Ha anunciado Omar Barboza y le creo porque lo conozco y me consta su seriedad que la Plataforma Unitaria de la que es Secretario Ejecutivo, realizará elección primaria abierta para escoger candidato presidencial, en un “proceso transparente” conducida por una comisión de personalidades “honorables, con credibilidad, que le trasmitan confianza a los candidatos, a los electores y al mundo”. Creo que es un paso de suma importancia y aunque no pienso que escape a la comprensión de un político de tal talento y experiencia, me permito comentar que para que la convocatoria sea exitosa, hacen falta otras decisiones.
Jorge Botti, dirigente empresarial con vocación política de hace rato, viene insistiendo en que debe ser una “primaria ciudadana”. Ello no contradice lo anunciado por Barboza, lo contrario. Pero para lograr ese objetivo en el que reside la clave de una gran comparecencia de votantes y una potente señal para la motivación de la mayoría que reclama cambio en el país, insisto en puntos que hay que cubrir y planteo otro.
Para la indispensable reconexión con la ciudadanía escéptica, decepcionada y aunque nada indiferente, sí distanciada de toda opción política, la buena noticia de la primaria debe completarse con:
- Definición estratégica categórica y razonada de la ruta democrática, pacífica, constitucional y electoral para poder atraer y sumar a factores hoy dispersos que coinciden en el interés de un cambio democrático. Junto a esa, reglas claras de toma de decisiones.
- Mensaje imbricado con la realidad, donde se sientan el conocimiento y compromiso con las necesidades, aspiraciones y esperanzas de los venezolanos. El realismo exige promesas creíbles para un venezolano cansado de mentiras oficiales y frustrado por las expectativas no realizadas que la ha generado el inmediatismo.
- Apertura pues la dispersión opositora es una realidad protuberante. Nadie, ni siquiera la concentración más numerosa de voluntades y organizaciones que es la PDU, puede considerarse mayoritaria, porque no lo es. La mayoría hay que construirla. Apertura al diálogo, a la construcción de caminos comunes con todo el que quiera hacerlo, aunque sea en trechos parciales para objetivos compartidos. Convocatoria formulada con una amplitud tal que acerque en vez de alejar, disipe toda excusa divisionista o en el peor de los casos, la deje deslegitimada en la práctica.
- Aquí mi consejo adicional. Recordemos que después de 2024 viene 2025, con sus elecciones de todo lo demás: Asamblea Nacional, gobernadores y consejos legislativos estadales y alcaldes y concejos municipales. Es temerario dejar pasar el veinticuatro pensando “estratégicamente” en el treinta, como si esa fuera “la” primaria opositora verdadera, porque ese cálculo parte de una normalidad en entredicho. También hay que tener presente que un resultado malo en 2024 traería consecuencias de desmovilización, derrotismo, éxodo y al año siguiente, el defectuoso tractor iraní que le queda al poder se convertirá en aplanadora.
Así que vayamos pensando en que esta, como fue la de 2012, sea una mega primaria para todos los cargos ejecutivos y se acuerde un mecanismo combinado de primaria y consenso para los legislativos. Eso aumentaría el interés y la participación, así como resolvería problemas que después no habrá tiempo de atender. Más gente se pondría en campaña desde temprano, para poder difundir el mensaje y convencer de que la estrategia va en serio.
Ramón Guillermo Aveledo