El problema de la movilidad padecido en el país ha pasado por sus etapas, en la gran crisis multicausal padecida por los venezolanos se muto de tiempos donde la movilidad era nula, época en la cual los neumáticos y demás insumos necesarios para que los vehículos funcionen se desaparecieron de los inventarios nacionales el transporte ciudadano simplemente murió, era común ver a un gran número de trabajadores uniformados caminar grandes distancias por las vías principales de las ciudades, (en la actualidad un poco superado) la dolarización de facto trajo los insumos para mantener algo de movilidad en Venezuela.
Entre tantos factores causales del problema padecido en referencia al tema movilidad ciudadana, además del gobierno autoritario que rige los destinos del país, se puede tomar como una variable más el que todas las ciudades del territorio nacional evolucionaron enfocadas en torno a los vehículos, para lo cual el señor de combustión interna fue el protagonista de las obras de ingeniería que dejaban solo como un detalle pasarelas para peatones, puntos muy focales para tal fin, esta narrativa contra el vehículo suena descabellada para una sociedad que se forjó como la Norteamericana con objetos simbólicos de medición al estatus socioeconómico.
Sin duda se conjugan en esta relación dos espectros de realidad determinantes como son: Las competencias del Estado venezolano en generar políticas públicas eficaces para abordar estas demandas sociales y lo segundo es como nuestra cultura ha tomado las ideas alrededor del vehículo para demostrar progreso. Sin embargo, en nuestros días mantener ese paradigma rezaga a todo quien no puede costearse su carro particular a destinar grandes porcentajes de sus ingresos en transporte; ya sean autobuses, microbuses, carros por puesto o motos, usados como medios por los cuales trasladarse para cubrir sus diferentes necesidades en movilidad. Este servicio resulta muy costoso en una economía que ya no dispone de subsidios y además nunca creó en tiempos de vacas gordas sistemas de transporte masivos perdurables en el tiempo.
Quizás el debate para los tiempos venideros sea como evolucionamos al vehículo eléctrico porque ya las ciudades tienen vida propia y no se puede desmontar lo existente, aunque el primer mundo ya planifica la construcción de aceras más anchas que incentiven su aprovechamiento además de recuperar espacio público para las personas, lo que permitirá un mayor número de zonas para el esparcimiento aumentando los parques con vegetación que generen sombra natural. Pero en Venezuela no existe esa visión de futuro, la gran crisis que arropa a la sociedad nubla y no permite ver otras perspectivas de abordaje a los problemas actuales, aunado a ello la contaminación sónica generada por los vehículos en las zonas urbanas, así como los grandes atascos vehiculares vueltos a ver en los centros concurridos del país, seguirán reclamando en forma silente un plan país verdadero.
De igual forma, este relato de la movilidad ciudadana solo exige políticas públicas de altura, no puede ser posible que se sigan ejecutando los mismos esquemas del siglo pasado para abordar la movilidad, esto ocurre porque quienes detentan puestos de poder político en algunos casos no poseen formación en como ejercer sus funciones y por otra parte los especialistas en materias de planificación no son tomados en cuenta y el sistema político actual cuando abordan un tema específico persiguen más las fotografías que generen propaganda que resultados perdurables en el tiempo, queda en la ciudadanía visibilizar sus problemas y de igual forma aupar apoyando los métodos de abordaje, para ser todos contralores de un espacio público del que todo ciudadano es corresponsable.
Finalmente, al abordar esta interrogante surgen insumos que pueden transformase en argumentos nuevos, útiles para las propuestas en la Venezuela del futuro, la cual se comienza a erigir vía ideas, devenidas de la reflexión de nuestro entorno visualizadas de una realidad física muy general, que nos sirve de punto de partida para prever escenarios posibles, porque en nuestro país tocó aprender en medio de la tormenta, que obliga a repensar lo común para poder construir aprendiendo de los errores pasados. El futuro será el reflejo de los sueños de todos para que de las lágrimas y el sudor forzado en el presente resurjan las alegrías y el orgullo del porvenir.
Eduin Adjunta
@Adjunta90
