La otrora de techos rojos, cuna de la libertad de nuestro país, mi Caracas, cumples 455 años de tu fundación y con estas palabras quiero expresarte mi profundo cariño y admiración. Desde niño me enseñaron a amarte y bajo tu cobijo, he encontrado inspiración para esforzarme a ser mejor persona, un mejor ciudadano y trabajar incansablemente por ti, para que todos los caraqueños se sientan queridos y protegidos en tu valle. Cada día despierto con la convicción de que vale la pena luchar por ti, para que vuelvas a ser la ciudad de oportunidades y progreso que alguna vez fuiste.
Eres mi hogar, mi lugar de ensueños, la ciudad ante la que me rindo ante el imponente verde del Ávila, ante tu hermosos atardeceres. Aquí crecí, me eduqué y formé mi propia familia. Te debo tanto. Es un honor haber sido tu representante como diputado de la Asamblea Nacional en dos ocasiones. Cada decisión que he tomado desde entonces ha sido con el firme propósito de devolverte un poco de todo lo que me has dado. Mientras viva, jamás dejaré de amarte.
Aunque cumples un nuevo año, en tus calles no se percibe celebración ni algarabía. Desde hace años te han sumergido en las sombras, entre corrupción, inseguridad y pobreza. La cruel realidad te ha transformado, el dolor se apoderó de tus calles y tratar de sobrevivir entre tanta miseria es el día a día de los caraqueños. Te quieren en crisis porque solo así pueden intentar controlarte. Modifican tus símbolos intentando cambiar tu rica historia a conveniencia solo para favorecer un discurso lleno de mentiras. Y a pesar de todo eso, no importa cuantos nombres cambien, ni cuantas desastrosas estatuas construyan, jamás podrán doblegarte y mucho menos borrar tu historia, llena de grandes sucesos y grandes victorias. Al igual que los gloriosos Leones del Caracas, no importa cuántos golpes te den, siempre te levantarás con más fuerza.
Aunque el camino parezca largo, sé que podremos hacer de ti una ciudad vivible y con políticas públicas que nos permitan superar tanta pobreza y desigualdad. En los corazones de los caraqueños está asentado el deseo por la libertad. En el pasado hemos demostrado que somos un pueblo que siembra esperanzas, capaz de vencer a la tiranía y estoy seguro que vamos a demostrar nuestra fuerza y anhelo de superación. Volveremos a vencer a la tiranía y volveremos a ser ejemplo, como menciona nuestro hermoso himno.
Miles de venezolanos seguimos trabajando por ti y por el país entero. Queremos hacer de ti, y de toda Venezuela, un hogar donde todos podamos gozar de derechos y oportunidades. Sé que pronto serás una ciudad limpia, segura, de progreso y desarrollo, un lugar de reencuentro y nunca más de despedidas. Como dice la gran Valentina Quintero, yo, y miles, estamos sembrados en Venezuela y en ti, Caracas, mi valiente ciudad.
Stalin González