“Soy las húmedas hebras lanzadas del cielo por sus dioses; golpeó suavemente las ventanas con mis delicados dedos, y mi anuncio es una canción de bienvenida. Todos pueden oírme pero sólo los sensibles me comprenden”
(Khalil Gibran)
De nuevo todo reverdece. Se decoran las colinas, los valles y montañas se visten de bellos colores, el aire se impregna de fragancias, el sol invita a salir del enclaustramiento, de los calores y de la rutina, invita a caminar temprano para disfrutar de los regalos que nos da la naturaleza y nos da el cielo.
Es un verdadero privilegio poder contemplar la belleza de los haces de luz matinal hundirse entre el follaje de los árboles y proporcionar calor a las aves que madrugan con sus cantos a dar gracias a Dios y a saludarnos. Caminar temprano es poder dejar por un rato el caos humano, las codicias e inconformidades, es salir a disfrutar de la hierba que se mece grácilmente, de las ramas que se abrazan, es poder escuchar el chasquido del agua bajando por los bordes de la calle y disfrutar de la carrera de las nubes que van a los montes a cargar de nuevo sus cántaros de agua, caminar es poder ver la belleza que surge desde las primeras lluvias, aquella belleza que cautiva el alma, caminar es encontrarse con caminantes que van y vienen dando identidad al entorno y a nosotros la satisfacción de saber lo que es tener real sentido de pertenencia.
En este ir y venir agradecemos a Dios la llegada de las lluvias y frescores aliviadores del calor y de la sed de la tierra. Miramos hacia el horizonte y vemos como el sol se levanta envolviéndolo todo con un aura que proyecta sombras oscuras, (cuadro digno para él llevar al lienzo el pincel de un artista) caminar temprano es poder disfrutar de la neblina que se levanta de la hierba entre el silencio y la quietud de la fresca mañana.
Valiosa es la vida, caen las esclusas, llueve, florecen los campos, renace la esperanza, llega al mundo con su cara risueña primavera, llega con sus calores el verano, con sus sabidurías el otoño y con sus hielos el invierno. Hielos que ven encenderse en el alma de los que se sienten solos, los últimos silencios del viaje que está por concluir. La lluvia es pesimismo para los que no esperan nada, para los que creen que al final se irán abrazados dentro del huracán que los llevará a la eternidad, dejándolo todo atrás en sus huesos…
Uno aprende a ver la vida y a cada ser humano y sus proas desde nuestro propio ancladero, cada uno vive su contento o su hastío. La vida es eso, hoy tiempo de lluvia, mañana de aridez, hoy de primavera, mañana de verano, hoy de otoño mañana de invierno…
Bendita sea la lluvia, bendito sea Dios y su inmensa misericordia.
Amanda N. de Victoria