Escribo en domingo. Hoy 19 de julio celebramos el día del Padre. En consecuencia adquiere un tremendo valor todo lo relativo a la familia, factor fundamental para el desarrollo integral de cualquiera de las sociedades en el mundo entero.
Sabemos en profundidad las enormes dificultades por las que atraviesa Venezuela y la repercusión que tienen en el seno de cada familia. Unidas, viviendo todos juntos o circunstancialmente separados por razones superiores de subsistencia, la responsabilidad del Padre es demasiado importante. Esto es válido incluso en los casos en los que han desaparecido por la generación de responsabilidades en quienes han de sucederlos.
Es poco lo que tengo que agregar sobre este tema. Dios ha sido extremadamente generoso con mi familia. Tengo una esposa admirable, seis hijos y doce nietos en crecimiento acelerado, casi todos instalados en el exterior, pero estrechamente unidos en los principios fundamentales y por el entrañable afecto familiar existente. Podría extenderme con relación a la familia colateral, pero evito personalizar demasiado este tipo de comentarios.
Pero debo confesar que mientras escribo crece la preocupación por la situación de Colombia. Están en plena votación y aún no conocemos resultados, ni siquiera parciales. Las noticias que recibimos tienen una carga especulativa que nos obliga a ser muy cuidadosos en el análisis. Pero nuestro deseo más profundo es que la hermana República no repita lo sucedido aquí en Venezuela. Sería una tragedia enorme para todo el Continente y buena parte del mundo. Ojalá puedan mantenerse, más allá de fallas o errores circunstanciales, en la línea de los principios y valores de la democracia, bastante amenazados, casi que liquidados aquí en el vecindario.
Cerca del final de su mandato, debemos expresar nuestro agradecimiento al Presidente Duque por la enorme solidaridad demostrada con Venezuela y la forma ejemplar con la que ha recibido a casi dos millones de migrantes venezolanos. Ejemplo de lo que hemos repetido en múltiples oportunidades. Somos una misma Nación contenida en dos Repúblicas. La frase no es original pero válida desde todo punto de vista.
Por todas estas razones y muchas más, pidamos a Dios nuestro Señor por todos los padres del mundo. En especial por las familias colombianas y venezolanas actualmente en niveles de angustiosa incertidumbre con relación al futuro inmediato, debido a las situaciones del presente.
Espero que el mensaje del próximo domingo esté justificadamente lleno de optimismo y confianza en un futuro mejor. Nuestros pueblos lo merecen. Cada una de nuestras familias lo necesita. Es importante señalar que para algunos es preferible negociar la paz que una victoria definitiva. No comparto este planteamiento que sólo conduciría a un diferimiento o a congelar una situación que no debe extenderse por más tiempo.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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