Tras la muerte del dictador comunista Josep Stalin en 1953 la idea de la carrera espacial se apodera de los gobernantes rusos de turno. Se trataba de demostrar que el mundo comunista era superior al capitalismo en este terreno dominado por la técnica y la ciencia. Colocar una nave espacial en el espacio era el reto y objetivo a alcanzar.
Estratégicamente la carrera espacial soviética se empalmaba con la feroz lucha en lo político y militar que los soviéticos tenían planteada con los norteamericanos. El histórico enfrentamiento entre el este y el oeste tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Desde 1943 norteamericanos y soviéticos venían experimentando con distintos animales en los pasos previos al impulso de la conquista del espacio sideral cuyo objetivo central era la Luna. Esos experimentos incluían viajes al espacio terrestre donde impera la atmósfera lo que minimizaba los peligros. Precisemos que el espacio sideral se encuentra más allá de la atmósfera terráquea sin oxígeno y la existencia de altas temperaturas.
En octubre de 1957 se cumplieron 40 años de la Revolución Soviética. Se necesitaba una especie de trofeo de guerra para demostrar la superioridad del comunismo ante el capitalismo. En octubre de 1957 es puesto en el espacio sideral el satélite artificial Sputnik 1. Aquel éxito envalentona a los jerarcas del Kremlin de Moscú, principalmente a Nikita Jrushchov, quien tiene la idea de poner en el espacio sideral un ser vivo.
Ese es el marco geopolítico aparece en escena la perrita Laika, una mestiza recogida de las calles de Moscú que junto a otros 9 perros participa en una serie de experimentos previos a su envío al espacio sideral. Dada su fortaleza física e inteligencia aprueba todas las fases del proceso realizado en laboratorio por un equipo científico. Se cree que era una mezcla de husky, alguna otra raza nórdica, con terrier.
El inocente animal lo preparaban para una muerte segura en el espacio extraterrestre de lo cual eran conscientes los científicos. Incluso uno llegó a llevar a la perrita a su casa para jugar con sus hijos quizás a manera de despedida. Entonces no existía la tecnología que permitiera el regreso de las naves espaciales a la Tierra por lo que quedaban para siempre viajando a la deriva en el infinito Universo.
Laika fue enviada a un viaje sin retorno el 3 de noviembre de 1957 en el interior de una pequeña nave espacial del tamaño de una lavadora. Le esperaban en el espacio sideral altísimas temperaturas de 40 grados centígrados. Muere achicharrada por el efecto de la misma más el horrible estado de pánico que sufrió en los últimos momentos de vida.
Como suele suceder en todas las dictaduras comunistas, los medios soviéticos mintieron sobre lo realmente ocurrido. Manipularon el tiempo de su estancia viva en el espacio exterior y su salud. Ello fue el centro de un escándalo internacional que dejó muy mal parados a la tiranía totalitaria soviética.
Esa fue la involuntaria hazaña y muerte de la perrita Laika para satisfacer los intereses políticos de la dictadura comunista durante la desaparecida Unión Soviética. La bióloga Adilia Kotovskava contaba luego que: “Le pedí que nos perdonara al acariciarla por última vez”. El resto de su vida se sintió culpable por lo ocurrido.
La miserable condición de algunos hombres y el triste destino de otros, en este caso un ser vivo como la perra Laika. Lo decía el escritor checo Franz Kafka en el final de su novela El Proceso: “igual que un perro…”.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal11