#OPINIÓN Buena Nueva: Ser morada de Dios #22May

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El Misterio de la Santísima Trinidad se nos enseña desde el Catecismo de la Primera Comunión. Nos decían: es el misterio de un solo Dios en tres Personas. Y recalcaban que no eran tres dioses, sino uno solo, pero que sí eran tres Personas y un solo Dios.

Ahora bien, ese gran misterio, tan importante pues se refiere a la esencia misma de Dios, es decir, a lo que Dios es, ¿qué influencia tiene para nuestra vida? Porque, comprenderlo no podemos. Eso también lo sabemos desde la Primera Comunión. Entonces ¿cómo aplicar a nuestra vida diaria eso de que Dios es Uno en Tres Personas?

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Algún significado bien importante debe tener el Misterio de la Santísima Trinidad para nuestra vida espiritual, aunque no lo podamos comprender. ¿Cómo, entonces, vivir este misterio?

Cuando estemos viendo a Dios tal cual es, cuando hayamos llegado al Cielo, a la “Jerusalén Celestial”, allá estaremos en Dios y Él en nosotros (cf. Ap 21, 10-23). Pero mientras tanto Jesús nos ha ofrecido esto: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada” (Jn 14, 23-29).

¿Cómo es eso de hacer morada en nosotros? Cierto que es en el Cielo cuando estaremos unidos con Dios plenamente y para siempre. Pero la buena noticia es que desde aquí en la tierra podemos comenzar a estar unidos a la Santísima Trinidad. ¿Cómo lo sabemos? Porque Jesucristo nos lo prometió.

Veamos: El Espíritu Santo está siempre tratando de que busquemos y cumplamos la Voluntad de Dios. Por eso hay que ser perceptivos y también dóciles a sus inspiraciones. El Espíritu Santo trata de hacernos semejantes al Hijo, a Jesús. En eso precisamente consiste su labor de santificación.

Luego el Hijo nos lleva al Padre. “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquéllos a quienes el Hijo se los quiera dar a conocer” (Mt 11, 27).

¿Y cuándo nos lleva Jesús al Padre? El tiempo depende de nosotros. Eso es justamente lo que nos dijo: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada”. Es decir, Jesús nos llevará al Padre cuando vayamos respondiendo a lo que Él nos pide: amarlo. Y ¿cómo se ama a Dios? Sencillo decirlo. No tan sencillo lograrlo: se ama a Dios cumpliendo Su Voluntad.

Entonces, amando a Dios, es decir, haciendo Su Voluntad, podremos vivir desde la tierra este misterio de la unión de nosotros con Dios y de nosotros entre sí.

Al comienzo de cada Misa oramos así: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos ustedes”. Esa oración resume muy bien lo que significa vivir el Misterio de la Santísima Trinidad desde ahora.

Isabel Vidal de Tenreiro

www.homilia.org

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