Ramón Enrique Jaramillo Lejarazo tiene un súper poder, es capaz de mirar a cualquier segmento del bosque y reconocer uno a uno los árboles que allí se encuentran, identificándolos por su nombre, características y beneficios.
No es poca cosa si se considera que su espacio de trabajo, la Reserva Forestal Imataca (RFI) es un bosque húmedo tropical ubicado en el sur de Venezuela. Un área protegida que cuenta con más de 3 millones 700 mil hectáreas.
Es una región megadiversa en la que habitan 168 especies de mamíferos, 597 de aves, 358 de peces, 119 de reptiles y 76 de anfibios; es, además, territorio ancestral de los indígenas Kariña.
Él, levanta su mano y va nombrándolos: mureillo, roble, algarrobo, guamo colorado, hueso de pescado, pericoco, simaruba, chupón, capure… Luego los caracteriza dependiendo de su utilidad: “el mureillo: sirve para construcción, el Roble para fabricar vigas y machimbrado. Con el guamo colorado se pueden hacer puertas; mientras que del hueso de pescado se sacan marcos de puertas, mesas y sillas. La madera del pericoco es especial para hacer closets y de la simaruba, salen las ‘chapillas’ para fabricar puertas”.
Desde hace más de 30 años Enrique (todos lo llaman por su segundo nombre) trabaja de baquiano. Es decir, su trabajo consiste en conocer bien los caminos, las sendas, los atajos, pero principalmente, la variedad de plantas que integran ese bosque. “Comencé este trabajo a los 17 años. Fui aprendiendo de mi hermano mayor. Él también comenzó como ayudante de otro baquiano. Fui su asistente por 8 años. Después de ese período inicié mi labor en solitario como baquiano”, rememora Enrique.
En la RFI se implementa, desde el año 2016, el proyecto denominado “Ordenación Forestal Sustentable y Conservación de Bosques en la Perspectiva Ecosocial”, el cual se ha venido desarrollando con la participación directa de los indígenas kariña para la preservación y aprovechamiento sustentable de los recursos del bosque.
Se trata de una iniciativa ejecutada por la FAO en cooperación con el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo y que cuenta con financiamiento del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF).
Enrique fue contratado por la Empresa de Propiedad Social Directa Comunal Indígena “Tukupu” -primera empresa forestal de este tipo en el país, integrada por indígenas kariña de la RFI- para hacer labores de reconocimiento junto con los indígenas que habitan el bosque.
En realidad, explica Enrique, “el trabajo que estoy haciendo en este momento con los kariña es un ‘baqueo’”. Baqueo es una forma de nombrar los recorridos que Enrique hace dentro del bosque, previo a la ejecución de los inventarios forestales, para identificar de entre los árboles, aquellos de maderas comerciales y no comerciales. “De esa forma, también ayudo a reconocer los tipos de regeneración natural de las especies de la reserva”, apunta.
La oficina de Enrique es la reserva, bajo la sombra impenetrable de árboles centenarios. En cada jornada de trabajo, Enrique clava en el suelo una vara de un metro y medio de longitud (aproximadamente), le amarra una cinta de color y, a partir de esa marca, se interna en el bosque, camina abriendo ‘trochas’ con un machete como única herramienta e identifica árboles, como quien hace el inventario de su negocio.
Junto a los kariña, también recolecta semillas que luego germinan en viveros comunitarios y con el establecimiento de estas plantas, se recuperan áreas degradadas de la RFI.
El trabajo de Enrique es fundamental para realizar, las estimaciones de volúmenes de madera de cada una de las especies que actualmente son aprovechadas comercialmente en la Reserva Forestal Imataca.
Este es un requisito indispensable para la elaboración de los Planes Forestales Operativos que son exigidos por la autoridad ambiental del país, para la aprobación del aprovechamiento y manejo sustentable del bosque.
Naciones Unidas decretó el periodo 2021-2030 como el Decenio de la Restauración de los Ecosistemas. Un llamado a la protección y la reactivación de los ecosistemas en todo el mundo, en beneficio de las personas y la naturaleza. En Venezuela aportamos a la consecución de estos objetivos de la mano de personas como Enrique y el pueblo kariña.
