Las principales implicaciones macroeconómicas de la dolarización y las condiciones y posibilidades de revertirla, en el contexto de una economía petrolera, como aún es el caso de Venezuela, aborda el doctor en economía, docente de la UCAB y Miembro de Número de la Academia Nacional de Economía, Luis Zambrano Sequín.
«No hay ninguna evidencia que relacione la dolarización con la prosperidad económica, y menos aún que ésta sea un sustituto de otras reformas económicas estructurales. Hay que enfatizar que la dolarización no elimina los riesgos de sufrir crisis externas, ni incrementa la sostenibilidad fiscal, no soluciona los problemas fundamentales del sistema financiero (más bien los puede agravar), ni contribuye a resolver la crisis de la deuda externa. Tampoco tiene incidencia directa en la resolución de los problemas asociados a la inestabilidad política y social», sostiene.
En el texto, Zambrano también señala que la desdolarización «no puede ser impuesta ni decretada», sino que es resultado de acciones de fondo. Advierte que, mientras más se prolongue el proceso de vigencia del dólar como moneda dominante en el mercado, más difícil resultará revertirlo.
«Por convención, se considera que una economía se desdolariza si la relación depósitos en divisas respecto a los depósitos totales de la banca local se reduce a una proporción menor al 20%, por un período de al menos 5 años. Con base en este criterio, sólo 4 países que se habían previamente dolarizado habrían logrado desdolarizar: Israel, México, Polonia y Pakistán”.
Advierte Zambrano Sequín que todos estos países han podido avanzar en la desdolarización como consecuencia de la implementación de exitosas políticas de estabilización y ajustes estructurales, permitiéndoles recuperar la credibilidad en sus instituciones fiscales y monetarias y mantener una disciplina fiscal que ha evitado el excesivo financiamiento monetario. Como es conocido, este último factor es clave para garantizar la estabilidad de la moneda, afirma el especialista.