Trabajo de www.talcualdigital.com
En 22 años de chavismo, Caracas ha sido sometida a cambios inconsultos que han derivado en la pérdida de su identidad. La modificación más reciente fue la de su escudo, bandera e himno, aprobada, con votos salvados, por el Concejo Municipal. Pero hay muchas otras, de calles y otros símbolos, por ejemplo. Y no, no son reformas causales ni aisladas, sino, por el contrario, forman parte de una estrategia asociada a la reescritura de la memoria de la ciudad, marcada, entre otras cosas, por la violencia.
Sobre ello conversó Eduardo Burger, de la ONG Labo Ciudadano, durante el foro de TalCual «Caracas rebelde: ¿Cómo han calado los cambios del chavismo en la ciudad?», realizado en el marco de la conmemoración de los 455 años de la fundación de la capital venezolana.
Para Burger, quien está desarrollando un proyecto sobre cómo las paredes cuenta historias urbanas de los caraqueños, si bien, en el mundo, las ciudades están abiertas a una transformación constante y con el tiempo se pierden algunos de sus símbolos, eliminarlos o cambiarlos de forma impositiva ha hecho que sus ciudadanos se sientan ajenos y extraños en una ciudad que ya parece no ser la suya.
«Hay manifestaciones que estamos comunicando de que somos una ciudad que vive un proceso de arrlego, pero no reparación simbólica», señaló el activista, al tiempo en que explicó que tal reparación no se refiere únicamente a algo meramente de infraestructura, sino social, pues cree que en los últimos años la sociedad caraqueña, y la venezolana en general, ha vivido «procesos muy devastadores», «lesiones en marco de los derechos humanos», que poco han sido curadas.
«Esta es una ciudad que se arregla. Hay una manifestación estética de esos arreglos que conecta con la estética rusa. Hay una diversidad muy grande, pero no hay reparación y no es solo de aceras y huecos. Somos una ciudad de un éxodo. Si se hace (un cambio) en espalda a los distintos pasados y se camotean esos conflictos, lo que hay es una nueva fantasía. Hasata que no hagamos memoria no vamos a tener garantía de amparo, y sin eso no hay desarrollo ni cambio político que se sostenga, no hasta que sepa que mi memoria tiene espacio en ella (en la ciudad)», expresó el también co-director de la Fundación Plano Creativo .
Burger puntializó que todas las vivencias de los caraqueños han generado que, por ejemplo, obras como las del maestro Cruz Diez ya no sean vistas con la «aspiración universal y el color en todo. «Miramos las obras desde una herida que reclama sueños frustrados, un desarrollo secuestrado (…) Algo que se arregla pero algo nos falta, que es la sasón del porvenir, de lo que tenemos que aprender a vivir en las calles».
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