El candidato de derecha, Federico Gutiérrez, luego de aceptar su derrota anunció su apoyo a Hernández, advirtiendo que quiere salvar a Colombia del “peligro” que a su juicio representa Gustavo Petro.
“Al saber que nuestra posición es determinante para el futuro de Colombia, hemos tomado una decisión: no queremos perder el país, ni vamos a poner el riesgo del futuro de Colombia”.
“Rodrigo (Lara) y yo votaremos por Rodolfo y Marelen el próximo 19 de junio“, en referencia a los candidatos que pasaron a segunda vuelta.
Añadió que “la democracia se cuida y se respeta, y esas son las reglas de juego”.
En su discurso de aceptación de derrota criticó al candidato de izquierda, Gustavo Petro, asegurando que “no le conviene a Colombia”.
“Sería un peligro para la democracia, las libertades y la economía”, indicó.
El futuro político de Colombia se definirá el 19 de junio en el balotaje. El exrebelde Petro deberá apostarle a aumentar la ventaja sobre su contrincante, luego de obtener el 40,3% de los votos en la primera ronda frente a un 28% de Hernández.
Con discursos antisistema, los dos finalistas prometen un cambio frente al gobierno del actual presidente conservador Iván Duque. Sin embargo, sus aproximaciones son distintas. Petro busca beneficiar a los más vulnerables aumentando impuestos a las élites, “democratizando” los recursos y negando nuevas licencias de explotación de petróleo. Por su parte, Hernández buscaría “curar” al país de corrupción desde el Estado enfrentando a la clase política tradicional, sin promover impuestos a la riqueza.
Para el analista político Johan Caldas, de la Universidad de la Sabana, parte del electorado que conquistó Hernández pertenece a la derecha colombiana, que abandonó a último momento a Gutiérrez y apostó por un candidato con mayores probabilidades de derrotar a Petro en segunda vuelta al no cargar con el peso del continuismo de un gobierno que termina con baja popularidad.
Hernández ha sido comparado por algunos con el expresidente estadounidense Donald Trump. Caldas dijo a la AP que aunque sus ideas son distintas, comparten algunas características, como estar alejados de “todo tipo de estructura, formalismos y pensamientos partidistas que terminan justamente por convencer a las personas que encuentran una opción de cambio justamente alejado de lo tradicional”.
Tanto la desigualdad como la corrupción y la inseguridad están entre las principales preocupaciones de los electores.
“Todo el tiempo estamos asustados de que nos van a robar. El Estado no ha controlado la inseguridad y se creció más. La canasta familiar se subió más del doble de lo que costaba”, dijo a la AP Wiliam Eduardo Gerena, un taxista de 53 años, luego de votar el domingo en Bogotá.
Dos años de pandemia dejaron cicatrices en la economía colombiana e hicieron retroceder al país una década en la lucha contra la pobreza. Cifras oficiales mostraban que el 39% de los 51,6 millones de habitantes de Colombia vivían con menos de 89 dólares al mes el año pasado, una ligera mejora del 42,5% de 2020.
Con un Congreso recién renovado en marzo, el próximo presidente tendría el reto de lograr gobernabilidad sin tener las mayorías. Aunque obtuvo una votación histórica para una coalición de izquierda, Petro tendría que obtener el apoyo de los más moderados para lograr pasar sus proyectos. Mientras que Hernández, cuyo movimiento político solo tiene dos representantes de la Cámara baja, tendría que lograr acuerdos con los mismos políticos tradicionales a los que ha criticado y en algunos casos acusado de corruptos.
El próximo presidente también enfrentará el dilema sobre si reanuda o no las relaciones diplomáticas rotas con Venezuela desde 2019 entre Nicolás Maduro e Iván Duque.
En los 2.200 kilómetros de frontera, los dos países tienen intereses y retos comunes como enfrentar las redes de narcotráfico, contrabando, trata de migrantes y reactivar el comercio legal que beneficiaría la economía local binacional.
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