Algo tan sencillo como movilizarse en transporte público se ha transformado en una tarea tortuosa en nuestro país. Los venezolanos hemos tenido que aprender a lidiar con toda clase de problemas para ir de un lugar a otro producto de la crisis nacional que padecemos. La realidad es bastante dura para el grueso de la población que sencillamente no puede costear y mantener su propio vehículo, por lo que dependen de autobuses, camioneticas, jeeps o trenes para desplazarse.
Desde ir al trabajo hasta regresar a casa, visitar a seres queridos o realizar diligencias, tomar el transporte público en el país es una tarea increíblemente difícil y costosa. Hoy conocí a un señor del Instituto Nacional de Parques (Inparques) que me contó que camina dos horas todos los días desde su casa hasta su lugar de trabajo, y lo mismo hace al final del día para regresar. Así logra ahorrarse lo que cuesta el pasaje e invertirlo en comida. Para la mayoría de los venezolanos tristemente ese es su día a día porque costear el pasaje para llegar a sus trabajos es casi imposible. Trabajar para pagar solo el pasaje o tener que caminar para poder comprar comida resulta el peor de los castigos.
La escasez de gasolina, los bajos salarios, la falta de efectivo y el deterioro de las unidades, son las principales razones que hacen que esta situación solo empeore. En todo el país, pero sobre todo en el interior, existen zonas sin rutas de transporte, obligando así a caminar al que necesite movilizarse. La zozobra y el malestar que todo esto genera, son inhumanos.
El metro de Caracas es otro ejemplo de lo que vivimos, convertido en una fea sombra de lo que fue. La falta de mantenimiento está matando lentamente a toda la infraestructura. Cada vez hay menos trenes, las vías están comprometidas y la integridad de los pasajeros está en riesgo. Todos los meses vemos noticias de como ocurrió un nuevo accidente en un túnel o una estación. Sin embargo, para los caraqueños no queda otra opción que arriesgarse porque es el medio de transporte más económico que pueden utilizar.
No podemos olvidar que aún seguimos en una complicada pandemia. Con tan pocos autobuses, la aglomeración de personas en las unidades es un peligro que violenta las recomendaciones de distanciamiento social y genera más riesgo de contagio. Toda la situación se torna insostenible.
Sobran motivos para un cambio político en nuestro país que permita crear políticas públicas eficientes y eficaces para abordar este y tantos temas sociales que padecemos. El transporte es de primera necesidad y no podemos aguantar más tiempo con tantas deficiencias y problemas. Es necesario que el Estado tome medidas que alivien la carga de los ciudadanos y nos lleven a vivir una vida con calidad, con opciones y sin todas las dificultades que enfrentamos.
Stalin González