Algunos en nuestros días se están construyendo un “dios” a su antojo –falso, por supuesto. Y, sin darse cuenta, se están imaginando un “dios” que no ama.
Pero un dios que no ama es la antítesis de Dios, pues esencialmente “Dios es Amor” (1 Jn 4, 16).
Piensan en un dios “nueva era”, que es un dios difuso, comparable a una especie de spray invisible inmenso, que es sólo “energía”. El problema es que una “energía”, por más grande que pueda ser, no es capaz de amar.
Para los cristianos -católicos o no- Dios es infinitamente poderoso, pero no es una simple energía. Para nosotros Dios es un Ser que ama, y nos ama a cada uno de manera especial, tan especial que nos ama a cada uno como si cada uno fuera único, porque cada una de sus creaturas es única para Él.
Más aún, sabemos que Dios es un Ser tri-personal. De eso se trata el misterio de la Santísima Trinidad: Dios es uno, pero hay tres Personas en Dios. Y cuando hablamos con Dios hablamos con Personas: o hablo con el Padre, o hablo con el Hijo, o hablo con el Espíritu Santo, o hablo con los Tres.
Pero con ese monigote de dios que se están creando hoy en día, no hay posibilidad de relacionarse, pues más bien se cree que todos formamos parte de esa “divinidad energética” a la que llaman dios.
Parece muy lindo el concepto de “formar parte” de dios. Pero al nosotros aparecer metidos dentro de esa nebulosa energética, no hay distinción entre nosotros y ese aerosol. Y si no hay distinción entre nosotros y dios ¿cómo puede existir el amor?
La unión con Dios que pregona el Cristianismo no es esa pretendida unidad con ese dios-energía. Es muy distinta.
En la verdad y realidad cristianas, Dios nos comunica su Amor y desea que le amemos a Él (por cierto, sobre todas las demás cosas y personas). Él nos ama para que nosotros le amemos y para que nos amemos entre nosotros con ese Amor con que Él nos ama.
Y la unión se da en ese Amor de Dios a nosotros, de nosotros a Dios y de nosotros entre sí. Pero fijémonos que, en esa unión, Dios sigue siendo Persona Divina y nosotros seguimos siendo personas humanas… diferenciadas de Dios y diferenciadas entre nosotros.
Si amamos a Dios como Él desea ser amado por nosotros y si nos amamos entre nosotros con ese amor con que Dios nos ama, estaremos unidos a Dios para toda la eternidad.
Pero aún en el más allá, que es cuando esa unión se dará a plenitud, Dios seguirá siendo Dios y nosotros seguiremos siendo cada uno de nosotros. Dios seguirá siendo Tres Personas y nosotros seguiremos siendo también personas. ¡Gracias a Dios que no seremos todos “spray”!
¿Por qué si Dios me ama me suceden cosas malas?
Ver en: www.buenanueva.net/preguntasb/cosasmalas.htm
Isabel Vidal de Tenreiro