientras la oposición se apresta para elegir a su candidato mediante unas votaciones primarias en alguna fecha por definir en 2023.

Los principales líderes opositores apenas tienen aceptación popular. No hay en este momento alguno que destaque en términos de ese respaldo por encima del resto.

Todos están en niveles extremadamente bajos abriendo espacios a la abstención, a la sorpresa o a la rebelión popular.

Nicolás Maduro, repudiado en Occidente, acusado de crímenes de lesa humanidad, señalado por narcoterrorismo en los tribunales de Estados Unidos y responsable directo del colapso económico de Venezuela, apenas tiene un 20 por ciento de aprobación de los venezolanos, según las recientes mediciones de Datanalis.

Su imagen negativa está muy mal con 80 por ciento, mientras Henrique Capriles tiene 83 por ciento, 80 por ciento Leopoldo López, 80 por ciento Henry Ramos Allup, y en el caso de Juan Guaidó 78 por ciento.

Todo el liderazgo político en este momento está en una imagen de deslegitimación completa. Al país lo consumió la perversión. Un escándalo tapa otro. A los venezolanos nos dieron burundanga, droga psicotrópica que provoca en la persona una especie de parálisis mental que la hace sumisa y olvidar todo.

Hay leyes pero no se cumplen. Cada quién hace lo que le da la gana. Los transportistas suben los pasajes a su libre antojo. Se acabó el control de precios. La matraca en las alcabalas tiene sufriendo a los agricultores. El gobernador de Lara trata de romper a su capricho el equilibrio ecológico del parque Bararida donde construyó una pista de karting. Los motorizados tomaron las calles de la ciudad. Los libretos cubanos siguen de moda en Venezuela. En la isla se va el agua mediodía y la luz 48 horas. Qué casualidad. En Venezuela también, pero la gente celebra cuando llegan. Y el pueblo ahí, callado y contento con las bolsas CLAP cada mes o más.

En el Servicio Automatizado de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), uno de los más caros del mundo, hay un escándalo en puerta. La última crisis ocurrió desde hace cerca de 3 semanas cuando se paralizaron las operaciones. La institución no emitía citas ni procesaba nuevos documentos. La información oficial no existía ya que ninguna de las autoridades a cargo habla de lo que sucede. Dicen que la página de Internet la tumbaron desde Caracas para obligar a la gente a viajar hasta allí donde los “bajaban de la mula”, una de las expresiones más conocidas por los venezolanos.  

Es muy feo lo que allí está ocurriendo pero no se puede hablar por aquello de que, “metete con el santo pero no con la limosna”. Parece que alguien huyó con un botín. 

Más escabroso aún el caso de Carlos Lanz, asesinato que pasará a los relatos de la historia criminal venezolana que incluye amigos, amantes de la esposa que lo mandó a matar, la hijastra y los compadres que se confabularon para la brutal ejecución, y donde están mezcladas las 7 faltas capitales encabezadas por el pecado original, la lujuria, además la ira, la gula, la soberbia, la pereza, la avaricia y la envidia.

El pecado es un mal moral, una desviación de la conducta o, como se define en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), una transgresión consciente de un precepto religioso.

Más allá de la fe de cada uno, la idea de pecado ha condicionado las actitudes del ser humano marcando la ética social para adentrarnos en el oscuro mundo de los vicios.

Todos los integrantes de este circo estaban abrazados bajo el ideal de la revolución que los acogía plenamente, aun teniendo marcados y horribles antecedentes delictivos. El escenario se adapta a un sistema como el nuestro.

Tarek William Saab, Fiscal General de la República no lo dijo todo  el 6 de julio cuando en rueda de prensa explicó el esclarecimiento del crimen del otrora guerrillero, sociólogo y militante revolucionario luego de 2 años desaparecido, con cuyos restos engordaron a una manada de cerdos en una de las fincas de su esposa, Mayi Cumare, la autora intelectual del asesinato, llamada “La Fortaleza”, de 80 mil metros cuadrados, quien además posee otros 3 apartamentos de lujo y 2 quintas ubicadas en sectores exclusivos junto a otras casas, varias inversiones en propiedades y múltiples vehículos de alta gama. 

Es parte de su fortuna hecha a través del manejo doloso como gerente general del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (INCES), un panal donde en especie de sindicato salían millones en partidas y otros negocios ilícitos con los que mantenía a sus amantes. ¿A qué brillante revolucionario le irá quedar el cargo?

Entre los involucrados en el monstruoso hecho figura un individuo de nombre Tito Viloria, miembro del frente nacional constituyente, conocido por ser el secretario general del más grande sindicato de la industria textil, camarada revolucionario, “Psuvista”, chavista y “madurista”, figura nacional del movimiento obrero bolivariano, miembro del partido socialista de los trabajadores, abogado y asistente de la víctima. Eso no lo dijo el Fiscal.

Carlos Lanz, frente a la posibilidad de que fuera vinculado con esos hechos de corrupción planteó en una discusión en el seno familiar formalizar una denuncia contra su conyugue y compadres, amigos cercanos y amantes de su mujer, firmando la sentencia de muerte. El resto ya lo saben.

Esto se ha divulgado en varios portales y se va a hacer viral. La olla es más profunda, putrefacta y peligrosa, y podrían salir cosas nuevas. Sólo falta que prendan el ventilador para que los excrementos salpiquen a muchos otros personajes. 

¿Pasará al sueño eterno este caso, al igual que el de Danilo Anderson, Robert Serra y Eliécer Otaiza, asesinatos igualmente espantosos que también sacudieron las filas revolucionarias y a la opinión pública?    

Por eso este trabajo. En Venezuela nadie cree en nadie. Se perdió la capacidad de asombro.

Un estudio realizado hace varios meses en el procedimiento de la investigación sobre la situación política en Venezuela, determinó que entre las instituciones evaluadas en términos de su contribución al bienestar del país, incluyendo partidos y líderes de todas las tendencias e instituciones de poder, solo la iglesia con 60 por ciento y el sector empresarial con 47 obtuvieron soporte mayoritario de la población; le siguen la banca privada con 39 y los industriales con 39.

A nivel de toldas políticas, al Partido Socialista Unido de Venezuela, (PSUV), no lo quiere nadie con 83.8 por ciento de rechazo. Todos los partidos de la oposición están chiquiticos con 86 por ciento de opinión desaprobada mientras que los independientes tienen 77.2 por ciento de aceptación.

¿Usted cree que la oposición debe pasar por un proceso de renovación de sus liderazgos?: 80.8 por ciento de la gente dice que sí. 

Advierte el analista Luis Vicente León lo difícil que en estos momentos está resultando para los líderes venezolanos que alguien voltee a verlos, lo cual es una realidad inocultable y está a la vista de todos, aun cuando algunos se nieguen a aceptarlo.

Tenemos un gobierno que está deslegitimado con una mayoría inmensa de Venezuela que quiere salir de él, pero por otro lado la alternativa que debería hallarse para que la nación pueda desarrollarse no existe porque está igualmente desprestigiada. 

¿Por qué sucede esto?: Porque la gente percibe que lo que buscan es el poder. Si sienten que no están pendientes de sus problemas, se olvidan de ellos.

Es decir, el poder es un instrumento que permite construir una sociedad mejor, resolver los problemas, darle a la gente educación, construir una economía que dé empleo, que la gente pueda vivir mejor.

Si los dirigentes no ponen los intereses del país por encima de los propios, quedan dadas todas las condiciones para la aparición de una Junta Patriótica, como aquella que acabó con el régimen de Marcos Pérez Jiménez en 1958, que rete el vacío de liderazgo porque el gobierno de Nicolás Maduro tiene una desconexión, pero la oposición también.

De tal manera se nos ocurre pensar que si Venezuela está en un atajo, pero con instituciones evaluadas como la iglesia, el sector empresarial, la banca privada y los industriales, ¿ese soporte mayoritario pudiera convertirse en la espada de Damocles para el gobierno con los independientes que tienen un 77.2 de aceptación?

Lo que está ocurriendo en el país nos hace recordar, a 64 años de derrocada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, cómo comenzó a movérsele el piso después de aproximadamente 5 años y un poco más, ya que inició el 2 de diciembre de 1952 y finalizó en enero de 1958 sin que hubiese alguna salida política, hasta que cobardemente escapó a la una de la madrugada del 23 de enero de 1958 cuando el movimiento cívico militar tomó el poder.

A esa hora se juramentó como Presidente de la Junta de Gobierno el comandante de la Marina Wolfgang Larrazábal, acompañado de un grupo de militares y civiles, comenzando la liberación de los presos políticos comprometiéndose junta al restablecimiento de la democracia, hoy duramente cuestionada.

Pérez Jiménez no pudo vencer la insurrección del pueblo, y comprobó que se había derrumbado el respaldo militar que sirvió de base a su gobierno, dejando atrás una estela totalitaria de terrorismo policial, torturas, abusos, atropellos, y la terrible corrupción que dominó la casi totalidad de sus actuaciones que se ha proyectado al porvenir como un cáncer que todo lo daña, y que aún persiste.

En 1956 arreciaron las protestas estudiantiles en Caracas que generaron serios enfrentamientos entre los jóvenes y la policía y la detención de muchos muchachos. 

En junio de 1957 Fabricio Ojeda, José Vicente Rangel, el periodista que a comienzos del siglo XXI daría un giro de 180 grados al convertirse en personaje “oficial” y defensor de los abusos del gobierno, y Amílcar Gómez, 3 jóvenes dirigentes de URD, crearon la Junta Patriótica.

Los Manifiestos circularon profusamente por Caracas y algunas regiones del país.

El 17 de enero de 1958 el comité militar para la liberación se pronunció contra el Gobierno, la Junta Patriótica convocó una huelga general para el 21 y la gente se lanzó a la calle.

Ese día el gobierno sólo contaba con un grupo de policías y guardias nacionales, unos pocos uniformados y los esbirros de la Seguridad Nacional.

En acción desesperada, la policía política arrestó a los principales editores de periódicos y revistas para obligarlos a defender al régimen, pero la decisión colectiva estaba tomada. No había espacio para ningún tipo de maniobras. A las 2 de la tarde, hora fijada, empezó la huelga general. 

En el centro de Caracas hubo enfrentamientos entre manifestantes y grupos de policías. Varios civiles cayeron muertos. La gente salió de sus casas y envolvió a los heridos en Banderas Nacionales para llevarlos a los hospitales.

En un momento aquello parecía una batalla campal. Llegaban noticias del interior. En todo el país el cuadro era similar. En Caracas se escuchaban las amenazas de los jefes policiales. Cayeron decenas de personas ametralladas por la policía. 

El 22 continuaban las manifestaciones y por la noche se sublevaron la Marina y Guarnición de Caracas siendo el final del imperio del dictador quien huyó hacia Santo Domingo. 

Por ahora, seguimos enfrentándonos a la actual complejidad política. 

¿Seguimos mal para rescatar la confianza?

La democracia es una página en blanco para empezar a llenarla desde ahora. El amor es la necesidad de nuestro ser. Porque hacer de la vida un sueño es sentir que los sueños se han cumplido.

Es la hora de luchar por el cambio del modelo político que se mantiene en Venezuela, que va desde la construcción de un sistema educativo eficiente, incluyente, que cubra las necesidades de las nuevas generaciones, y erradicar de nuestra sociedad “Best Sellers” como el de Carlos Lanz, de quien Diosdado Cabello dijo “era un revolucionario intachable”, y quien de manera soberbia tituló en uno de sus libros, “yo secuestré a Niehous”, el más largo ocurrido en Venezuela.

Es necesario, estimados compatriotas, que reconsideremos nuestra posición en ésta, lo que podría ser la última etapa para lograr la libertad de Venezuela y no caer en un letargo como el de Cuba.

“No le temo a la represión del Estado. Le temo al silencio de mi pueblo”, exhibió en una pantalla una joven en el año 2012 durante protestas por la elección de Enrique Peña Nieto como Presidente de México. 

Esta frase posiblemente fue inspirada en la de Martin Luther King quien dijo: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los descontentos, de los sin ética. Lo que me preocupa es el silencio de los buenos”, o en la frase del filósofo y liberal irlandés Edmund Burke, quien dijo: “Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”.

No estoy en contra de la revolución de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, los hermanos Rodríguez y el resto de la comparsa aliada al cambio brusco en el ámbito social, económico o moral que dio la sociedad cuando se adueñaron del poder. Sólo apoyo la libertad, la democracia en la cual crecí. 

Hay muchas razones para luchar por Venezuela y llevarla en el corazón: Por nuestro Himno Nacional, por el Escudo Nacional, y porque ninguna bandera ondea como la nuestra. 

Orlando Peñaloza

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