Todo hace “presumir” que, la situación cafetalera nacional ha de continuar cual danza macabra, “exterminando inexorablemente”, lo que queda, en y de, las montañas venezolanas.
Después de habérsenos invitado a degustar aquel escatológico manjar, de calificar, a algunos caficultores, como poseedores de genitales masculinos de gran tamaño, “presumo”, que sin conocimiento de causa y después de que se nos han impuestos controles que sólo han aumentado la corrupción alcabalesca, extorsionando, matraqueando y confiscando los pocos ingresos monetarios y/o parte del escaso café logrado por los caficultores con su esfuerzo, tesón, perseverancia, trabajo e inversión; con su sangre, sudor y con sus lágrimas, al no poder accesar a los insumos necesarios para mejorar su producción y/o proteger sus cultivos de plagas y enfermedades; después de que la falta de combustibles los llevó a tener que secar el café con leña, devastando montañas preservadoras de la vida; habiendo logrado sobrevivir al hambre y a la desnutrición, a enfermedades endémicas, a no poder salvar a un ser querido, familiar o apreciado amigo porque en las zonas que constituye su hábitat natural, es común el oír decir que, cuando se saca un enfermo o un herido llega muerto a los centros asistenciales por el pésimo estado de la vialidad y, de otros tantos males que son el resultado de los precios viles impuestos; después de crear un desastre escatológico que propició la migración, de sus hogares, a la mano de obra cafetera, jóvenes y personas económicamente activas, que huyeron de una situación inmisericorde, en un principio a los cordones de miseria de pueblos y ciudades, donde gran parte de ellos se integraron a la delincuencia y/o a las drogas, mientras que, las mujeres que eran dueñas de sus fincas, optaron por ser trabajadoras domésticas o se integraron a la prostitución, para luego formar parte de la diáspora infame que destruye las bases de la sociedad… “Las Familias.”
Ahora, parece que vuelven los mismos espejitos con los cuales engañaron a nuestros aborígenes, al cambiárselos por oro.
Se está haciendo una propaganda que se contradice a si misma olvidándose que:
La producción agropecuaria, creadora de los alimentos necesarios para que la población sobreviva, es una labor económica, y no existe sistema productivo en el mundo que haya logrado trabajar a pérdidas. También parece que se olvidó la tesis de la Oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y la agricultura que expresa:
“La seguridad alimentaria de un país comienza cuando sus ciudadanos disponen de los ingresos monetarios suficientes para adquirir sus alimentos”
Y, ¡Claro que debe haber escasez de café! Llevamos años diciendo que, en Venezuela, la caída en la producción ha sido constante y continua que, el consumo interno se logra con café pasilla y/o contaminado con broca (que no sirve sino para ser quemado), que algunos traen de contrabando y con el café importado, del cual también se desconoce su calidad.
Cada vez que los caficultores estamos a punto de hacer valer nuestros Derechos Humanos, constitucionales y legales, reconocidos en Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, aparecen y/o reaparecen algunos funcionarios y/o algunos “presuntos” representantes nuestros qué, con supinos conocimientos, o por intereses personales, se valen de argumentos increíbles para hacer valer sus irritas propuestas.
La lógica hace “suponer” qué, algunos periodistas que cubren las declaraciones de estos individuos deberían ser más perceptivos y llevarles un seguimiento a fin de determinar sus contradicciones. Es mi deber acotar qué, el daño que han causado, por desconocimiento, o percepción errada de la realidad cafetalera, hasta ahora, es incuantificable.
Entre otras cosas, sigue causando daño la caficultura de escritorio, las personas que manejan sus fincas desde un teléfono celular o, las personas que procesan datos inadmisibles, como por ejemplo: Aquellos caficultores que compran café en su zona y lo suman a la producción de sus fincas aparentando índices de producción falsos; así como también algunos técnicos “importados” de países sin tradición cafetalera y con muy baja productividad, que han pretendido implementar experiencias de zonas con latitudes muy diferentes a las nuestras, entre estas técnicas está el cultivo de café a plena exposición solar, incentivando la tala y la quema en las nacientes de los más importantes ríos del país y de sus afluentes.
Viejo adagio expresa:
“TEN CUIDADO CON LO QUE PIDES PORQUE PUEDE QUE SE TE CONCEDA.”
Planes creados con técnicas erradas y la imposición de precios viles manipulando la ignorancia y/o amparando las apetencias de algunos productores, han ocasionado males irreversibles al ambiente en el estado Lara, región donde se vaticina que hasta las represas están a punto de colapsar y, nadie habla de la producción de oxígeno, pero sí, de los temores por las consecuencias del cambio climático.
Maximiliano Pérez Apóstol