#OPINIÓN Visión ciudadana: Algo huele mal #14Jul

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No tenemos por qué citar disposiciones legales para basamentar lo que vamos a afirmar, pues el sentido común, más que el sistema jurídico nos da la razón. Tampoco vamos a perder el tiempo en traer a este espacio los lineamientos que caracterizan los regímenes democráticos, pues está a la vista de toda la ciudadanía la ausencia de los mismos en nuestro país. Esta clarividencia popular es tan cierta como lo fue en la imaginación de Shakespeare, la expresión del modesto centinela de Hamlet, Marcelo, que percibió la podredumbre y la corrupción del régimen mandante, expresando en la explanada del Palacio Real de Copenhague “Algo huele mal en Dinamarca”. 

Nos limitaremos a los hechos escuetamente precisados, el lector podrá libremente “olfatearlos” para percibir el olor que de ellos se desprende.

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Los presos de conciencia en general debido a que son sometidos a esa condición por sus creencias o los presos políticos en particular por pertenecer a organizaciones políticas de oposición al régimen que los oprime, es una práctica que prevalece en los regímenes dictatoriales, los cuales desechan el sistema legal para ordenar su mando. Estos datos deben orientar a la población para calificar al régimen político venezolano que gobierna arbitrariamente: existen 236 presos políticos y de conciencia en el país, contados rigurosamente por la ONG, Foro Penal. Específicamente 222 hombres y 14 mujeres. Se destaca un importante dato en el sentido de que hay más militares presos (129) que civiles (107), esto se avizora como un indicio de que todavía en la Fuerza Armada quedan restos de decencia, ante la corrupción generalizada de sus componentes achantados en los turbios negocios del oficialismo.

Pero eso no es todo, se niegan a poner en libertad a un adolescente recluido en la cárcel, así como dar la libertad a detenidos a favor de quienes se libraron boletas de excarcelación por parte de los jueces, alzándose las autoridades penitenciarias subalternas en contra de la legítima autoridad del Poder Judicial. Por otra parte, se totaliza la escandalosa cifra de 15.764 detenciones de presos de conciencia y presos políticos en siete años. 

Resalta los métodos monstruosos de tortura, como la “caja de muñeca”, siniestro nombre dado a una celda de tan reducidas dimensiones que el preso no se puede mover, sentar o tener otra posición sino parado permanentemente. Los métodos de torturas son tan generalizados que ya están documentadas cientos de denuncias y remitidas a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional. El último escándalo en este aspecto sucedió la semana pasada, en el cual Juan Àngel Pantoja Mirabal, funcionario de la policía judicial, murió por causa de asfixia por ahogamiento en manos de sus captores pertenecientes a la Contrainteligencia Militar de Maduro. Ya Pantoja Mirabal había informado a sus compañeros de la policía, que estaba siendo torturado por sus captores al sumergirlo en un tanque de agua en las instalaciones militares en donde se encontraba detenido.

A estos datos que conspiran contra la posibilidad de que pudiéramos vivir en un régimen democrático, se suma el nombramiento de los Magistrados del Tribunal Supremo por parte de la Asamblea Nacional violentado abiertamente las normas constitucionales y legales para ello, que le hizo denunciar a la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Michel Bachelet, que tal designación “no garantiza la independencia judicial” en el país. Si esto sucede con tan alto órgano ¿que no podrá sucederle a los, temerosos, sumisos y  en ocasiones pervertidos jueces que componen el resto del Poder Judicial?

Sería largo anotar las características que califican a este régimen como uno dictatorial, pero no podríamos dejar pasar por alto la actuación de otro lúgubre funcionario de las fuerzas arbitrarias que dominan al oficialismo: el Fiscal General de la República, cuyas “virtudes” se vieron impúdicamente mostradas ante la colectividad la semana pasada, en un show mediático que avergonzó a la gente decente del país. Fue el mismo funcionario que confundió la flagrancia con un tipo penal o delito, cuando es una modalidad de su comisión, error por el cual ha debido ser aplazado en la asignatura de Derecho Penal General de segundo año de la carrera de Derecho.

Lo último de este sombrío personaje fue una perorata de más de una hora en la cual violó el principio de la reserva legal de la información en un caso en investigación, condenó como si fuera juez a personas que se comenzaban a investigar, confundió simples indicios con elementos de convicción fundados. Dentro de estas pifias del Fiscal, destaca confundir el ensayo de luminol con una prueba de certeza, al deducir de dicho ensayo la existencia de sangre en la superficie examinada, cuando es una prueba de aproximación pues el luminol reacciona en contacto con frutas maduras, con detergentes o con cualquier sustancia que contenga hierro, como la sangre. Con todo ello echó por tierra su condición de parte de buena fe y vigilante de la legitimidad del proceso que le asigna el Código Orgánico Procesal Penal. 

Indudablemente el que Venezuela no esté en el foco de la política internacional por la invasión de Rusia a Ucrania y el problema petrolero que este conflicto genera, ha servido para que el régimen disfrute temporalmente de una ventana situacional que alivia la presión mundial ante su violación constante y reiterada de los Derechos Humanos, por ello la arremetida contra algunas  ONG  y partidos políticos que están a la vanguardia de esta lucha. Pero, enfatizamos, esta ventana es temporal, mientras que la justicia aunque lenta es permanente, consistente, implacable. Por ello no deben estar tranquilos en su refugio circunstancial los funcionarios públicos sobre quienes pesan acusaciones bien fundadas de haber violado Derechos Humanos, La Fiscalía de la Corte Penal Internacional está en nuestro país, sustanciando ,evaluando, completando los expedientes que en su momento serán instrumentos legales irrefutables para que los  presos políticos venezolanos obtengan justicia.

Esa es la situación institucional del país que nos hace remontar a otra versión de lo que quiso decir Marcelo, el humilde centinela de Hamlet, que según otros expertos literarios Marcelo fue más allá y parafraseando asqueado podríamos exclamar sin duda alguna ¡¡¡Algo huele a podrido en Venezuela!!!

Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez.

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