Todos los pueblos tienen sus historias menudas, entre éstas la de sus parajes con valores y bienes materiales y espirituales, personajes, vivencias, anécdotas y otros hechos que forman parte de su identidad cultural que lo diferencia del resto.
El tradicional sector comercial de El Manteco en Barquisimeto, tiene la suya en la esquina de la calle 31 con carrera 22, (calle las Tres Torres con la Bruzual), según la vieja nomenclatura de la ciudad. Se trata de un corto perímetro de 4 esquinas ligado al paso de varias etapas de Barquisimeto, a saber: tradicional, moderno, contemporáneo y cosmopolita con la presencia del campesino, obreros, comerciantes, migrantes de varias nacionalidades y sus habitantes asentados en un mercado en constante crecimiento.
Un vendedor de manteca
En esta historia convergen un vendedor de marrano frito y chicharrones, el oficio más antiguo del mundo y la actividad comercial de varios emprendedores que se asentaron en el lugar a partir del comienzo del siglo XX. Entonces el estado Lara dependía económicamente del comercio y la agricultura con inmensos latifundios en manos de menos del 10 % de sus pobladores mientras el restante 90 % vivía de la venta de su fuerza de trabajo o simplemente sobrevivía en medio de la más espantosa pobreza.
Tiempos en que no existía el servicio de electricidad y las calles eran empedradas con un diámetro de 9 metros de ancho, la indicada para el paso de los arreos de burros, mulas y carretas que desde el campo transportaban distintos productos agropecuarios hacia el emergente mercado.
Así las cosas, en esa esquina un día de la última década del siglo XIX se apostó en esa esquina un vendedor de marrano frito adosado con orégano que a todos abría el apetito. Dicho vendedor era de apellido Lucena procedente de El Tocuyo, según lo indica la crónica tradicional, entre éstas la de Fulgencio Orellana. A éste los parroquianos comenzaron a apodarlo “el Manteco” debido a que la manteca con que fritaba su producto le impregnaba la vestimenta, una franela de algodón, pantalones de kaki y alpargatas.
El mercado municipal
Desde sus primeros tiempos El Manteco era zona de prostíbulos en medio del empuje del comercio al detal que luego se transforma en mayorista. Con posterioridad. el también comerciante Enrique Pérez Morales abre un mabil al que denomina El Manteco. Se trataba de un establecimiento para el esparcimiento con juegos variados, música de pianola, conjunto en vivo con charrasca y mujeres para baila y los placeres voluptuosos. Cuenta el cronista Raúl Azparren que allí terminaban sus farras por las noches la gente adinerada.
En 1936 llega al país la modernización en sus diversos órdenes que le negó por 27 años la dictadura gomecista. Aparte de que el mercado ha crecido pasando a la etapa de mayorista. El gobernador del estado Lara José Rafael Gabaldón construye el mercado municipal El Manteco en el sitio donde funcionaba el mabil. Ello en el marco de un plan de dotación de mercados populares a la ciudad que incluye también a los de Bella Vista, Centro y Altagracia en una urbe de unos 40 mil habitantes que se asomaba a la modernización. Las obras del nuevo país se hacían presentes en el comercial sector.
El mercado, creado en 1936, había decaído para comienzos de la década de 1960 tras la construcción del Mercado Terepaima en la avenida Venezuela. Entonces el inmueble es adquirido por Juan Francisco Fréitez Urdaneta, padre del sociólogo Nelson Fréitez. Allí monta una casa comercial para luego vender la edificación a ciudadanos chinos que actualmente lo regentan. La fachada del local ha ido perdiendo en parte la originalidad que tuvo desde 1936. Pero creemos forma parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad dada su antigüedad y llamativa trayectoria.
La tradicional esquina
En esa esquina todavía existe en el lado sur el Edificio El Sol construido por el maestro Antonio María Brito en el año 1938 al que originalmente usó como casa de residencia. Es un inmueble tipo balcón colonial que lo hace muy atractivo a la vista similar al de la esquina de la calle 30 con carrera 22 de la familia Saldivia.
En el lado norte el chino Lyan levanto una refresquería en la década de 1950 que también bautiza como El Manteco y que todavía funciona. La misma ha pasado a sus hijos y nietos. Este asiático casó con una venezolana procreado una docena de hijos, entre estos Gladys de Hong quien hoy atiende el negocio. Este es un inmueble de arquitectura tradicional que tiende a desaparecer en la el sector.
Mientras que la parte este Moisés Álvarez construyó en los años 50 el edificio La Cencia destinado originalmente a un hotel, que luego es convertido en apartamentos para habitar. En uno de sus salones desde los años 60 funcionó el bar La Fría fundado por los inmigrantes portugueses Antonio y julio donde aparte del consumo de bebidas espirituosas se escuchaba música de rockola. En La Fría los clientes solventes tenían opción al fiado que fue parte de la política de sus propietarios. En uno de sus locales existió el Supermercado La Ciencia propiedad de Darío González, uno los pilares comerciales del sector. En ese corto perímetro se conserva la estrecha calle de 9 metros de ancho consustancial con la vieja nomenclatura de la ciudad en contraste con la actual de doce metros.
Patrimonio cultural
Esta es una esquina repleta de historia menuda que abarca: arquitectura, cultura humana, tradición, economía, vida espiritual, las vivencias cotidianas de sus componentes humanos desde sus orígenes en la última década del siglo XIX. Todo ello producto de la confluencia de la fuerza del trabajo y el capital, los dos pilares que sustentan la economía capitalista. Un testimonio material del Barquisimeto tradicional y el nuevo que avanza sin una debida planificación y donde sigue imperando el desorden.
Uno de los personajes populares del lugar que se daba cita en la misma era el caletero Caripá. Éste contaba de memoria, con su ronca voz de borracho, pasajes de la historia de Venezuela por medio de la palabra oral que impresionaba al más pintado académico.
El inmueble donde funcionó el mercado municipal bien podría incorporarse al patrimonio cultural de la ciudad en previsión de su deterioro o destrucción. Con razón Nelson Fréitez la denomina “la esquina de El Manteco”, de la cuales digna de conservarla la construcción del añejo mercado municipal. Un componente de un espacio medieval con su propia sociocultura integrante del patrimonio tangible e intangible de la ciudad, siempre con la presencia transformadora del hombre a partir de la llegada del Ferrocarril Bolívar en enero de 1891.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal11