#OPINIÓN El coronel psicópata, un cajón de sastre #22Jun

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«Soy un error de la naturaleza, una bestia loca«

Andrei Chikatilo. (psicópata).

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En el estudio de las conductas desadaptativas del coronel licántropo, voyerista e idiota moral, nos hemos percatado de que además posee al menos cinco trastornos de la personalidad marcadamente diferenciados. Es un cajón de sastre, pero no son retacitos de trastornos lo que contiene. Son trastornos muy definidos y definitorios. Aunque el sastre echa en su cajón retazos de distintas telas y diversidad de objetos, en el caso del coronel psicópata hay tubos enteros de conductas alarmantes y peligrosas. No son retazos, sino  sabanas de conductas dañinas, explosivas intermitentes, megalómanas, maquiavélicas, narcisistas, sádicas y  psicopáticas. Es un histrión satánico, esta aberración de primos hermanos.

En primer lugar el trastorno antisocial de la personalidad por el cual se le diagnostica de psicópata por desarrollar conductas socialmente irresponsables, ignorar o violar los derechos de los demás, incapacidad de distinguir entre lo correcto e incorrecto, laxismo, dificultad para mostrar remordimiento o empatía entre otras múltiples características, entre lo que cuenta su perfil criminal , camaleónico y promiscuo ; en segundo lugar el trastorno de la personalidad narcisista que le deviene de su psicopatía y por el cual se le diagnostica de narcisista, él está convencido de ser superior a los demás, él se cree un Dios, se siente ofendido sino se le rinde pleitesía; en tercer lugar el trastorno sádico de la personalidad con el que disfruta en hacer sufrir a otros aplicándoles excesos, sevicia e injurias graves; en cuarto lugar el trastorno megalómano de la personalidad , en el que se cree tan grande que no cabe en sí mismo y en quinto lugar padece del trastorno explosivo intermitente por el que se le descubren los anteriores trastornos y se prenden las alarmas para estudiarlo , analizarlo y diagnosticarlo, por su efervescente violencia verbal inusitada sin provocación idónea , en la que reacciona desproporcionadamente como un demente. 

Podríamos hablar de un sexto trastorno, el trastorno histriónico de la personalidad pero las características del mismo no lo definen enteramente aunque podemos aseverar que es un histrión malvado que  sabe disfrazarse , sabe camuflarse , sabe engañar con elaboradas conductas para mimetizarse y metamorfosearse en el afán de embaucar a propios y a extraños , a sus presas y a sus víctimas. El individuo es un maligno, una alimaña, pareciera un alienígena, si es que pudiera encontrarse a alguien que se le parezca por su perversa personalidad. Con estos múltiples trastornos el coronel psicópata es un sujeto que interpreta el mundo a través de esquemas mentales distorsionados y un sistema emocional desajustado, con escasa capacidad para aprender de su experiencia, lo que hace que yerre reiteradamente en su adaptación al medio.  

Sabemos que el coronel psicópata es también un coctel siniestro de síndromes diversos, los cuales hemos descrito en otra epístola. Pero que repasaremos en esta. Padece el síndrome de Procusto en el que manifiesta su envidia y por el que rechaza, relega y humilla a quienes son más competentes que él  ; sufre del síndrome de Hubris caracterizado por la desmesura del orgullo y de la arrogancia , que es un trastorno psiquiátrico adquirido que afecta a personas que ejercen el poder en cualquiera de sus formas; sumado a ello tiene el síndrome Dunning-Kruger conocido como la distorsión que lleva a los incompetentes a creerse genios y además sin que sea el último cuadro patológico, despliega un espectáculo por el síndrome delirante de licantropía, nada más tienen que verlo cuando transforma su cara en hocico,  tuerce la jeta , enseña los dientes, produce salivación y empuña las manos como si se tratase de garras para causar miedo porque está a punto de atacar  como si fuera un Licaón rabioso.

Los test psicológicos se utilizan para evaluar una o más de una de las diferentes áreas que forman parte de la psique de la persona. Se basan en la conducta observable y en la expresión de la subjetividad del individuo siendo necesario un análisis posterior para poder extraer información con significado clínico. Pero acontece que algunos funcionarios públicos mayormente son evaluados como requisito de ingreso y posteriormente en los cargos o puestos de trabajo ya en el ejercicio no son nuevamente examinados. Y peor aún, se estila ingresar a los jefes que ostentan la máxima autoridad de las instituciones sin practicarles ningún examen o test psicológico y mucho menos una evaluación psiquiátrica, con lo que se corre el riesgo como en esta institución que  un trastornado disocial se adueñe de ellas y las corrompa, las parasite, las sodomice y sea un déspota quien tenga en sus manos la salud cívica, mental y espiritual de hombres y mujeres que no merecen que en sus caminos se les haya atravesado un psicópata.

La psicopatía no tiene cura, no tiene tratamiento, no es opción esperar que el depredador social se sane. Y peligrosamente quienes padecen este trastorno y en contra de todo pronóstico asienten voluntariamente en cambiar, eso es una farsa, es una mentira, el psicópata es muy habilidoso para engañar y una vez que consigue lo que quiere vuelve a sus andanzas. Si se hace pasar por una persona sana, esa es una conducta artificial que no refleja su verdadera personalidad.

Para la Organización Mundial de la Salud una de cada cuatro personas sufre un trastorno mental o neurológico en algún momento de su vida. Pero la psicopatía es permanente, no se cura, no se quita, no tiene tratamiento, es un trastorno definitorio de un depredador social que causa daños diversos y profundos, que en algunos casos nunca se salva la salud mental de las víctimas del psicópata si es que salen vivas.  

El psicópata se enseñorea malignamente para perjudicar a todos cuantos se interpongan en sus planes y haciendo uso de cuanta perversión sean capaces de maquinar constituyen presencias depredadoras en la sociedad, en la familia, en el trabajo y en cualquier entorno donde se mimetizan.

Una frase distintiva del coronel psicópata es, «yo no soy un santo», que llama poderosamente la atención con la similitud del pensamiento del psicópata Albert Fish quien decía: «ninguno de nosotros es un santo». Es la pretensión de esta expresión querer justificar con ella sus psicopatías. Con ella ponen sobre las mesa sus cartas identificatorias y que todos deben entender y calarse sus inmoralidades porque total ellos no son santos. Es una forma de congelar cualquier acción crítica dirigiéndose a la conciencia de los demás, conciencia que el psicópata ni el sociópata tienen porque ellos no la desarrollan. Para que cada cual escrute en su interior que también tienen sus pecados, entonces la gente sensata, empática y prudente al no entender que está tratando con un psicópata, se inhibe de decir o hacer cualquier cosa en contra de los actos arbitrarios del coronel narciso y el mañoso felón camaleónico y así él evita que su auditorio lo juzgue. Otra cosa serán los tribunales de justicia y el largo brazo de la ley. El psicópata es muy habilidoso con el verbo y con esa expresión «yo tampoco soy un santo», utiliza maliciosamente las palabras de Jesucristo, aquellas que dirigió en ocasión a evitar la lapidación de la adúltera cuando dijo a sus perseguidores: «quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra». Pero es que el coronel psicópata no es Cristo sino un soldado corrupto. Se trata de un hombre maquiavélicamente habilidoso para engatusar, embaucar y hacerse coartadas para conseguir sus planes criminales. Él sabe cómo echarles mentol en la vista a las personas que no estén prevenidas de que el coronel es un psicópata narcisista, un embaucador entrenado.

Los sastres debajo de su mostrador usualmente tienen una gaveta en donde tiran de todo: telas, botones, tijeras, hilos, cierres, dedales, agujas, etc. En fin, en un cajón de sastre puede haber cualquier cosa. Y el coronel psicópata es un cajón de sastre lleno de telas y objetos malditos. No se trata de retazos de lana, de algodón, ni poliéster, ni gamuza, ni terciopelo, ni de hilos, ni de agujas. Se trata de un desastre de cajón. De un cajón lleno de varios trastornos de la personalidad muy retorcidos y de diversos síndromes siniestros. El coronel felón corroe la espiritualidad y los principios de quien no esté advertido y se deje. Es tan peligroso para el alma inmaterial y para la psiquis como la radiactividad lo es para la materia. Si pudiéramos advertir a todos de tan oscuro personaje, lo haríamos colocando en su oficina, en su casa y en el auto que usa en delito de peculado, la alerta del trébol radiactivo. El coronel psicópata e idiota moral, el felón narcisista es la corrupción en ebullición.

«Todos somos malvados de una forma u otra, ¿no?«.

Richard Ramírez. (psicópata).

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