En uno de mis viajes a Europa, ojeando una revista encontré un artículo “El hilo rojo” relatado por el periodista Waldemar Iglesia, tema fascinante y humano que desde entonces he guardado. Y es hoy cuando decido compartirlo con los lectores, recordando hoy precisamente, esa tregua al hambre, a la falta de trabajo y falta de servicios públicos de calidad y a la violencia que aquí aún no experimentamos, ni parece que tuviera fin ni un momento de pausa ni tregua, esta desgracia…
Escribe el periodista Iglesias:
Hace un poco más de 100 años ocurrió un hecho sorprendente en plena Guerra Mundial: “La navidad de 1914 estaba por llegar. En el frente Occidental en la ciudad de Ypres (territorio belga, región flamenca, Provincia de Flandes Occidental), de un lado estaban los soldados alemanes y del otro los británicos. Comenzaron con villancicos cantando y tarareando al azar y a la par. Ya juntos, en ese rato de paz, enterraron a los caídos, también juntos lloraron. En el medio, cuando las hostilidades se deshacían en un intercambio de pequeños regalos decididamente significativos, aparecieron pelotas de fútbol. Y fue entonces cuando en ese preciso momento, la guerra se detuvo”.
En 2014 el exfutbolista Michel Platini invitó a los mandatarios de Bélgica, Francia, Italia, Gran Bretaña, Alemania e Irlanda a participar en un homenaje a los soldados que cien años antes “expresaron su humanidad en un partido de fútbol”, según sus palabras.
El último sobreviviente de este hecho insólito, Bertie Felstead, murió en Julio de 2001. A razón de su fallecimiento, el escritor uruguayo Eduardo Galeano escribió: “… se enfrentaron en ese partido los soldados británicos y los alemanes. Una pelota apareció venida de no se sabe dónde y se echó a rodar, no se sabe cómo entre las trincheras. Entonces el campo de batalla se convirtió en un campo de juego, los enemigos arrojaron al aire sus armas y saltaron a disputar la pelea todos contra todos y todos con todos”…
Fueron unas horas nada más, es verdad; pero esas emociones compartidas que surgieron en la noche de Navidad en 1914, los villancicos y la magia que produce una pelota de fútbol, fueron el hilo rojo que detuvo la guerra.
Feliz sábado
Amanda N. de Victoria