#OPINIÓN Nombres comestibles #11Jun

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Buscando información de carácter gastronómico por los intrincados senderos de la web encontré, casi por accidente, un vibrante tema musical en ritmo de tarantella napolitana titulado Putanesca, nombre de una de las salsas más populares del sur de la península italiana, cargada de sabores mediterráneos como los del aceite de oliva, la anchoa, la aceituna negra y el ajo. Para mi mayor sorpresa la agrupación que la interpretaba también tomaba su nombre de la exquisita gastronomía europea, en este caso de la francesa, Paté de fuá, en una clara alusión al Pâté de foie gras, esa delicia elaborada con los hígados grasos de ocas o gansos. Se trata de una banda creada en abril de 2006 por un par de músicos argentinos a quienes se les unieron posteriormente artistas de diversas nacionalidades, especialmente mexicanos, brasileños, chilenos e israelíes. El estilo musical de Paté de Fuá mezcla ritmos tan disímiles como la tarantella, el dixieland, la musette, el tango y el jazz, logrando sonoridades únicas y tan exquisitas como los sabores de la preparación culinaria a la que remite su nombre.

Mientras disfrutaba en YouTube de buena parte de la copiosa producción musical de esta agrupación radicada en la ciudad de México me vino a la mente una legendaria cantante francesa de cabaret nacida bajo el nombre de Henriette Ragon pero conocida artísticamente como Patachou, deformación intencional de la expresión Pâte à choux, una masa hecha con harina, mantequilla y huevos con la que se elaboran los profiteroles o petisús, esferas rellenas de crema.

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Es larga la lista de bandas internacionales que han asumido como identificador nombres de alimentos y bebidas de variada gama. Basta recordar agrupaciones como Black Eyed Peas (Frijoles de ojo negro), The Omelettes (Tortilla francesa), Red Hot Chili Peppers (Chiles Rojos Picantes), The Cranberries (Los arándanos) en el ámbito anglosajón, o Los pasteles verdes, Jarabe de palo, Azúcar Moreno, Soda Stereo o Café Tacuba, por mencionar solo algunas de las más populares en el contexto hispanoparlante. Como vemos, se trata de una escogencia caprichosa, que nada tiene que ver con el estilo musical de quien lo asume, pero que le dota de un sello identificador único, inconfundible. Tratar de ahondar en el porqué de la escogencia de tales nombres, sería tema para una futura investigación que profundice en las razones y motivos de sus creadores para asumir tal calificativo como marca artística.

Al parecer en Venezuela la idea de nombrar agrupaciones bajo este patrón caló con fuerza tanto en el segmento de la música pop como en el de las agrupaciones de carácter folclórico o tradicional, lo que nos da pie a comenzar a conformar una base de datos que pueda reunir a todos estos conjuntos musicales que han echado mano del tema culinario como inspiración para adjudicarse un nombre que las diferencie y las proyecte en el mercado musical. 

Son muchos los melómanos nostálgicos que recuerdan a la agrupación Azúcar, cacao y leche, una banda de corta trayectoria cuyo estilo transitaba entre el pop y el rock, creada en Caracas en 1971. La bebida achocolatada a la que nos remite su nombre da razón de la mezcla de los talentos musicales de Edgar Alexander (voz líder, guitarra), Pedro Matute (guitarra), Nerio Quintero (bajo), Gabriel Quintero (batería) e Ilan Czenstochouski (teclados). La agrupación sacó al mercado sólo dos discos bajo el sello Top Hits en los que se incluyeron grandes éxitos como La guitarra, El cisne, Tiempo para amar y Buenos días sol. Tras su separación, tanto Edgar Alexander como Ilan Czenstochouski, quien cambió su nombre a Illan Chester, hicieron destacadas carreras como solistas.

De hecho, vamos a encontrar nuevamente a Illan como como tecladista y voz líder del Grupo Melao, esta vez junto a Ezequiel Serrano (saxos, flauta, coros), Eddy Pérez (guitarra, coros), Lorenzo Barriendos (bajo, coros) y Carlos «Nené» Quintero (percusión, coros). Esta agrupación que vio la luz en 1981 en una casa de pensión en La Florida poseía una exquisita sonoridad que fusionaba jazz, latin pop y géneros académicos, producto de la formación académica de sus integrantes. De corta trayectoria en la escena musical venezolana, su  historial incluye solo una producción discográfica y el mérito de haber compartido el escenario de El Poliedro de Caracas, en calidad de teloneros, con la mítica banda británica Queen durante las tres funciones que ofrecieran entre el 25 y 27 de septiembre de 1981 en el marco de su gira mundial denominada The Game Tour.

El año 81 también ve nacer a una de las agrupaciones más exitosas de música tropical latina bautizada con el sugerente nombre de uno de los cocteles más populares en toda la cuenca del Caribe, el Daiquirí. Conformada en torno a la figura líder de Alberto Slezynger, la mayoría de sus integrantes habían cursado estudios musicales en el prestigioso Berklee College of Music de Boston lo que la dotó de una sonoridad única en su estilo que fue acuñada como Sonido Daiquirí. Cuenta con más de una docena de producciones musicales que incluyen éxitos como Puro deseo de amar, Caso perdido, Chamo Candela, Agua que no has de beber y La casa del ritmo, entre otras.

En 1982, sale al mercado la única producción musical del dúo Limón y Menta conformado por Beatriz y Marlene, la cual contenía su más recordado éxito titulado Río, interpretado junto a otra célebre agrupación llamada Los Tres Tristes Tigres, para entonces rebautizados tan solo como Los Tigres. Luego de esta experiencia, Marlene siguió carrera como solista siendo todavía recordada por éxitos como No notas que estoy temblando y Ámame. Otra agrupación femenina conocida como Las Cherries surge en Caracas a principio del año 2000. La cereza, vinculada con el poder de la seducción, fue escogida para identificar a esta agrupación conformada por tres chicas con características bien diferenciadas: Maryell, (rubia), Michell (Pelirroja) y Gabriela (morena).

Entre las agrupaciones musicales surgidas a la luz del nuevo milenio contamos con nombres ingeniosos que retan a la concepción gastronómica clásica, humanizando o alterando la naturaleza de diversos productos, animales o vegetales, que forman parte de la dieta habitual de muchas personas. Es así como encontramos una serie de agrupaciones como Tomates fritos, Bacalao men, Mermelada Bunch, Caramelos de cianuro, Cebollas ardientes, La leche, Los mentas, Malanga, LapaMariposa, entre otras tantas menos conocidas en el ámbito nacional. 

En el segmento de la música popular, el premio al nombre gastronómico mejor estructurado se lo lleva sin duda alguna la agrupación larense Carota, ñema y tajá, un calificativo lleno de sabores, tradiciones, referentes, significados, que nos remite a la comida hogareña, desde la más encumbrada hasta la más humilde, en donde la combinación de estos tres simples elementos puede significar una comida completa y balanceada.

En tierras larenses, donde abunda la buena comida y la música exquisita, es casi imposible no combinarlas cuando de bautizar una agrupación musical se trata. Los sabores dulces de la miel y los aromáticos efluvios de la canela han sido utilizados por varias agrupaciones larenses para denotar la feminidad de su propuesta. En primer lugar tenemos al trío vocal femenino Agua Miel, integrado por Mitze Stulme, Maribi Rojas y Belkys León, al cual se le recuerda especialmente por su participación del disco Lo nuestro es lo mejor patrocinado por Empresas Polar y en la que compartieron con destacadas estrellas de la escena venezolana como Simón Díaz, María Rivas, Gualberto Ibarreto, Serenata Guayanesa, Cheo Hernández Prisco, entre otros.

Salidas de las filas de Aguamiel, Maribi Rojas y Belkys León, unen sus voces a las de Sonia León y María Fernanda Rodríguez para dar forma al cuarteto vocal Canela Fina, el cual contó con figuras de la talla de Martín Rojas y Gustavo Carucí en la dirección y producción musical. La diáspora llevó a la mayoría de sus integrantes a tierras norteamericanas en donde actualmente Sonia, Belkys y María Fernanda continúan haciendo música bajo la dirección de Américo Baptista, con el nombre de Canela vocal

Las sardinas de Naiguatá nos traen los aromas y el estilo de la costa central venezolana. Su actividad se inicia en 1982 bajo la dirección del trompetista Ricardo Benito Díaz quien supo conformar una agrupación preocupada por la investigación de la tradición musical venezolana, especialmente del litoral del entonces estado Vargas, además de su difusión mediante presentaciones en vivo como a través de más de diez producciones discográficas. Su nombre lo toman de una diversión de Carnaval llamada El Entierro de la Sardina, la cual se realiza específicamente el miércoles de ceniza en la población de Naiguatá.

Con el respaldo de la Fundación Bigott nace la agrupación Pomarrosa a mediados de 1999, buscando complementar el amplio espectro de estilos musicales que cultivaban las agrupaciones que hacían vida en la solariega casona petareña en donde funciona este importante ente cultural. Con la visión de captar la atención de los públicos más jóvenes de las grandes ciudades venezolanas, Pomarrosa adapta su discurso musical a las nuevas sonoridades urbanas sin perder nunca el foco en sus raíces populares.

Por último, reseñaré a una agrupación de muy reciente creación pero que ya cuenta con una producción discográfica. Nacida al amparo del largo período de confinamiento iniciado en marzo de 2020, Tusasong es el producto de un minucioso trabajo de investigación sobre la gastronomía andina realizado por el sociólogo Freddy Lujano, posteriormente sintetizado en una serie de poemas que cobraron forma definitiva gracias a la inspiración musical de Reinaldo Angulo Vivas, Orlando Augusto Hurtado Lara, José Eduardo Girón y Enrique “Tío” Tovar. Su nombre sintetiza el foco gastronómico de su propuesta musical, utilizando al maíz, en este caso el corazón de la mazorca (tusa), como como el centro mismo en donde confluye tradición gastronómica venezolana.

Seguramente habrán quedado por fuera en esta primera entrega muchas agrupaciones con nombres comestibles, pero estoy seguro que la buena memoria y disposición de mis lectores ayudarán a recopilar los nombres faltantes.

Miguel Peña Samuel

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