En los dos artículos anteriores describimos a la economía venezolana como “bipolar”; una mezcla de políticas públicas contradictorias: Unas que impulsan la recuperación económica, como la liberación de precios, del cambio y de la circulación de las divisas. Otras que frenan dicha recuperación, como el alto encaje legal que minimiza el crédito bancario, la sobrevaluación del bolívar y el intento de imponerlo, en vez de respaldarlo con el crecimiento de la economía. Luego, describimos los impactos de la Economía Bipolar sobre el Gobierno de NM. En esa entrega concluimos que, si dicho gobierno no logra recuperar la economía y si la oposición se organiza, NM puede perder las elecciones presidenciales de 2024. Pero, si el gobierno recupera la economía, en particular, añadiéndole unos 10 puntos más al PIB cada año, es difícil que las pierda, sobre todo si la oposición presenta dos o más candidatos presidenciales.
La pregunta es ¿Qué puede hacer la oposición para ganar dichas elecciones? Y la respuesta es ambivalente.
Si la oposición insiste que la economía venezolana no se está recuperando, que “es sólo una burbuja”, y que la gente está cada vez más en peor situación, no solamente está equivocando el diagnóstico, sino que, si tal cosa fuese cierta, estarían cavando su propia fosa porque un pueblo apabullado por decenas de problemas y pobreza tiende a no reaccionar, como sucedió en los peores momentos, de 2014 a 2018. Ese pueblo tendería a un 50-60% de abstención, quedando el mayor de los bloques de votos en manos de la minoría del 20% que el gobierno de NM puede movilizar hoy. Es decir, no parece una buena estrategia negar que el 61% de los venezolanos dice que su Situación Personal es buena, ni apostarle a que nos hundamos.
Para que una mayoría vote por un candidato mayoritario de oposición se necesita que los partidos opositores cumplan varias condiciones.
La primera es dejar de llamarse en negativo: Oposición = Lo contrario al gobierno. Tendría que ponerse un nombre en positivo; por ej., “La Unidad Democrática” y cambiar el énfasis en negar y oponerse por proponer y construir.
La segunda es limpiar la propia casa: Relegitimar a sus cuadros directivos mediante elecciones en las que puedan votar todos sus miembros en condiciones libres y transparentes. Sería deseable que eso pase en junio, en las elecciones internas de AD.
La más importante de todas las condiciones es “bajarle dos” a la motivación por sustituir a NM y llegar al poder y poner el énfasis en acompañar a la gente en la solución de sus problemas cotidianos.
Además de acompañar, los opositores necesitan proponer y empezar a construir con lo mucho o poco que esté en sus manos, y no es poco. Los partidos de oposición controlan 130 de las 335 alcaldías. Pero, responda Ud.: ¿Cuántas de esas alcaldías brillan por su gestión? ¿Conoce Ud. el Proyecto País de algún partido opositor? Puede que este proyecto exista, pero, no se divulga otra idea que no sea “que el gobierno es malo”.
La siguiente condición es que algunos de los partidos opositores crezcan en identificación partidista, producto de los pasos anteriores. Hoy día ninguno alcanza el 3% y todos sumados llegan al 8,3%, con lo que ni siquiera superan al muy disminuido PSUV, el cual heredó un 40% de identificación partidista de Hugo Chávez y se ha reducido al 12,5%. Creo que esta ruta hace más factible para que se fortalezca la oposición que pedirle a sus partidos que se unan entre sí o tan siquiera que coordinen sus acciones. Lo cual implica que es muy difícil que unos 40 partidos nacionales de oposición logren ponerse de acuerdo en unas reglas de juego para elegir un candidato de oposición en condiciones aceptadas por todos y que ese candidato sea apoyado y con entusiasmo por los votantes opositores identificados con otros partidos distintos al cual pertenezca dicho candidato.
Las primarias deberían ocurrir cuanto antes para comenzar a hacer conocer el candidato, divulgar y construir el Proyecto, acompañar a la gente, sumar adhesiones y entusiasmo. Sin embargo, ya se sabe que no existe consenso en las reglas de juego para dicha Primaria y que la misma ha sido pospuesta un año.
Dos consecuencias se desprenden de esta saga. Las principales condiciones electorales que necesita la oposición son las que ella misma debe darse. Las condiciones electorales que ponga el gobierno, como las que se discutirían en México, son secundarias. Así lo demostró la reciente elección del gobernador opositor del estado Barinas, en cuyo caso, mientras peores condiciones puso el gobierno, más votos perdió. La otra consecuencia es que al gobierno de NM le conviene concederle todas las condiciones electorales que le pida la oposición para maximizar la flexibilización de sanciones económicas, producir y exportar más petróleo, acelerar el crecimiento económico, elevar su aprobación de gestión y, con ello, sus probabilidades electorales. ¡Cuanta ambivalencia!
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes