Los gobernantes de Sri Lanka acordaron que el Parlamento elegirá al nuevo presidente la semana próxima, pero no lograban el martes conformar un nuevo gobierno que saque al país del colapso económico y político.
Desesperados por la grave escasez de alimentos, combustibles y medicamentos, manifestantes irrumpieron en la casa y la oficina del presidente Gotabaya Rajapaksa, así como en la residencia oficial de su primer ministro el sábado, en la jornada más dramática en tres meses de crisis.
Los dos funcionarios dijeron que cederían a los reclamos de renuncia: Rajapaksa prometió hacerlo el miércoles, en tanto el primer ministro dijo que lo haría una vez instalado un nuevo gobierno. En un posible indicio de las intenciones del presidente, funcionarios de inmigración dijeron que el hermano de Rajapaksa, antes su ministro de Hacienda, trató de abandonar el país el lunes por la noche. La prensa local informó que no pudo hacerlo.
Pero las negociaciones entre los dirigentes opositores sobre un nuevo gobierno están en un impasse, y los manifestantes han dicho que seguirán ocupando los edificios oficiales hasta que se vayan los gobernantes actuales. Desde hace días, el palacio presidencial se ha convertido en una suerte de destino turístico, donde la gente se baña en la piscina, admira las obras de arte y se recuesta en las enormes camas. También iniciaron un incendio en la residencia privada del primer ministro.
El lunes por la noche se logró una solución parcial, cuando los legisladores acordaron elegir a uno de los suyos como nuevo presidente. El 19 de julio se presentarán las candidaturas y al día siguiente se realizará la elección por voto secreto en el parlamento. El nuevo mandatario ejercerá hasta el fin del mandato de Rajapaksa, en 2024.
Pero aún no han resuelto quién será el primer ministro y formará el gabinete. Desde la renuncia de Rajapaksa, prevista para el miércoles, y la votación, el primer ministro ejercerá la presidencia, una disposición que no dejará de enfurecer a los manifestantes, que reclaman la renuncia inmediata de Wickremesinghe.
El impasse político agrava la crisis económica, ya que la ausencia de un gobierno de unidad amenaza con demorar un acuerdo de ayuda con el Fondo Monetario Internacional. Mientras tanto, el país recibe ayuda de la India y China.
Tras años de corrupción y mala administración, la nación insular está altamente endeudada, no puede pagar las importaciones de alimentos, medicamentos y otros artículos de primera necesidad, cuya escasez provoca la desesperación de sus 22 millones de habitantes. Sri Lanka anunció en abril que suspendía el pago de sus deudas al exterior debido a la falta de divisas extranjeras.
Los líderes religiosos del país exhortaron a los manifestantes el martes a que abandonen los edificios de gobierno si Rajapaksa cumple su promesa de renunciar el miércoles. Los manifestantes han dicho que permanecerán en ellos hasta que se vayan Rajapaksa y Wickremesinghe.
No está claro cuál será la suerte de los dos hombres una vez que renuncien.