«Más vale caer con honor que ganar con fraude«
Sófocles.
¡Cuánta desfachatez! El coronel psicópata usurpa un título de doctor. Es que no se espera honestidad de un delincuente de esa calaña, a quien no se le divisa el honor por ningún lado. Insiste en demostrar cuán taimado ladrón y tramposo es. Que hasta defrauda honores académicos. Y siguiendo sus maquiavélicas enseñanzas, nos atrevemos a decir, «piensa mal del coronel psicópata y acertarás». Como le imposibilitaron graduarse de General, entonces urdió un plan. El narcisista no supera que teniendo antigüedad de General no pueda lucir ni un sol en sus caponas. Entonces, el señor Magaña urdió el plan de forjarse doctor para llenar sus vacíos y cometió fraude académico y no puede denominarse de otro modo ese cartón sino de «corrumpere furem». Así como a Satanás se le conocen distintos nombres, al coronel psicópata se le conocen múltiples nombres que adjetivan su siniestra personalidad. Con el nombre de señor Magaña se alude a su personalidad engañosa, llena de ardides, de astucias y corrupción, lleno de trampas y de defectos del alma. Toda esa fachada de respetabilidad ha quedado al descubierto. Es un histrión y ese título es una de sus actuaciones.
En la institución, no hay ejemplos éticos que seguir, cuando el Jefe lidera el fraude y la corrupción.
Desgraciadamente para el coronel y para la sociedad su naturaleza psicopática no podrá cambiarla así cambie de nombre o se mude de uniforme. En general las personas no cambian su naturaleza, usualmente las personas son predecibles, como predecible es el coronel psicópata. En holocausto a su personalidad maquiavélica, de él «piensa mal y acertarás» y no te equivocarás. Es un hombre lleno de insanos síndromes y de insanos trastornos de la personalidad.
Mientras sigan las componendas, mientras se mantenga la simulación de licitud y no se actúe frente a las complicidades que se cometen, las cifras e indicadores de corrupción en la institución son alarmantes y la inercia alcahueta desprestigia el esprit de corps, entre socavones, cinismo, burla, jactancia, corrupción y falta de honor, el prestigio de la institución se ha ido a la mierda. La opinión pública mira con desconfianza desde hace varios años a los productos de esa empresa.
De tal suerte que además del coronel hay gente de mente retorcida y oscura que se mantiene infiltrada como decente y honorable. Porque padeciendo hibristofilia contra el brillo foveal de Sussana, no hay Chucho que valga, ni Elizabeth II que sea respetada. Y así se termina de joder esa empresa. Han dañado el buen nombre de la institución sin sufrir ninguna consecuencia por sus actos indebidos, que encuadran perfectamente en un cóctel de delitos. Como cóctel de síndromes diversos sufre el coronel narcisista, con sus trastornos en su cajón de sastre cerebral. «La hibristofilia es una parafilia en la cual la excitación sexual y la obtención del orgasmo se producen como respuesta a mantener una relación con una persona que ha cometido una fatalidad, engaño, mentira, infidelidades conocidas o crímenes», como es el caso de Sussana con su coronel psicópata. Más jala un pelo de…, que una yunta de buey.
El prestigio institucional se encuentra severamente erosionado, hay suspicacia y falta de credibilidad porque los responsables de tomar medidas han permitido, por complicidad o incapacidad, que se empodere la delincuencia y la falta de probidad, lideradas por el coronel psicópata y su tren de monos voladores.
Con actos dolosos al alza como la más cruda referencia a la espiral delictiva intra y extramuros. No hay presiones para frenar la corrupción. Más allá del discurso esperadamente correcto, los grupos hegemónicos se mantienen como el cemento que une sus intereses, a la impunidad y la corrupción, y hacen todo por perpetuarlas.
Estas omisiones cómplices que pretenden justificar su inacción, desvirtúan la conciencia moral del grupo y lo hacen aliado de la delincuencia y de la corrupción bajo perfil pero con gran escándalo como un secreto a voces.
Este descontrol es una violación a la confianza que se le ha otorgado a quienes no cumplen con los requisitos de buenos ciudadanos, honestidad y transparencia institucional que deben mantener en razón de las funciones que se les ha encomendado. Son unos burladores sociales, muy excepcionalmente alguno no está contaminado, porque son tantos los envilecidos que para los pelos esta perturbadora realidad. Pero que al no haber consecuencias sancionatorias, la omisión es complicidad de quien no merece ninguna credibilidad, pues es como aquella persona que acostumbrada a corromper y a ser corrompida después descaradamente simula corrección. Y al hacerse de la vista gorda, con solo omisiones en el castigo, esa persona ríe impunemente y bajo la convicción de que lo ha estado haciendo bien, la lenidad se apodera del prestigio ensuciando el buen nombre de las instituciones. Hay quienes por omisión son encubridores, porque prefieren no tener problemas con quienes sea el caso, perpetuando la situación negativa y la falta de credibilidad y no hay seguridad de honestidad.
Lo cierto es que procediendo de este modo, imperan la falsedad y las complicidades, concretando una ruptura entre los valores, fortaleciendo así grupos y roscas que se mantienen dominando los escenarios. Junto al doctor fraude, el conocido coronel psicópata alias Sr. Magaña. De allí surge el reproche, de la falta de atención de las alarmas. Cada vez son mayores los casos con los mismos actores, donde la falta de probidad tiene consecuencias en la ética que se espera, que significa ausencia de garantías, inseguridad y exposición al desprestigio general.
Apostar a que pierda la institución o gol en contra, define el comportamiento del coronel psicópata. Cuando por ejemplo en un equipo de fútbol uno de los delanteros se empeña en producir auto ataques por revelar a la oncena contraria las tácticas y las estrategias que serán empleadas en el partido por su propia oncena y deja a su mismo equipo expuesto para perder. Es la deshonorable entrega institucional a la corrupción liderada por el coronel psicópata y sus monos voladores.
Tengamos presente que la estrategia es el complemento de la táctica, es decir cómo se van a mover los jugadores o cómo van a reaccionar ante unas situaciones específicas. Este es un concepto dinámico que engloba los movimientos individuales, colectivos y la filosofía de juego. En el caso de la institución regentada por el coronel psicópata o señor Magaña, debemos hablar de parámetros criminales o modus operandi.
El coronel psicópata, es un jugador criminal que habiendo sido nombrado delantero por su presunta lealtad al equipo, entiéndase la institución, su visión, su misión y la sociedad; en cambio trabaja subterráneamente al revés, para anular al defensa y al centrocampista propios, de modo que pueda afectar las estrategias y las tácticas del guardameta al que pertenece y lograr que el balón marque goles en contra de su propia cuadrilla. Así, el coronel psicópata o el Dr. Fraude o el señor Magaña, en fin Hubris, se mantiene en la cresta de la ola de la delincuencia institucional, con el único entrecejo de robar, de hurtar, de llenarse de dólares ilícitamente, de manipular, de controlar maléficamente para delinquir, de trampear, de ver en cada acto licito la cara ilícita del negocio sucio para enriquecerse indecentemente contrariando la ética que debe tener todo funcionario público.
El señor Magaña aparenta respetar las reglas de juego, cuando en realidad las viola de bajo perfil y hasta temerariamente en público justificándose siniestramente de ello, sobre todo las reglas del honor y de la confianza recibidas y en consecuencia se burla como director técnico, apostando a la destrucción de la institución aunque la avaricia rompe el saco.
El enemigo encubierto es el doctor fraude, el señor Magaña, el coronel psicópata narcisista o la bruja malvada ; un ser infame que en vez de apostar a los esfuerzos del equipo para beneficio y provecho de la institución; por el contrario diseña la forma y manera de permanecer en la oncena para sabotearla desde adentro, para chupar cual parásito de lo que él convierte en ilícito para beneficiarse criminalmente, buscando la implosión de la empresa, aliado con sus socios los monos voladores, sus tenientes jalabolas, la tropa de los necios, sus cómplices sin autoestima, sus correveidiles infames sin virtudes éticas.
Distinto es perder el partido porque la oncena contraria en buena lid se haya preparado mejor, pero cuando vemos que las estrategias y las tácticas propias son desarrolladas por el rival, eso nos hace pensar en la falta de honorabilidad. Y es que el rival es el alter ego del coronel psicópata, el propio idiota moral. Es cuando la presunta casualidad nos hace reflexionar sobre la presencia de un traidor a la patria, que es el coronel psicópata, el jefe local de la mafia.
Hay una depravada indiferencia al honor y a la rectitud, una intencionalidad manifiesta por desoír a las leyes y a la decencia, empeñándose en propósitos criminales y con la pretensión deliberada de contrariar la moral en una manipulación del pensamiento moral, que debemos concluir que el motor de la moralidad no funciona. Que el coronel psicópata e idiota moral, ha conseguido prosélitos y ha instruido a bandidos que lideran junto a él una desbandada ética y un equipo delincuencial.
«Es desalentador pensar que a muchas personas
las escandaliza la honestidad y a muy pocas el fraude«
Noel Coward
Crisanto Gregorio León