Muchas veces me he referido al tema de Colombia. Es indiscutible la importancia creciente que tiene con relación a Venezuela. También con el vecindario, y ahora con el resto del mundo. Está a las puertas de unas elecciones trascendentes. Debemos prestarle atención a todo lo que ocurre en este momento y a cuanto pueda suceder después del resultado.
Creo que tienen razón quienes opinan que en general el debate entre izquierdas y derechas, progresistas y reaccionarios está bastante agotado. Lo central está pasando a ser lo concerniente a la Libertad y a la vida en verdadera Democracia, Cuando este esquema funciona, todo cabe. El debate tradicional se hace posible y el ciudadano común no verá amenazados sus derechos fundamentales, tanto naturales como legales.
El problema está cuando el poder es conquistado, de cualquier manera, por gente sin formación ideológica definida, y administrado conjuntamente con estructuras organizadas del narcotráfico y ahora, hasta de cuadros terroristas que se desarrollan en zonas importantes del planeta.
No estoy exagerando. Basta con mirar el caso venezolano. Lo sucedido en poco más de dos décadas tiene que servir de ejemplo para países que, como Colombia, pudieran repetir la experiencia en circunstancias peores por su propia realidad y los factores influyentes que la condicionan negativamente.
Por todo lo expuesto y mucho más, pido a todos los colombianos con derecho a voto que viven en Venezuela que lo ejerzan en la dirección correcta. Lo peor que nos puede pasar a todos es que el señor Gustavo Petro llegué a ser presidente de Colombia. La petición se extiende hacia todos los habitantes del hermano país. Hay que dar la cara, como lo han hecho tantas veces y votar masivamente por quien esté en mejores condiciones para derrotarlo. Hasta ahora pareciera ser el caso de Francisco, FICO, Gutiérrez, quien pareciera tener garantizado el respaldo de notables y útiles figuras de la vida pública y privada de Colombia.
Para quienes conocemos en profundidad el problema del narcotráfico, es increíble como en Venezuela han dejado penetrar sus estructuras operativas en todos los niveles de la vida nacional. No es por casualidad, ni por extrema habilidad de quienes las dirigen. Tiene que haber complicidad abierta y encubierta, civil y militar, para que esto pueda desarrollarse.
Para los “camacranes”, como alguien calificó a los camaleones y a los alacranes de este tiempo, parte de su juego pudiera ser vincularse a lo que denunciamos, Pero para el resto de la sociedad civil y para los políticos decentes que aún existen con o sin partido político definido, es obligación ética y moral enfrentarlo. Es hora de hacerlo.
Los medios de comunicación y las redes sociales de buena parte del mundo están atentos. Es uno de los problemas mayores de vive el régimen en este momento.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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