Muchas personas ven a un tuqueque y lo primero que piensan es que es venenoso, o que transmite enfermedades, pero la verdad es que es todo lo contrario. Esta inofensiva lagartija es un perfecto inquilino en nuestra casa, puesto que su dieta ayuda a mantenernos fuera de peligro de otros animalitos que puedan producir o transmitirnos padecimientos.
Su alimentación está basada en la ingesta de moscas, arañas, insectos, chinches, cucarachas y cualquier tipo de invertebrado que esté a su alcance; lo cual nos es altamente beneficioso porque sirve de “filtro” insectívoro de un hogar.
Además, mantiene un equilibrio poblacional entre insectos e invertebrados para que no proliferen a un ritmo acelerado en la ciudad.
Pertenece a la única familia de reptiles que, hasta la fecha, ha demostrado poder comunicarse con otros de su misma especie con vocalizaciones. Este linaje reptil tiene por nombre Gekkonidae, y está conformada por 961 especies aproximadamente de distintos tamaños y con características variables entre sí.
El tuqueque se encuentra en climas templados y tropicales de todo el mundo. Es un inquilino habitual de la mayoría de los espacios urbanos donde convive y prolifera dentro del entorno humano y sus edificaciones.
Es inofensivo, pero constantemente sufre ataques por parte de la población debido a que su aspecto físico no es “agradable” a la vista.
Tiene cabeza y ojos grandes debido a que cuentan con una pupila elíptica vertical que les permite observar con mayor amplitud el espacio.
Este animal utiliza su lengua como órgano sensorial. Recoge partículas del aire para introducirlas en su boca y poder “oler” con su lengua.
Su nombre genérico Hemidactylus proviene de la unión de dos palabras en idioma griego: hemi, que significa medio, y dactylos que se traduce como dedos; lo que hace referencia a la lámina que divide los dedos de sus patas delanteras y traseras.
El término mabouia proviene del nombre con el cual las etnias indígenas americanas de las Antillas denominaban a algunas especies de lagartijas.