Trabajo de: www.runrun.es
A Juan Pedro Lares, hijo de Omar Lares, alcalde del municipio Campo Elías del estado Mérida, lo sacaron de su casa el 30 de julio de 2017. Ese día se llevaban a cabo las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente. El muchacho de 24 años estaba dormido en su cuarto cuando grupos armados y funcionarios policiales irrumpieron en la residencia para llevarse a su padre tras amenazas que habían sido impuestas por el gobernador del estado, Alexis Ramírez, por su presunta «complicidad con la colocación de barricadas» en el municipio.
El padre del joven logró huir; también su esposa y su hijo de 13 años, pero Juan Pedro quedó atrapado en el cerco y fue retenido «como un símbolo de chantaje«, así lo aseguró en esa oportunidad, su madre, Ramona Rangel.
«Eran las dos de la tarde, estábamos los cuatro, mi hijo de 13, Jesús Lara, mi hijo de 23 secuestrado, mi esposo Omar y mi persona. Escuchamos que golpeaban la puerta de manera brusca y le dije a mi hijo, ‘hijo, ¡coloque las trancas!‘. Rápidamente se escucharon detonaciones para romper el cilindro. Cuando mi cuñada Lourdes me dijo, ‘¡Ramona, está la guardia, salgan!‘. Entonces, salimos corriendo hacia la parte trasera de la casa. Vivimos en una casa colonial que comprende casi una cuadra de extensión detrás de la que hay un polideportivo, nos trepamos a los techos, pero mi hijo no pudo salir…», explica Ramona.
De acuerdo con su tía Liliana Rangel, los atacantes no lograron penetrar por la puerta principal, por lo que ingresaron por las ventanas de la residencia. Mientras trataban de escapar por atrás, Juan Pedro dejó adelantarse a su padre porque él no tenía orden de arresto.
“No te preocupes, no me van a hacer nada», reporta Liliana que dijo el joven, hasta que un helicóptero lo avistó en el techo de su casa y lo capturaron los miembros del Sebin.
Después de su aprehensión —la cual no constó de ninguna orden de captura emitida por un tribunal—, la madre decidió trasladarse desde la población merideña a Caracas, pues le aseguraron que su hijo se encontraba en El Helicoide.
Durante varios días, nadie supo de su paradero y el propio secretario general de la OEA, Luis Almagro exigió su aparición, pero de acuerdo con su madre, fue la presión de la cancillería colombiana la que ayudó a que apareciera, una vez que El Universal de Caracas indicó que los presos políticos de la organización estudiantil Liberación 23 retenidos en el Helicoide confirmaron haberlo visto ingresar a la prisión.
En efecto, luego de 48 horas sin saber de su paradero, constató a través de abogados del Foro Penal Venezolano que al joven lo habían llevado a esta sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).
Juan pasó diez meses encerrado en El Helicoide sin orden judicial ni ser nunca transferido a un tribunal y fue liberado con la condición de pasar desapercibido por los medios de comunicación. El gobierno deseaba apresar a su padre y como no lo logró, mantuvo en calidad de secuestro a su hijo durante casi un año.
El joven contó a Provea que las condiciones de reclusión no eran nada fáciles. “Dormíamos en el piso, nunca teníamos agua para bañarnos, la comida no llegaba. Gracias a Dios tuvimos el apoyo de mucha gente que nos llevó comida porque si no, estuviéramos en un estado crítico de salud. Sin embargo, cuando nos llevaban la comida los funcionarios se la comían. Luego del motín lo que nos enviaban nunca llegaba. Se vivieron momentos muy duros en ese lugar”.
Explica que, en cuanto a la relación con los otros presos, uno solo compartía en las visitas, porque del resto eran las 24 horas confinados en la celda. “No salíamos para nada”.
“Mi madre pudo ir dos o tres veces. En las dos primeras oportunidades, fueron solo 10 minutos y luego de ocho meses, pudo entrar mi tía por una hora y mi madre una hora. Esas fueron las únicas visitas que tuve en ese tiempo, de resto no pude ver a más nadie. De parte de abogados como nunca fui presentado ante tribunales, no tenía expediente abierto, no tenían un caso al cual defender. Estaba secuestrado por parte del Estado venezolano para que mi papá se entregara, yo era la carnada”.
Juan Pedro también contó que durante su reclusión no fue maltratado físicamente, pero sí durante su detención.
«Los funcionarios del SEBIN me patearon, me golpearon con una pistola en el cuello, me amenazaron con matarme si no decía el paradero de mi papá, incluso me rociaron con gasolina y me decían que iban a prenderla si no les decía dónde estaba mi padre. Luego, me trasladaron a la sede del SEBIN en el estado Mérida y en ese lugar me dijeron que si no decía dónde estaba mi padre me iban a poner la” bolsa”, que es un método de tortura donde te tapan la cabeza con algún tipo de químico irritante como insecticida y te asfixies, también me amenazaron con electrocutarme».
Explica que el 1 de junio, como a las 11:30 de la mañana, funcionarios llegaron a la celda donde se encontraba junto a otros presos y les informaron que irían a una sesión de la Comisión de la Verdad de la Asamblea Nacional Constituyente.
“La primera condición fue que no pude salir como el resto de los presos, como estaba secuestrado y los medios se encontraban en la entrada del Helicoide, pues me indicaron que debía llamar a alguien que me fuera a buscar en algún vehículo para salir discretamente. La otra condición fue que no podía dar declaraciones a la prensa, ni proselitismo político. Nunca me entregaron una boleta de excarcelación”, agregó.