A pesar de los desafíos, el «sueño americano» sigue vivo. Sea por un anhelo de prosperidad o de movilidad social varía en función de cada persona.
La creencia de que cualquiera puede alcanzar su propia versión del éxito ha llevado a millones a abandonar sus países de origen en busca de una nueva vida en Estados Unidos, pero muchos han encontrado la muerte.
Suele referirse a los ideales que garantizan la oportunidad de prosperar y tener éxito para lograr una movilidad social hacia arriba, como la democracia, los derechos civiles, libertad, la igualdad y la oportunidad.
Expresión que designa el sueño, anhelo o ideal, muchas veces engañoso, de que una teórica igualdad de oportunidades y libertad va a permitir a cualquiera, partiendo de una situación socio-económica ínfima, alcanzar la riqueza, el alto estatus y el triunfo social.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) advirtieron en un reporte reciente que son cada vez más las personas que enfrentan múltiples retos al migrar por esos peligrosos caminos en las junglas del Tapón del Darién buscando seguridad y estabilidad.
Entre ellas se encuentra un número creciente de venezolanos cobijados bajo una de las primeras decisiones que tomó Joe Biden al llegar a la Presidencia de los Estados Unidos de incluir a los migrantes de nuestro país bajo el TPS, un estado de protección temporal que ha extendido por 18 meses.
Esta medida es un recurso migratorio usado por el Gobierno estadounidense para dar abrigo a ciudadanos de países que atraviesan desastres ambientales o conflictos armados.
Para cientos de miles de migrantes venezolanos es un alivio al quedar protegidos de una posible deportación y tener la posibilidad de obtener permisos laborales durante su vigencia.
La Administración de Biden estima que 343 mil venezolanos son elegibles bajo la designación TPS existente, pero las solicitudes pueden rebasar esa cifra.
Las estadísticas de las autoridades panameñas revelan que el número de personas de Venezuela que cruzó el Tapón de Darién en los primeros 2 meses de 2022 llegó alrededor de 2 mil 500 y casi sumó el total registrado en 2021 (2.819 personas). La cifra de este año incluye 1.367 niñas, niños y adolescentes.
Esto significa que el 30 por ciento, es decir, casi una de cada 3 personas que cruzan a pie el infernal tramo son venezolanos.
El Tapón de Darién es un área selvática y pantanosa ubicada en el límite de América Central, (Panamá), y América del Sur, (Colombia), que ocupa el 13 por ciento del territorio panameño que ha funcionado como una barrera natural a la comunicación por carretera, y está a 3 mil 500 kilómetros de Estados Unidos.
Por ahí se aventuran a diario centenares de personas que van rumbo al Norte y son carne de cañón de mafias internacionales que facturan con la necesidad y la esperanza ajena. Cada vez más venezolanos desafían la muerte por ese camino.
Esta ruta infernal tomada por decenas de compatriotas que siguen por carretera rumbo a la frontera sur de Estados Unidos, comprende 5 mil kilómetros cuadrados de junglas, ríos y montañas escarpadas, topografía que la convierte en una de las rutas más peligrosas del mundo para personas refugiadas y migrantes.
Cruzar esta región puede tomar hasta 10 días para nuestros semejantes en mayor situación de vulnerabilidad, quienes se encuentran expuestos a amenazas naturales y a grupos criminales que perpetran violencia, incluyendo abusos sexuales o robos.
Costa Rica hace frontera con Panamá y Nicaragua. Es un paso para los inmigrantes porque es la única ruta que hay para ir a México vía terrestre. De lo contrario hay que tomar un avión.
Por eso la gente llega hasta Colombia a un pueblo llamado Necoclíp donde les ofrecen falsas expectativas de traslado, que luego de fraudulentos manejos los hacen prender una caminata que dura 6 o 7 días internos en una selva totalmente inhóspita, peor que entrar a la amazónica.
Con la medida tomada por el Presidente Joe Biden de los Estados Unidos, el éxodo de venezolanos se ha multiplicado y está entrando ilegalmente por México que los acoge, los lleva a un centro mientras los registran y los mandan a un albergue.
Venezolanos que estaban en Ecuador, Perú, Chile, y Brasil se han vuelto hasta Colombia buscando éste trecho que se ha promovido mucho, sólo que lo están haciendo bajo engaño.
Quienes llegan a Necoclí pagan 100 o 200 dólares por una lancha para cruzarlos hasta el lado panameño, pero sólo lo hacen durante unas 3 horas de navegación dejándolos a la deriva.
De llevarlos al sitio real, empezarían su travesía Panamá – Costa Rica; Costa Rica – Nicaragua; Nicaragua – El Salvador; Salvador – Guatemala, Guatemala – Honduras y México, quedando a un paso de Estados Unidos.
Se trata de una gran mentira y vil estafa, porque efectivamente ese pueblo existe. El municipio de Necoclí se encuentra ubicado en el noroccidente del departamento de Antioquia, a orillas del mar caribe, en la margen oriental del golfo de Urabá, sobre el valle aluvial del río Mulatos y al extremo de la serranía del Abibe. El paso de la lancha también es real, pero no los dejan ni siquiera al principio del trayecto que las personas tienen que hacer.
Navegan 3 horas y donde la lancha los deja deben caminar 6 o más días en una selva donde hay muchos cruces de ríos caudalosos y profundos, precipicios, montañas casi paradas, la gente duerme en el bosque, toman agua contaminada porque en los ríos hay muchos muertos y se les ha agotado la comida y el preciado líquido.
Se mueren porque no aguantan las caminatas o se caen con alguna fractura, sufren infartos, otros se ahogan, mujeres que han decidido emprender la huida embarazadas malparen y Perecen. Infinidad de fallecidos.
Hay prójimos que sucumben y sus familiares más nunca supieron de ellos, ignoran donde están, si murieron, llegaron a su destino o los secuestraron.
Es una frondosidad donde nadie espera a nadie. Todo el mundo va a su ritmo, el que se quedó perdió, y el que se fracturó culminó su jornada terrenal en la espesura.
Quienes han salido vivos de este infierno lo han hecho destrozados. El itinerario lo hacen en grupos, pagan unos guías pero estos los abandonan a mitad de selva y deben seguir a la buena de Dios.
Hay gente que se pierde, mueren porque no logran salir; hay serpientes venenosas. Muchos perecen por mordeduras.
En esa fronda opera un grupo armado al que califican como indígenas, pero presumen que son los propios militares de Panamá quienes se infiltran para atacar sin misericordia.
Es un paso donde llegan haitianos, cubanos, muchos ecuatorianos y peruanos. Pero quienes más transitan son los venezolanos.
Ese grupo sanguinario además de robar, viola a las mujeres hasta 15 veces, niñas, e incluso, algunos hombres y hasta adolescentes. Una pequeña de 6 años falleció luego de ser ultrajada.
Un policía retirado venezolano, oriundo del Estado Carabobo identificado como Freddy Alejandro Lira murió hace pocos días supuestamente por hipotermia tratando de cruzar la selva.
También un dirigente estudiantil de la Universidad Los Andes, identificado como Víctor Rincón resultó víctima arrastrado por un río.
Habría desaparecido el pasado 5 de julio cuando intentaba llegar a los Estados Unidos. Fue hasta el pasado martes 12 cuando encontraron su cuerpo.
La selva de Darién o tapón del Darién es considerada por algunos expertos la más peligrosa del mundo no solo por sus propias características salvajes sino por los grupos criminales, guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, contrabandistas que en ella operan.
La semana antepasada fallecieron 4 migrantes venezolanos cuando intentaban la odisea, entre ellos el ex agente y una refugiada, ésta
en la frontera de Bolivia con Chile, escribió David Smolansky en twitter, comisionado de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos.
Smolansky explicó que los fallecidos, entre los que está la menor violada y el citado ex funcionario, provenían de los estados Mérida, Falcón y Carabobo.
El medio de comunicación argentino Todo Noticias (TN) entrevistó a diversos migrantes venezolanos que cruzaron la selva del Darién y relataron las tragedias que presenciaron durante su recorrido.
Una venezolana contó a ese medio la difícil experiencia de cruzar esa selva y que no le recomendaba a nadie pasar por ese trayecto, donde pudo ver cómo muchas personas fallecieron en el camino.
“Hubo una niña que se la llevó el río y los padres se ahorcaron y otra cantidad de personas que se murieron: hubiésemos sido nosotros. (…) No pensamos que era algo tan feo como eso. No hallaba la hora de salir de esa condenación”, expresó.
La niña y los padres eran venezolanos y hacían un largo viaje desde Caracas. Los progenitores no pudieron aguantar que su hija falleciera en el trayecto y decidieron quitarse la vida.
Otros de los testimonios ofrecidos a TN, señala que los guías los dejaron abandonados durante el tercer día de recorrido. Estuvieron perdidos por 3 horas, hasta que consiguieron ayuda y retomaron el camino.
“No lo hagan, no arriesguen sus vidas. (…) En 4 días tú piensas que vas a morir”, dijo una joven pareja que hizo el trayecto con su pequeña hija.
Un muchacho migrante también recomendó a las personas no hacer ese peligroso camino con niños pequeños. “Caminamos sin comida, sin agua, veíamos negro de no tener alimento y andar. Piénselo bien, no se vengan con sus hijos. No es fácil”, expresó.
Al menos 76 venezolanos están desaparecidos en la selva. El portal “El Pitazo” fue el encargado de actualizar la lista, la cual cuenta con datos recopilados hasta el domingo, 17 de julio.
Medios panameños apuntaron que no han llegado a la estación San Vicente en Panamá, un albergue manejado por la Organización de Naciones Unidas en la salida de la selva.
Lista de desaparecidos: Vicky Contreras; Rosniel Mejías; Brayan Meléndez; Jeremy Jonaiker; Berrezueta Aular; Edward José Escorcia; Fray Escorcia Yimis; Nerio Theran; Anderson García; Andreina García; Carolina Rojas; Nairin Rivas; Ronald Hernández (niño); Germán Quintana; Amílcar Baralt; Junior Castillo; Alejandro Castillo; Dayra Barreto; Brayan (apellido desconocido); Yosmar (apellido desconocido); Deivi Gil; Rosi Herrera; Ender Vela; Denilson Pérez; Pablo Barillas; Rafael Arriechi; Jeisson Zambrano; Alex Salvarán; Leonardo Salvarán; Leonardo Javier Gallardo Ramírez; Nelson Barrios; Leydis Medina; Braiton Estupiñan; Mirla Blanco; Breker Guarapano; Jeferson Reina; Anny Madelaine Gutiérrez Aguilar; José Gregorio Flores; Carlos Michael Muñoz; Geegmi Ugarte; Jesús Moreno; César Aristiguieta; Rubén Graterol; Engels David Peña; María Ángeles Alvarado; Engerlys Peña (niño); Oswal Atachó; César Rojas; Miguel Quintero; Diógenes Blanco; Michael Quintero; Issam Khemir; Carla Córdova; Marcos Blanco; Alberts Santacroce; Maive Vargas; Ronny Murillo; Camila Vargas (niña); Camilo Vargas (niño); Emmanuel Monsalve; Yesica Andreina; Iván Perozo; Leonardo Pérez; Nathaly Durán; Adrián Pérez (niño); Leonela Pérez (niña); Israel García; Yacksuri di Biase; Lorena Mendoza; Gerardo Mejía; Luis Alfonso Aguilar; Daniela Acosta; Yirbin Moreno; Henry Sánchez; Leonardo Morán; Mariana Sulbarán; y Emilian (apellido desconocido).
Queremos que este artículo de opinión sirva de reflexión a quienes por cualquier circunstancia deseen abandonar Venezuela huyendo de la atroz dictadura en búsqueda de mejores oportunidades de vida, porque esta aventura no es una alternativa lógica.
Y si cualquier caro lector decide hacerlo bajo su propio riesgo sin que lo asusten los peligros del Darién, no exponga a su familia, a sus hijos. Ya saben a qué enfrentarse cuando lleguen al calvario bajo engaño.
Es mentira que es fácil pasar por la ruta señalada. La travesía no los dejará en Panamá sino en el infierno.
“Pero que es sobre todo un infierno de humedad y calor donde casi no se divisa el cielo. No se ve por dónde sale el sol ni dónde se esconde, es imposible distinguir el norte del sur sin brújula, sin GPS”.
“Si no hay alguien que lo indique, se pueden pasar días caminando en círculos como un perro que persigue su propia cola”, describe Alejandro Millán Valencia en una crónica de BBC que estuvo entre los mejores 39 trabajos de periodismo narrativos que se publicaron en el mundo, según el premio True Story Award.
Orlando Peñaloza