En todas partes y a todas horas, incluyendo la madrugada, gente bulliciosa ocasiona malestar a sus congéneres con música y ruidos estridentes, pero, inexplicablemente, no hay autoridad que haga cumplir la ley o la ordenanza sobre la normal convivencia ciudadana en el municipio Iribarren.
Acerca de esta situación fueron entrevistados por separado el doctor José Gregorio Záa, profesor universitario y con gran experiencia política; y la doctora Milagro Gómez de Blavia, abogada, comunicadora y directora ejecutiva del Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto.
Tanto la ley como las ordenanzas de convivencia ciudadana que existen en el país, explicó el doctor Záa, han sido concebidas para garantizar la tranquilidad, el sosiego y el respeto de unos habitantes de la ciudad con otros.
Se trata de que la gente viva en paz, evitar los ruidos molestos y la posible conflictividad entre los vecinos.
A fin de que se imponga el orden, esas normas contienen sanciones que se pueden traducir en multas o trabajos comunitarios.
Los municipios deben tener despachos oficiales para consignar las denuncias y los funcionarios designados para cumplir con las disposiciones deben actuar oportunamente.
Sin embargo, hasta ahora, no ha sido posible que se garantice el cumplimiento de esa ley u ordenanzas y, en consecuencia, en todas partes se producen ruidos molestos hasta altas horas de la noche y en la madrugada, que impiden conciliar el sueño en diversos sectores de la ciudad.
La doctora Milagro Gómez de Blavia, quien tiene experiencia como concejal, coincide en señalar que realmente hace falta la imposición de sanciones a quienes ocasionan los ruidos molestos, incluyendo música con sonidos estridentes.
En establecimientos comerciales no sólo del centro sino en todas partes se utilizan aparatos de sonido, cuyas cornetas producen unos ruidos insoportables y ni siquiera a las autoridades policiales les importa tomar en consideración esa situación.
Hay que tomar en cuenta que existen enfermos, personas de la tercera edad y niños, algunos enfermos, a quienes esos ruidos les afectan considerablemente.
Sin embargo, no hay autoridades que se preocupen por hacer respetar las normas de una buena convivencia en la ciudad.