Entre las cosas más terribles que un ser humano tiene que afrontar en condiciones normales, la prisión es una de ellas. También el exilio forzado, no voluntario, de quienes han sido materialmente obligados a abandonar el país. La historia de Venezuela, en casi todas sus etapas, pudiera reescribirse sobre la base de lo señalado.
El peor espacio de supervivencia es un calabozo. Mucho más cuando se está allí en contra de la voluntad del prisionero, cuando la causa está en la defensa de valores y principios basados en la libertad y la democracia en un régimen dictatorial “sociacomunistoide” que sólo trabaja para conservar el poder eternamente. Para ello tienen que silenciar todo lo que ponga en peligro esa pretensión.
Según las informaciones aportadas por los organismos correspondientes, hay alrededor de quinientos compatriotas, entre civiles y militares, privados arbitrariamente de sus derechos fundamentales. Muchos de ellos han sido detenidos violando normas constitucionales y legales sin cuidar ni siquiera las formas procesales mínimas.
Además, la ausencia casi total de medios de comunicación independientes que han logrado resistir las amenazas y presiones del régimen tanto a ellos como a sus anunciantes, hace difícil que el ciudadano común pueda tener acceso a la realidad existente en este tema. Sin embargo, la dirección política de la oposición tiene toda la información, pero no está actuando con la firmeza necesaria en una materia tan delicada.
No me gusta disparar hacia los lados cuando el adversario está al frente. Pero estas líneas tienen como propósito estimular a los compatriotas demócratas, de cualquier sector, a levantar la bandera de la liberación de los presos civiles y militares. Estoy seguro que esta causa tiene el respaldo de toda la comunidad internacional y sus acciones y opiniones pesan cada día más. Pero las omisiones proyectan una imagen muy negativa ante quienes la comparten más allá de nuestras fronteras.
No me opongo a la existencia de conversaciones o negociaciones con el régimen. Pero todo tiene que estar manejado con una claridad absoluta tanto de fondo como de forma. Se corre el riesgo de que el enorme rechazo que probadamente tiene el régimen se extienda progresivamente hacia la oposición formal por la ausencia de logros concretos en la lucha por la liberación del país.
Ojalá y en Venezuela no suceda lo que ha pasado en Argentina y otras realidades continentales. “Que se vayan todos” ha sido consigna de pueblos que rechazando a quienes detentan el poder formal, buscan fórmulas diferentes a las cabezas de uno y otro bando.
Aún no hemos llegado a ese extremo. Pero pudiera ser si no clarificamos los objetivos a corto y mediano plazo. La Libertad de los presos es una necesidad existencial en esta hora.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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