#COLUMNA El rincón de los miércoles #20Jul

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El periodismo es información y para informar es preciso conocer suficinte el tema de lo que se escribir para, al menos, enterar a las personas que hemos escogido para ordenar, hasta donde sea posible, una ciudad grande donde se acumulan los problemas, como es el caso de la mayoría de esos centros urbanos tan poco respetados por sus habitantes. Varias de nuestras columnas se han dedicado a revelar el poco interés que tienen los municipalistas por un problema que les atañe directamente y que vale la pena recordarlos cada cierto tiempo con la esperanza de conseguir alguien que tenga la responsabilidad de cuidar nuestra capital. La ciudadanía ya no se enseña a los niños que van a la escuela y, como consecuencia de ese olvido, tampoco en liceos y menos en universidades, tanto así que hasta han eliminado la Moral Y Cívica, que recordaba a los que comienzan su paso por esta vida la obligación de respetar su hábitat. El centro de Barquisimeto sigue siendo un verdadero desastre porque ha sido abandonado por las autoridades competentes, como se suele decir, no solamente por las invasiones sin control de años atrás, sino también por grupos de viviendas convertidas en ruinas que amenazan a sus nuevos propietarios, sino a quienes se ven obligados a transitar muy cerca de esas ruinas. 

II

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La municipalidad ni se entera del peligro que representan esos lugares que, por una parte, afean la ciudad, y por la otra es una muestra de la poca capacidad que tienen los encargados de mejorar las condiciones de vida de los menos favorecidos. Sin la intención de cuestionar los programas de construcción tan publicitados por el gobierno de turno, queremos nuevamente solicitar del municipio una mano para subsanar esa indiferencia y el  atentado que sufre nuestra capital. En la carrera 15 entre las calles 28 y 29  existe casi una cuadra de lugares que fueron alguna vez sedes sindicales y de entretenimiento de instituciones que, vencidas por el tiempo, están a punto de caerse totalmente y provocar una tragedia urbana y humana. En la carrera 16, frente a la plaza de la Paz, las personas que ocupan un edificio a medio construir arriesgan su propia vida ocupándolo sin temer al riesgo que corren. Lo más sensato sería concluir los trabajos a través de los programas oficiales del gobierno y otorgarles el beneficio de una ocupación segura, lejos de cualquier posibilidad de un derrumbe no deseado.   

III       

Igual peligro corren quienes habitan en la calle 29 entre las carreras 16 y 17 donde malviven grupos familiares a causa del peligro latente que deben desafiar diariamente. Decenas de niños corren y juegan entre las ruinas, mientras esperan la llegada de una solución adecuada a sus necesidades. Son los olvidados de una ciudad que merece desde hace mucho tiempo una mejor oportunidad como seres humanos. Quizá sea el amor lo más noble flaqueza del espíritu, pero es imprescindible la correspondencia. El desamor, decía alguien, viene de la mano del desengaño más profundo. La única desgracia irreparable es la muerte sentimental de lo que amamos.  Si somos indiferentes ante  la pobreza, también es una forma de morir, pero lentamente.  El amor hacia  la ciudad  cantarina no se pierde de un día para otro. Tampoco es como  la lanza de Aquiles que, según  Richelieu, hería y curaba al mismo tiempo. Dejemos entonces convertirnos en el símbolo de la decapitación de nuestras más caras ilusiones. En lo que respecta al cronista, tengo un profundo amor por San Juan, donde ví por primera vez la luz.

IV

Es posible que José Luis Rodríguez, El Puma, visto el exitoso regreso a Venezuela viaje por el país para ofrecer por lo menos tres conciertos, uno de ellos en Barquisimeto, presumiblemente en el Lido Hotel, y otro en  Maracaibo. Nadie sabe si es coincidencia, pero 24  horas más tarde las redes reportaron la llegada de su ex, Lila Morillo, acompañada de  una de sus hijas. Todos viven en Miami, pero como saben, están separados.

 LRM

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